domingo, 12 de enero de 2025

II DOMINGO T.O. – C (19 de Enero de 2025)

 II DOMINGO T.O. – C (19 de Enero de 2025)

Proclamación del santo evangelio según san Juan 2,1-11:

2:1 Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.

2:2 Jesús también fue invitado con sus discípulos.

2:3 Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".

2:4 Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".

2:5 Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".

2:6 Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.

2:7 Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.

2:8 "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.

2:9 El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo

2:10 y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".

2:11 Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. PALABRA DEL SEÑOR.

Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.

“Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero” ( Ap 19,9). “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió a sus servidores a que invitara a la boda a todos, pero estos se negaron a ir” (Mt 22,2-3). “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta? (Mt 2,12). “Las necias dijeron a las prudentes: Dennos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan" (Mt 25,8). “Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta” ( Jn 16,24). Son citas que dan sentido real a los signos como indicativo de felicidad y santidad.

Los signos (milagros) de Cristo, especialmente tal como los relata San Juan, no son nunca una  simple demostración del poder de Dios sino que tienen un significado y muestran  visiblemente el sentido de lo que Jesús anuncia con su palabra.

La conversión del agua en vino (Jn 2,7) tiene, pues, un significado. En otra ocasión Jesús  multiplicará el pan (Jn 6,11) y en ésta convierte el agua en vino. Conviene destacar que en uno y otro  caso se trata de dar de comer y beber abundantemente. Jesús multiplica el pan, signo  de la vida, hasta la saciedad y aún sobraron doce canastas: Jesús da la vida. Jesús  convierte en vino seiscientos litros de agua: Jesús da abundantemente la alegría de  vivir, que esto significa el vino. Y es que Jesús vino a este mundo, como él dijo, "para que  tengamos vida y la tengamos abundante" (Jn 10,10), para que nuestra vida rebose con el  gozo de vivir.

Vida, y vida abundante: pan y vino; el pan que ganamos con el trabajo y el vino que  alegra nuestras fiestas. Y es que Jesús es la Vida: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6).  Por lo tanto, lo que se proclama en este milagro es la comunicación de la vida. Jesús da la Vida, está con nosotros, convive con nosotros y así nos da la vida y la alegría  de vivir.

COMIDA en el Reino de Dios: Esta comunicación de la vida se expresa en los evangelios  frecuentemente bajo la imagen de una comida: Jesús se sienta a la mesa de los publicanos  (Mt. 9, 10; Lc. 19, 2-10), Jesús frecuenta la casa de su amigo Lázaro y se sienta en su  mesa (Lc. 10, 38-42), Jesús acepta la invitación del fariseo Simón, Jesús se sienta a comer  con todo el pueblo en la ladera de una montaña.

Estas comidas realizan ya el anuncio mesiánico del A. T. y son para el hombre, perdón  (Lc. 7,47), gozo (Mt. 9, 15), salvación (Lc. 19,9) y, sobre todo, abundancia de vida (Mt. 14,  15-21).

Todas estas comidas encuentran su culminación en la Ultima Cena, en la que Jesús se  hace el anfitrión y el alimento de sus discípulos. Jesús da a comer el pan de vida: su propio  Cuerpo; y a beber el cáliz de la salvación: su propia Sangre, sellando la Nueva Alianza de  Dios con los hombres (Lc 22,19) Es en esta perspectiva como descubrimos el profundo significado de  la "hora" del Señor.

Jesús y su hora: Fíjense bien, a la petición de su madre, él responde: "Todavía no ha  llegado mi hora" (Jn 2,4). La "hora" del Señor no la marcan los relojes o los astros de este mundo,  sino la voluntad del Padre: "Padre ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te  glorifique a ti" (Jn. 17.1). Así dijo Jesús en la Ultima Cena (Lc 22,19).

La "hora" a la que Cristo se refiere, es la hora de su entrega definitiva a los hombres, en  la cruz (Jn 19,30). Previo, es la hora tan deseada: "Cuando llegó la hora se puso a la mesa con los apóstoles  y les dijo: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con Uds. antes de padecer": (Lc.  22,15). Y esta hora suprema del amor de Cristo a los hombres es ahora, antes de padecer,  la hora de sus bodas de sangre con la humanidad, que marca todo el camino de Cristo y da  sentido a todas las comidas de Cristo con los publicanos, los pecadores, con el pueblo, etc.  Esta es la hora que se anticipa en Caná de Galilea, porque esta hora se hace de alguna  manera presente cuando la fe sale al encuentro de la salvación que Dios te ofrece. La fe de  la Virgen María anticipa la hora del Señor.

Por eso, porque Jesús vino como el novio de la humanidad a celebrar el banquete que el  Padre ha preparado para su Hijo (recuérdese la parábola del rey que preparó un banquete  de bodas para su hijo), por eso Jesús está también presente en un banquete de bodas. Por  eso ha querido elevar esta fiesta tan humana de las bodas al signo sacramental de las que  él contraerá con la humanidad indisolublemente.

Para Uds. esposos cristianos. Cristo no puede ser un simple invitado en sus  bodas, sino el que se ha de quedar con Uds. cuando todos los demás invitados se  hayan marchado.

Cristo quiere ser el testigo de su cariño, el garante de su felicidad, el mediador  en sus conflictos, el confidente de sus problemas, el amigo que les saca de  apuros cuando empieza a escasear el vino... Sobre todo esto, el que les da la alegría de  vivir, convirtiendo el vino de su amor humano en el generoso vino de última hora: el  vino del amor cristiano. Por eso el matrimonio cristiano no puede ser nunca un egoísmo dual, ya que en él se representa el amor infinito de Dios que entra en comunión con todos  los hombres. El esposo cristiano ha de amar en su mujer a todo el mundo. Es esta para él prójimo en  carne viva. La mujer cristiana ha de amar en su esposo al mismo Cristo, el Hermano  universal (Mt 19,6).

En el inicio del tiempo ordinario en su primera parte, el evangelio que hoy leímos nos sitúa en 4 puntos: 1) "No tienen vino" (Jn 2,3). 2) "Hagan todo lo que él les diga" (Jn 3,5). 3) "Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). 4) "Saquen ahora, y lleven al encargado del banquete” (Jn 3,8). Las dos intervenciones primeras son de la Madre y las dos intervenciones siguientes son del Hijo. A los que hay que agregar la intervención del Padre en el domingo anterior: “Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22). Enunciado que se complementa con lo de: “Este es mi hijo amado en quien me complazco, escúchenlo” (Mt 17,5). La primera intervención del Padre es en el inicio de la vida pública del Hijo y la segunda intervención del Padre es en la parte final de la vida pública del Hijo. Pues veamos algunos detalles:

1 “Ya no tienen vino” (Jn 2,3), ¿Quién interviene en la escena?. Recordemos que la escena es una fiesta, bodas de Caná. La Madre interviene e intercede por los de la fiesta (Iglesia). Esta es la “segunda” intervención. Recordemos la primera. Y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has tratado así? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2,48-49). Pero también conocemos este enunciado: “Su madre conservaba y meditaba estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). Este episodio nos da pie en afirma que en la parte humana, es la Madre quien inicia a su hijo en la vida pública. En la parte divina es el Padre quien inicia al Hijo en el ejercicio de su ministerio al decir: “Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22).

2 “Hagan lo que él les diga” (Jn 3,5): ¿Qué cereza tiene la Madre para recomendar a la gente que hagan lo que su hijo les diga? La Madre tiene a su favor aquella aclaración desde lo alto por el Ángel en el misterio de la encarnación. María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?" El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño que nacerá de ti será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,34-35). Y luego se nos dice que: “Su madre conservaba y meditaba estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). Eh ahí tenemos suficientes evidencias de que la Madre sabe bien que su Hijo puede hacer algo en favor de la gente de la boda. Y es que a Madre le interesa la alegría de la gente. Recordemos aquella exclamación suya: “Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1.47). Y es que la alegría equivale para la Madre vivir en la presencia de Dios (Cielo). La tristeza equivale a la vida en ausencia de Dios (Infierno). Así, que un día gocemos de la fiesta eterna dependerá de cuánto obedecemos al consejo de la Madre: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).

3) "Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). Si un día queremos ser parte de la fiesta de las bodas del hijo, debemos llenar de agua las tinajas, si o so. ¿Cómo hacerlo? Aquí algunas citas que nos dan luces: Dijo Jesús a sus discípulos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán" (Mc 16,15-18).

4) "Saquen ahora, y lleven al encargado del banquete” (Jn 3,8). Es deber nuestro como bautizados poner en ejercicio nuestro ministerio como sacerdotes de Cristo. Y entiéndase por sacerdocio como ministros de Dios. Que todos beban de la dulzura del vino nuevo. Pero para eso se requiere ser vino nuevo: “Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!" (Mc 2,21-22).

Reflexión pastoral de las Bodas de Caná de Galilea: Las Bodas de Caná, narradas en Juan 2:1-11, nos presentan una serie de enseñanzas y simbolismos profundos:

  1. El Primer Milagro de Jesús: Este evento marca el inicio del ministerio público de Jesús. Al transformar el agua en vino, Jesús revela su divinidad y poder, dejando claro que está entre nosotros para traer transformación y renovación.
  2. La Intercesión de María: María, la madre de Jesús, desempeña un papel crucial en este milagro. Cuando el vino se agota, ella se dirige a Jesús y le informa de la situación, demostrando su fe en él. Su frase “Haced todo lo que él os diga” es un llamado a confiar plenamente en la guía de Jesús.
  3. La Abundancia del Reino de Dios: La transformación del agua en vino en abundancia y de alta calidad simboliza la generosidad del Reino de Dios. Jesús no solo provee, sino que lo hace de manera abundante y excelente, mostrando que en su reino, siempre hay más que suficiente.
  4. La Significación del Vino: El vino es a menudo símbolo de alegría y celebración en la Biblia. La provisión de vino de Jesús puede interpretarse como una representación de la vida plena y abundante que él ofrece a sus seguidores.
  5. La Discreción de Jesús: A pesar de ser un milagro significativo, Jesús realiza el acto de manera discreta, sin buscar atención pública. Esto nos enseña sobre la humildad y el enfoque en el servicio a los demás sin buscar reconocimiento.

Reflexión Personal: Las Bodas de Caná nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia fe y confianza en Jesús. Nos desafía a ver más allá de lo ordinario y a encontrar lo extraordinario en nuestra vida cotidiana. En momentos de necesidad, estamos llamados a recurrir a Jesús con la certeza de que él proveerá de manera abundante y perfecta los dones para nuestra santificación.

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