domingo, 17 de agosto de 2025

XXI DOMINGO T.O. - C (24 de agosto del 2025)

 XXI DOMINGO T.O. - C (24 de agosto del 2025)

Proclamación del santo Evangelio de San Lucas 13,22 - 30:

13:22 Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.

13:23 Una persona le preguntó: "Señor, ¿Serán pocos los que se salven?" Él respondió:

13:24 "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

13:25 En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y él les responderá: "No sé de dónde son ustedes".

13:26 Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas".

13:27 Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!"

13:28 Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.

13:29 Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

13:30 Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". PALABRA DEL SEÑOR.

Estimados amigos en la fe Paz y Bien.

Preguntan a Jesús: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" (Lc 13,23).   Si son pocos los que se salven, entonces ¿serán muchos los que se condenen? O ¿serán muchos los que se salven y pocos los que se condenen? La respuesta del Señor es: Se salvaran todos los que saben amar, porque Dios es amor (I Jn 4,8). Por eso ya nos ha dicho: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn 13,34). Ahora mismo nos ha dicho también: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán” (Lc 13,24). Y se nos agrega al decir: “Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición (condenación), y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida (salvación), y son pocos los que lo encuentran” (Mt 7,13-14). Como Dios es amor; la puerta del cielo no es tan estrecha como el corazón de los hombres; siempre que el hombre sepan vivir en el amor de Dios.

La pregunta por la cantidad de salvados se contextualiza con la pregunta: “¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna? Jesús le preguntó a su vez al doctor de a ley: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo. Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la salvación" (Lc 10,25-28).

Jesús puso en la parte central de su enseñanza el tema del amor cuando dijo: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros como yo les he amado” (Jn 13,34). El amor de Dios no tiene límites, el amor de Dios no conoce de números si entendemos que el medio de salvación es el amor. Ya, al inicio, mismo Jesús explica a Nicodemo al decir: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Único, para que quien cree en él no se muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él” (Jn 3,16-17)). También, en entro contexto dice: “Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn. 10,9-11).

Hoy en su enseñanza termina Jesús termina con una afirmación bien sencillo: "Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en el reino"(Lc 13,29). Ahí tienes la universalidad de la Salvación. El odio y el desamor cierran muchas puertas por anchas que sean; en tanto que el amor, abre y ensancha las puertas más estrechas. ¿Recuerdas aquello del Apocalipsis del 144.000 salvados? Algunos tacaños como el que le hace la pregunta a Jesús se olvidan que a continuación dice: "Y vi una multitud inmensa que nadie podía contar (Ap 14,1).

Sin dudo, que en el Evangelio hay exigencias bien duras porque ahí se nos expone el precio del cielo. Tampoco dudo de que el Evangelio no esté con paños calientes, ni poniendo parchecitos a la vida. Sin embargo, el Evangelio sigue siendo lo que es "Evangelio", es decir "Buena Noticia". La mejor noticia es que "Dios quiere que todos los hombres se salven" (I Tm. 2,4). La puerta del cielo no es tan estrecha como el corazón de los hombres. Pero es tan ancha como el corazón de Dios y por el corazón de Dios podemos entrar todos, incluso si vamos en montón. Pues, a decir verdad, a mí no me quita demasiado el sueño. Por una razón muy sencilla, Jesús no es de los que juegan a los números.

No dice si serán pocos o serán muchos los que se salven, y ni siquiera me asusta su respuesta de que hay que entrar "por la puerta estrecha". Claro que la puerta del mal dicen que es mucho más ancha y que por ella entran hasta los gorditos. Con ello no digo que todos los gorditos se van al infierno y los flaquitos al cielo… no no. Al respecto dice San Pablo: “Piensen que el Reino de Dios no es cuestión de comida o bebida, sino de justicia, de paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rm 14,17).

Lo que nosotros vemos como estrecho, para Dios es bien ancho. Evidente que no todos querrán entrar por esa puerta, pero ¿saben ustedes cuál es la puerta de la que habla Jesús? Pues el mismo lo dijo: "Yo soy la puerta y el que entra por mí..." Nadie me dirá que Jesús es tan estrecho como nosotros. La puerta de la salvación es Jesús y Jesús fue capaz de amar y entregarse por todos. ¿Quién es capaz de dar la vida por mí, tendrá un corazón tan estrecho que solo entren los delgados? Además, la puerta de la salvación es el amor y el amor es tan ancho que cabemos todos.

Eso sí, para salvarse no es suficiente comer ni beber con Jesús, ni enseñar en las plazas (Lc 13,26). Jesús solo reconoce a los que aman y a los que se aman, a los que aman como Él nos amó (Jn 13,34). Personalmente, me encanta la frase de Pablo en la Carta a los Romanos cuando él mismo se pregunta quién será el juez que le juzgue. Y él mismo se responde: "Aquel que murió por mí." ¿Ustedes tendrían miedo al juicio de quien es capaz de amarles hasta morir por ustedes? Me gusta la frase de Jesús: "Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Señor y se sentarán a la mesa en el reino de Dios (Lc 13,19). Así que, amigos, no tengan miedo, pero eso sí hay que entrar por el cristianismo del amor. ¿Recuerdan a San Pablo cuando se refiere al amor? “Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve. El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad” (I Cor 13,1-6).

La pregunta que le hace este personaje a Jesús es pregunta de corte egoísta y pesimista: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?” (Lc 13,23). El generoso, el entusiasta preguntaría de otra manera: "Señor, ¿serán muchos los que se salven verdad?" La pregunta misma indica que este tipo conoce bien poco el corazón de Dios y conoce bien poco el corazón de Jesús, siempre dispuesto a dar su vida por la salvación de todos (Jn 10,11). Además, a Dios no le van como ya dijimos las matemáticas. En todo caso, le encanta más sumar y multiplicar que restar y dividir. Yo creo y me gusta Dios precisamente por eso porque a mí tampoco me gustaban las matemáticas, prefería la literatura pero una literatura que nace de experiencia de vida. Yo sigo prefiriendo un amor sin matemáticas, a lo más prefiero un amor que suma y multiplica. 

Personalmente soy de los que cree que son muchísimos los que se salvan, incluso aquellos que nosotros condenamos tan fácilmente. Yo estoy seguro que Dios salva a lo que nosotros condenamos y que cuando lleguemos junto a Él, y los encontremos por allí, nos vamos a llevar una gran sorpresa. ¿Este aquí? Es que Dios es amor (I Jn 4,8) y el amor no condena. Dios es amor y conoce de sobra las debilidades humanas. El amor suple nuestras debilidades. Por eso me encanta la respuesta que Jesús da a los maestros de la ley por la mujer adúltera: “Quien esté sin pecados que tire la primera piedra… Jesús dice a la adultera yo tampoco te condeno, ve y no vuelvas a pecar más” (Jn 8,7-11).

Me gusta gente de mentalidad positiva. Me encantan los que todo lo ven desde el amor como Juan en su Primera carta, en el que todo habla sobre el amor. Me encantan aquellos que son ciegos a lo malo y saben descubrir lo bueno que hay, incluso en los peor del mundo.

¿Qué mandamiento es el primero de todos? Jesús le contestó: El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos (Mc 12,28-31). Por tanto la respuesta a la pregunta: “¿Pocos se salvaran?” (Lc13,23) Jesús responde que se salvará quien sabe amar de verdad. “Si uno dice yo amo a Dios» y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues este es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano” (I Jn 4,20-21).

A partir del pasaje de Lucas 13, 22-30, la pregunta "¿Serán pocos los que se salven?" puede abordarse desde diversas perspectivas el tema de la salvación. La respuesta de Jesús no es un simple "sí" o "no" o números y ni siquiera de estadística, sino una exhortación o llamada a la urgencia y a la responsabilidad personal.

Perspectiva Bíblica y Exegética: El pasaje bíblico presenta un diálogo en el que alguien le pregunta a Jesús si son pocos los que se salvan. La respuesta de Jesús se centra en la metáfora de la puerta estrecha:

Lucas 13, 24: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán."

Contexto Inmediato: Jesús está de camino a Jerusalén, un viaje que culmina en su pasión y muerte. Este viaje es simbólico del camino de la fe, que no es fácil.

Análisis del término "esfuércense": La palabra griega denota una lucha intensa, como la de un atleta en una competencia. Esto sugiere que la salvación no es automática o pasiva, sino que requiere un compromiso activo y una lucha contra las tentaciones y el pecado.

La Puerta Estrecha: Simboliza la conversión y el discipulado radical. Es el camino del seguimiento de Cristo, que implica sacrificio, renuncia y una vida de virtud.

Los "muchos" que no podrán entrar: No se refiere a un número limitado de personas, sino a la multitud que confía en una salvación basada en méritos externos o en una relación superficial con Dios ("Hemos comido y bebido contigo" Lc 13,26).

La respuesta de Jesús, por lo tanto, no es una estadística. Es una advertencia. La salvación es posible para todos, pero exige un compromiso radical y no es de improvisar, sino un proceso continuo desde el día del uso de la razón hasta la muerte corporal.

Perspectiva Teológica: Desde un punto de vista teológico, la respuesta de Jesús aborda la relación entre la gracia y la libertad humana.

Teología de la Gracia: La salvación es un don de Dios, no algo que se pueda ganar por méritos propios. Sin embargo, este don requiere una respuesta libre y activa por parte del ser humano. La "puerta estrecha"(Lc 13,24) no es algo que el hombre pueda abrir solo, pero sí debe "esforzarse" por pasar a través de ella una vez que Dios la ha abierto por su hijo (Lc 3,22).

Universalismo vs. Particularismo: El pasaje evita un universalismo simplista (todos se salvan sin esfuerzo, sin cruz) y un particularismo fatalista (solo unos pocos predestinados se salvan). La salvación es universalmente ofrecida, pero su aceptación depende de la respuesta libre de cada persona.

El rechazo y el llanto (Lc 13, 28-30): El pasaje concluye con la imagen del "llanto y el crujir de dientes" de aquellos que son excluidos. Teológicamente, esto representa el dolor de la autoexclusión de la comunión con Dios (cielo), una consecuencia de la libre elección de vivir sin la gracia divina (infierno). La salvación no se pierde por falta de oportunidad, sino por el rechazo de la oferta.

Perspectiva Filosófica: La pregunta y la respuesta de Jesús pueden ser analizadas desde la filosofía moral y la metafísica.

Libre Albedrío y Responsabilidad: La respuesta de Jesús enfatiza la responsabilidad individual. Si la salvación dependiera de un número fijo, el esfuerzo humano carecería de sentido. El pasaje de Lucas reafirma el libre albedrío humano y la capacidad de cada individuo para tomar decisiones morales que afectan su destino final.

Justicia y Meritocracia: El pasaje critica una visión meramente meritocrática de la salvación ("Hemos comido y bebido contigo" Lc 13,26). La justicia divina no se basa en relaciones superficiales o en la pertenencia a un grupo, sino en la coherencia entre la vida y la fe.

Plenitud: Desde una perspectiva aristotélica, la puerta estrecha puede ser vista como el camino hacia la verdadera felicidad o eudaimonía. Esta no se alcanza fácilmente, sino a través de la virtud y la práctica constante del bien, lo que requiere un "esfuerzo" considerable.

Perspectiva Espiritual y Mística: La respuesta de Jesús trasciende lo puramente racional y apunta a una realidad espiritual más profunda.

El Yo Falso y el Yo Verdadero: La puerta estrecha puede simbolizar el renunciar al ego y a todas las ilusiones que nos separan de Dios. El "esfuerzo" no es tanto una lucha con lo externo, sino una lucha interna para morir al yo egoísta y renacer al verdadero yo, en unión con lo divino.

La Transformación Interior: La salvación no es un evento futuro, sino un proceso de transformación interior que se vive en el presente. El "llanto y crujir de dientes"(Lc 13,28). representa el estado de conciencia de aquel que, al final de su vida, se da cuenta de que ha construido su existencia sobre la ilusión y la separación, y el dolor de esa constatación es insoportable.

La paradoja del número: La frase "los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos" (Lc 13, 30) es una paradoja mística. Desafía la lógica humana de las clasificaciones y la jerarquía. La salvación no es un asunto de estatus, tiempo o pertenencia, sino de humildad y entrega total a Dios, que a menudo se encuentra en aquellos que el mundo considera "últimos".

A partir del pasaje de Lucas 13, 22-30, la pregunta " Si ¿Serán pocos los que se salven?" entonces serán muchos los que se condenen? Si son muchos o pocos los que se salven ¿qué hacer para ser parte de los que se salvan? Jesús no ofrece una respuesta numérica a la pregunta de si serán pocos los que se salven. En cambio, redirige la atención de una cuestión de cantidad a una de cualidad y esfuerzo. La respuesta implícita es que la salvación no es una cuestión de números, sino de compromiso personal y acción radical.

Perspectiva Exegética: Jesús evita dar una estadística sobre la salvación. La pregunta del interlocutor, "¿Serán pocos los que se salven?", es respondida con una exhortación: "Esfuércense por entrar por la puerta estrecha" (Lc 13, 24). Este "esfuerzo" no se refiere a un trabajo o mérito humano que nos gane la salvación, sino a una lucha intensa y una dedicación total en el seguimiento de Cristo. La puerta estrecha simboliza la entrada al reino de Dios, que es accesible para todos, pero exige un cambio de vida radical. Jesús no dice que la puerta es demasiado pequeña para muchos, sino que la mayoría no está dispuesta a hacer esfuerzo y lo necesario para pasar por ella. La "puerta" representa la aceptación de Jesús como el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6), lo que a menudo implica la renuncia a la comodidad, el ego y las estructuras del mundo.

La parábola concluye con la imagen de los que son excluidos: "Muchos tratarán de entrar y no podrán" (Lc 13, 24). La razón no es que la puerta esté cerrada, sino que llegan demasiado tarde, cuando el amo de la casa ya ha cerrado la puerta (Lc 13,25; Mt 25,10). Los excluidos protestan diciendo: "Hemos comido y bebido contigo" (Lc 13, 26). Esto ilustra que una relación superficial o una mera afiliación a una comunidad religiosa no garantizan la salvación. La salvación es una cuestión de corazón y acción, no de privilegios o rituales vacíos.

Desde un punto de vista teológico, la salvación no se puede cuantificar, ya que es un don de la gracia divina, que es infinita e incondicional. La pregunta de los números es irrelevante para Dios, cuya voluntad es que "todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4).

La gracia y el libre albedrío: La respuesta de Jesús a la pregunta de los números resalta la tensión entre la gracia divina y el libre albedrío humano. Dios desea la salvación de todos (gracia), pero el hombre tiene la libertad de aceptar o rechazar esta oferta (libre albedrío). Los que se pierden lo hacen por su propia decisión de no esforzarse por la puerta estrecha.

Juicio y justicia divina: La imagen de los que son arrojados fuera es una manifestación de la justicia divina. La salvación no es un derecho automático; es una respuesta a la libre elección de vivir en conformidad con la voluntad de Dios. La exclusión no es un acto arbitrario de Dios, sino el resultado inevitable del rechazo humano a la gracia.

La salvación como proceso: La salvación no es un evento único, sino un proceso de santificación que dura toda la vida. La puerta estrecha representa el comienzo de este viaje. El esfuerzo continuo en la vida de fe es la respuesta humana a la gracia de Dios. Filosóficamente, la respuesta de Jesús rechaza el fatalismo y el determinismo, y abraza el existencialismo teológico.

Libertad y responsabilidad: La exhortación de Jesús a "esfuércense" subraya la importancia de la elección personal y la responsabilidad moral. Si la salvación dependiera de un número fijo, las acciones humanas carecerían de significado. La respuesta de Jesús reafirma que la elección es lo que moldea el destino final de cada individuo.

Crítica al utilitarismo y al pragmatismo: La respuesta de Jesús critica la idea de que la salvación puede ser alcanzada por medios pragmáticos (como la mera pertenencia a un grupo). La salvación es un asunto de verdad y autenticidad, no de conveniencia. La salvación no es un premio al final de la vida, sino la realización del telos o propósito del ser humano: vivir en comunión con Dios. El "esfuerzo" es la praxis necesaria para alcanzar esta meta. Desde una visión espiritual, la salvación es una cuestión de conciencia y unión interior. La puerta estrecha simboliza el camino hacia el conocimiento del yo y la unión con lo divino.

Muerte del ego: Para entrar por la puerta estrecha, uno debe morir al ego. El ego es lo que nos separa de la verdad y de la unidad. El "esfuerzo" es la disciplina espiritual necesaria para superar la ilusión de la separación.

La salvación como estado de ser: La salvación no es un lugar al que se va, sino un estado de ser. Quienes están en el camino de la salvación viven en un estado de conciencia despierta y unión con Dios. Los que son excluidos están en un estado de "sueño", sin ser conscientes de su verdadero ser. La frase "los postreros serán los primeros y los primeros, los postreros" (Lc 13, 30) es una paradoja mística que anula toda jerarquía y toda contabilidad. En el reino de Dios, las etiquetas y los rangos terrenales carecen de sentido. Lo que importa es la autenticidad y la humildad.

"¿Serán pocos los que se salven?", Jesús responde con una exhortación: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha" (Lc 13, 24). Este "esfuerzo" no se refiere a un trabajo o mérito humano que nos gane la salvación, sino a una lucha intensa y una dedicación total en el seguimiento de Cristo que es único camino de salvación. San Pablo agrega y dice: "El atleta no recibe el premio si no lucha de acuerdo con las reglas" (IITm 2,5). Así también para la salvación hay que cumplir reglas estrictas que las pone Dios.

La pregunta sobre si "pocos se salvan" es una preocupación recurrente. Jesús, sin embargo, no da una cifra, sino que redirige la atención a la cualidad del discipulado. La respuesta es una exhortación a la acción y al compromiso total, como una "lucha intensa" en el seguimiento de Cristo.

La referencia a 2 Timoteo 2, 5 ("El atleta no recibe el premio si no lucha de acuerdo con las reglas") añade una capa de significado. San Pablo utiliza la analogía deportiva para enfatizar que la vida cristiana tiene sus propias reglas divinas. La salvación, el "premio", se obtiene a través de la perseverancia y la obediencia a la voluntad de Dios, no de una manera desordenada. Las "reglas" divinas incluyen la fe, la obediencia, el amor al prójimo y la perseverancia.