II DOMINGO T.O. – C (19 de Enero de 2025)
Proclamación del santo evangelio según san Juan 2,1-11:
2:1 Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de
Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
2:2 Jesús también fue invitado con sus discípulos.
2:3 Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No
tienen vino".
2:4 Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver
nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
2:5 Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo
que él les diga".
2:6 Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos
de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
2:7 Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas
tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
2:8 "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado
del banquete". Así lo hicieron.
2:9 El encargado probó el agua cambiada en vino y como
ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua,
llamó al esposo
2:10 y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino
y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio,
has guardado el buen vino hasta este momento".
2:11 Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo
en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en
él. PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.
“Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del
Cordero” ( Ap 19,9). “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba
las bodas de su hijo. Envió a sus servidores a que invitara a la boda a todos,
pero estos se negaron a ir” (Mt 22,2-3). “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el
traje de fiesta? (Mt 2,12). “Las necias dijeron a las prudentes: Dennos un poco
de aceite, porque nuestras lámparas se apagan" (Mt 25,8). “Hasta ahora, no
han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será
perfecta” ( Jn 16,24). Son citas que dan sentido real a los signos como
indicativo de felicidad y santidad.
Los signos (milagros) de Cristo, especialmente tal como los
relata San Juan, no son nunca una simple demostración del poder de Dios
sino que tienen un significado y muestran visiblemente el sentido de lo
que Jesús anuncia con su palabra.
La conversión del agua en vino (Jn 2,7) tiene, pues, un
significado. En otra ocasión Jesús multiplicará el pan (Jn 6,11) y en
ésta convierte el agua en vino. Conviene destacar que en uno y otro caso
se trata de dar de comer y beber abundantemente. Jesús multiplica el pan,
signo de la vida, hasta la saciedad y aún sobraron doce canastas: Jesús
da la vida. Jesús convierte en vino seiscientos litros de agua: Jesús da
abundantemente la alegría de vivir, que esto significa el vino. Y es que
Jesús vino a este mundo, como él dijo, "para que tengamos vida y la
tengamos abundante" (Jn 10,10), para que nuestra vida rebose con el
gozo de vivir.
Vida, y vida abundante: pan y vino; el pan que ganamos con
el trabajo y el vino que alegra nuestras fiestas. Y es que Jesús es la
Vida: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6). Por lo
tanto, lo que se proclama en este milagro es la comunicación de la vida. Jesús
da la Vida, está con nosotros, convive con nosotros y así nos da la vida y la
alegría de vivir.
COMIDA en el Reino de Dios: Esta
comunicación de la vida se expresa en los evangelios frecuentemente bajo
la imagen de una comida: Jesús se sienta a la mesa de los publicanos (Mt.
9, 10; Lc. 19, 2-10), Jesús frecuenta la casa de su amigo Lázaro y se sienta en
su mesa (Lc. 10, 38-42), Jesús acepta la invitación del fariseo Simón,
Jesús se sienta a comer con todo el pueblo en la ladera de una montaña.
Estas comidas realizan ya el anuncio mesiánico del A. T. y
son para el hombre, perdón (Lc. 7,47), gozo (Mt. 9, 15), salvación (Lc.
19,9) y, sobre todo, abundancia de vida (Mt. 14, 15-21).
Todas estas comidas encuentran su culminación en la Ultima
Cena, en la que Jesús se hace el anfitrión y el alimento de sus
discípulos. Jesús da a comer el pan de vida: su propio Cuerpo; y a beber
el cáliz de la salvación: su propia Sangre, sellando la Nueva Alianza de
Dios con los hombres (Lc 22,19) Es en esta perspectiva como descubrimos el
profundo significado de la "hora" del Señor.
Jesús y su hora: Fíjense bien, a la
petición de su madre, él responde: "Todavía no ha llegado mi
hora" (Jn 2,4). La "hora" del Señor no la marcan los relojes o
los astros de este mundo, sino la voluntad del Padre: "Padre ha
llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a
ti" (Jn. 17.1). Así dijo Jesús en la Ultima Cena (Lc 22,19).
La "hora" a la que Cristo se refiere, es la hora
de su entrega definitiva a los hombres, en la cruz (Jn 19,30). Previo, es
la hora tan deseada: "Cuando llegó la hora se puso a la mesa con los
apóstoles y les dijo: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con Uds.
antes de padecer": (Lc. 22,15). Y esta hora suprema del amor de
Cristo a los hombres es ahora, antes de padecer, la hora de sus bodas de
sangre con la humanidad, que marca todo el camino de Cristo y da sentido
a todas las comidas de Cristo con los publicanos, los pecadores, con el pueblo,
etc. Esta es la hora que se anticipa en Caná de Galilea, porque esta hora
se hace de alguna manera presente cuando la fe sale al encuentro de la
salvación que Dios te ofrece. La fe de la Virgen María anticipa la hora
del Señor.
Por eso, porque Jesús vino como el novio de la humanidad a
celebrar el banquete que el Padre ha preparado para su Hijo (recuérdese
la parábola del rey que preparó un banquete de bodas para su hijo), por
eso Jesús está también presente en un banquete de bodas. Por eso ha
querido elevar esta fiesta tan humana de las bodas al signo sacramental de las
que él contraerá con la humanidad indisolublemente.
Para Uds. esposos cristianos. Cristo no puede ser un simple
invitado en sus bodas, sino el que se ha de quedar con Uds. cuando todos
los demás invitados se hayan marchado.
Cristo quiere ser el testigo de su cariño, el garante de su
felicidad, el mediador en sus conflictos, el confidente de sus problemas,
el amigo que les saca de apuros cuando empieza a escasear el vino...
Sobre todo esto, el que les da la alegría de vivir, convirtiendo el vino
de su amor humano en el generoso vino de última hora: el vino del amor
cristiano. Por eso el matrimonio cristiano no puede ser nunca un egoísmo dual,
ya que en él se representa el amor infinito de Dios que entra en comunión con
todos los hombres. El esposo cristiano ha de amar en su mujer a todo el
mundo. Es esta para él prójimo en carne viva. La mujer cristiana ha de
amar en su esposo al mismo Cristo, el Hermano universal (Mt 19,6).
En el inicio del tiempo ordinario en su primera parte, el
evangelio que hoy leímos nos sitúa en 4 puntos: 1) "No tienen vino"
(Jn 2,3). 2) "Hagan todo lo que él les diga" (Jn 3,5). 3)
"Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). 4) "Saquen ahora, y
lleven al encargado del banquete” (Jn 3,8). Las dos intervenciones primeras son
de la Madre y las dos intervenciones siguientes son del Hijo. A los que hay que
agregar la intervención del Padre en el domingo anterior: “Tu eres mi hijo, yo
te he engendrado hoy” (Lc 3,22). Enunciado que se complementa con lo de: “Este
es mi hijo amado en quien me complazco, escúchenlo” (Mt 17,5). La primera
intervención del Padre es en el inicio de la vida pública del Hijo y la segunda
intervención del Padre es en la parte final de la vida pública del Hijo. Pues
veamos algunos detalles:
1 “Ya no tienen vino” (Jn 2,3), ¿Quién interviene en la
escena?. Recordemos que la escena es una fiesta, bodas de Caná. La Madre
interviene e intercede por los de la fiesta (Iglesia). Esta es la “segunda”
intervención. Recordemos la primera. Y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por
qué nos has tratado así? Piensa que tu padre y yo te buscábamos
angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían
que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2,48-49). Pero
también conocemos este enunciado: “Su madre conservaba y meditaba estas cosas
en su corazón” (Lc 2,51). Este episodio nos da pie en afirma que en la parte
humana, es la Madre quien inicia a su hijo en la vida pública. En la parte
divina es el Padre quien inicia al Hijo en el ejercicio de su ministerio al
decir: “Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22).
2 “Hagan lo que él les diga” (Jn 3,5): ¿Qué cereza tiene la
Madre para recomendar a la gente que hagan lo que su hijo les diga? La Madre
tiene a su favor aquella aclaración desde lo alto por el Ángel en el misterio
de la encarnación. María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no
tengo relaciones con ningún hombre?" El Ángel le respondió: "El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra. Por eso el niño que nacerá de ti será Santo y será llamado Hijo de
Dios” (Lc 1,34-35). Y luego se nos dice que: “Su madre conservaba y meditaba
estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). Eh ahí tenemos suficientes evidencias de
que la Madre sabe bien que su Hijo puede hacer algo en favor de la gente de la
boda. Y es que a Madre le interesa la alegría de la gente. Recordemos aquella
exclamación suya: “Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1.47). Y es
que la alegría equivale para la Madre vivir en la presencia de Dios (Cielo). La
tristeza equivale a la vida en ausencia de Dios (Infierno). Así, que un día
gocemos de la fiesta eterna dependerá de cuánto obedecemos al consejo de la
Madre: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).
3) "Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). Si un
día queremos ser parte de la fiesta de las bodas del hijo, debemos llenar de
agua las tinajas, si o so. ¿Cómo hacerlo? Aquí algunas citas que nos dan luces:
Dijo Jesús a sus discípulos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con
ustedes hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Entonces les dijo: "Vayan
por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios
acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán
nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un
veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y
los curarán" (Mc 16,15-18).
4) "Saquen ahora, y lleven al encargado del banquete”
(Jn 3,8). Es deber nuestro como bautizados poner en ejercicio nuestro
ministerio como sacerdotes de Cristo. Y entiéndase por sacerdocio como
ministros de Dios. Que todos beban de la dulzura del vino nuevo. Pero para eso
se requiere ser vino nuevo: “Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar
un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura
se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará
reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino
nuevo, odres nuevos!" (Mc 2,21-22).
Reflexión pastoral de las Bodas de Caná de Galilea: Las
Bodas de Caná, narradas en Juan 2:1-11, nos presentan una serie de enseñanzas y
simbolismos profundos:
- El
Primer Milagro de Jesús: Este evento marca el inicio del ministerio
público de Jesús. Al transformar el agua en vino, Jesús revela su
divinidad y poder, dejando claro que está entre nosotros para traer
transformación y renovación.
- La
Intercesión de María: María, la madre de Jesús, desempeña un papel
crucial en este milagro. Cuando el vino se agota, ella se dirige a Jesús y
le informa de la situación, demostrando su fe en él. Su frase “Haced todo
lo que él os diga” es un llamado a confiar plenamente en la guía de Jesús.
- La
Abundancia del Reino de Dios: La transformación del agua en vino en
abundancia y de alta calidad simboliza la generosidad del Reino de Dios.
Jesús no solo provee, sino que lo hace de manera abundante y excelente,
mostrando que en su reino, siempre hay más que suficiente.
- La
Significación del Vino: El vino es a menudo símbolo de alegría y
celebración en la Biblia. La provisión de vino de Jesús puede
interpretarse como una representación de la vida plena y abundante que él
ofrece a sus seguidores.
- La
Discreción de Jesús: A pesar de ser un milagro significativo, Jesús
realiza el acto de manera discreta, sin buscar atención pública. Esto nos
enseña sobre la humildad y el enfoque en el servicio a los demás sin
buscar reconocimiento.
Reflexión Personal: Las Bodas de Caná nos invitan a
reflexionar sobre nuestra propia fe y confianza en Jesús. Nos desafía a ver más
allá de lo ordinario y a encontrar lo extraordinario en nuestra vida cotidiana.
En momentos de necesidad, estamos llamados a recurrir a Jesús con la certeza de
que él proveerá de manera abundante y perfecta los dones para nuestra santificación.