DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA - C (29 de Diciembre del 2024)
Proclamamos el Evangelio según San Lucas Capítulo 2,41-52:
2:41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta
de la Pascua.
2:42 Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de
costumbre,
2:43 y acababa la fiesta, María y José regresaron, pero
Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
2:44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un
día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
42:5 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca
de él.
2:46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los
doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
2:47 Y todos los que los oían estaban asombrados de su
inteligencia y sus respuestas.
2:48 Al ver, sus padres quedaron maravillados y su madre le
dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te
buscábamos angustiados».
2:49 Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían
que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».
2:50 Ellos no entendieron lo que les decía.
2:51 El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a
ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
2:52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en
gracia, delante de Dios y de los hombres. PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados(as) amigos(as) en el Señor paz y bien.
"¿Cómo saber si tal palabra pronunciada viene del
Señor?". Si lo que el profeta dice en nombre del Señor no se cumple y
queda sin efecto, quiere decir que el Señor no ha dicho esa palabra” (Dt
18,21-22). “El Señor mismo les dará un señal. Miren, la joven está embarazada y
dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel” (Is 7,14; Mt 1,
23). Isabel dijo a María; “Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi
seno. Dichosa tu por haber creído porque se cumplirá lo que te fue anunciado de
parte del Señor" (Lc 1, 44-45). “La Palabra de Dios se hizo carne y habito
entre nosotros” (Jn 1,14). Simeón, dijo a María, la madre: "Este niño será
causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán
claramente los pensamientos íntimos de muchos" (Lc 2, 34-35). Jesús
comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido estas profecías de la Escritura
que acaban de oír" (Lc 4,21). Es decir, en Jesús se cumplen todas las
profecías. Por lo tanto todo lo que dice Jesús es en verdad la Palabra de Dios
hecha carne y que, acampo entre nosotros (Jn 1,14).
En el centro del relato está la sagrada familia esta es
Buena Noticia: “El Ángel anunció a los pastores: “Hoy, en la ciudad de David,
les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de
señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un
pesebre" (Lc 2,11-12). Después que los ángeles volvieron al cielo, los
pastores se decían unos a otros: "Vayamos a Belén, y veamos lo que ha
sucedido, lo que el Señor nos ha anunciado" (Lc 2,15). Los pastores fueron
rápidamente y encontraron a María, a
José, y al recién nacido acostado en el pesebre” (Lc 2,16).
Fue querer de Dios Padre, (I divina persona) quien en su
libertad quiso que su Hijo, Jesús (II Divina persona) viniera al mundo para
“que el mundo se salve por él” (Jn 3,17) y quiso que viniera de una familia:
San José y la Virgen María (Lc 2,16).
“Una familia divida no puede subsistir”(Mc 3,25). Quiere
decir que una familia unida si subsiste y progresa. ¿Cómo tener unida nuestra
familia? “El amor une y el odios divide” (Prov 10,12). “Nadie ha visto nunca a
Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el
amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros” ( I Jn 4,12). La estrategia
para mantener unida a la familia es vivir en el amor.
Han oído decir que "la familia es sagrada". ¿Qué
sentido tiene esta expresión en nuestra familia? Puede significar que la
familia ha sido constituida por Dios y que su estructura esencial no debe ser
alterada por “la libertad de los hombres”. Ahora bien, al decir que la familia
es sagrada, lo mismo que cuando calificamos de sagrada a la autoridad o a la
propiedad privada, parece como si lo sancionado por Dios fuera precisamente la
estructura concreta de nuestras familias burguesas, nuestro modo de abusar de
la propiedad y de ejercer la autoridad. De esta manera, si por otra parte
hacemos de la familia la célula y prototipo de la sociedad, estaríamos
utilizando la religión para mantener en paz nuestro sistema establecido.
Jesus supo ordenar su vida en Nazaret dentro del marco
abierto por la institución familiar y vivió sometido por la obediencia a José y
a María. Él no vino a destruir la ley, sino a cumplirla. Y criticó severamente
a los fariseos que no honraban a sus padres (Mt 15. 3-7). Pero por encima de
todos los vínculos de la sangre, JC colocó siempre la voluntad del Padre, y por
encima de la familia humana, la Familia de Dios que se funda en la fe:
"Alguien le dijo: `¡Oye!, ahí fuera está tu madre y tus hermanos que
desean hablarte`, más él respondió al que se lo decía: `¿Quién es mi madre y
quiénes son mis hermanos?`, y extendiendo la mano hacia sus discípulos dijo:
Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi
Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mt 12,47-50).
Así pues, la familia humana no es tan "sagrada"
que pueda ser un obstáculo para la comunidad más amplia de los hijos de Dios. Y
en otra ocasión dice también el Señor: "No pensen que he venido a traer
paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a
enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su
suegra; y sus propios familiares serán los enemigos de cada cual. El que ama a
su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a
su hija más que a mí, no es digno de mí" (Mt 10,34-37).
En cambio, JC supo restablecer la familia a su primitiva
dignidad e incluso elevar el matrimonio a la categoría de sacramento. La
familia sí puede ser sagrada y lo es siempre que no se opone a la comunidad de
los hijos de Dios. Pasa a ser, sobre la base de una vocación y de una libertad,
como una pequeña Iglesia. Entonces se intensifican los vínculos naturales y en
el seno de la familia se desarrolla una convivencia sobrenatural mucho más
profunda. La familia cristiana, como pequeña Iglesia, no puede ya vivir
solamente bajo las normas de una moral natural, sino que ha de regirse por el
Evangelio e incluso puede y debe ordenar toda su vida como verdadero culto de
acción de gracias a Dios Padre por medio de JC.
Hoy, en la familia hay problemas. En el Evangelio vemos que
incluso en la Sagrada Familia no todo va bien: hay problemas inesperados, carencias,
angustias, sufrimientos. No existe la Sagrada Familia de las estampitas.
María y José: No hallaron alojamiento en Belén (Lc 2,7); Herodes
busca al niño para matarlo (Mt 2,13); De noche huyen para Egipto (M 2,14); María
y José pierden al niño en Julen y lo buscan angustiados, luego lo encuentran
después de tres días. Y cuando, sentado entre los maestros del Templo, responde
que debe atender los asuntos de su Padre, no lo entienden (Lc 2,43). Necesitan tiempo para aprender a conocer a su
hijo. Así es también la realidad de nuestra familia.
A cada día, en la familia, hay que aprender a escucharnos y
comprendernos, a caminar juntos, a afrontar los conflictos y las dificultades.
Es el reto diario, y se gana con la actitud adecuada, con pequeñas atenciones,
con gestos sencillos, cuidando los detalles de nuestras relaciones. Por algo se
nos dice en el IV mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre” (Ex 20,12)¡Cuántas
veces, por desgracia, nacen conflictos dentro de las paredes del hogar como
resultado de silencios demasiado largos y egoísmos no curados! a veces por
cosas insignificantes o solo por las correcciones que se hacen para bien de los
hijos. Esto rompe la armonía y mata a la
familia y ojala fuera por cosas grandes.
Pasemos del “yo” al “tú” y un lenguaje proactivo. Lo que
debe importar más en la familia es el “tú y el nos…”. Y cada día, por favor,
recen un poco juntos, si pueden hacer el esfuerzo, para pedir a Dios el don de
la paz en familia. ¡Y comprometámonos todos ―padres, hijos, Iglesia, sociedad
civil― a apoyar, defender y proteger la familia que es nuestro tesoro! Que la
Virgen María, esposa de José y madre de Jesús, proteja a nuestras familias. Dejémonos
encontrar por alguien que viene en nuestra búsqueda y abramos nuestros hogares
al querer de Dios: “Hagan lo que Él los diga” ( Jn 2,3).
Sabemos que, es difícil, más que nunca la educación de los
hijos, pero hay que predicar con el ejemplo (Mt 12,33,). Es una tarea hermosa,
pero de una gran responsabilidad. Ante todo, los padres son los primeros
educadores de sus hijos y deben ir con el ejemplo por delante. Es muy
importante transmitir valores positivos. Esto lo que nos dice esta reflexión:
Los niños aprenden lo que viven. Si los niños viven con crítica, aprenden a
condenar. Si los niños viven con hostilidad, aprenden a pelear. Si los niños
viven con miedo, aprenden a ser aprensivos. Pero, si los niños viven en un
hogar lleno de ternura, amor, estímulo, aprenden a ser amoroso, tiernos llenos
de confianza. Y más aún, si los niños tienen padres que viven en honestidad,
sinceridad, respeto, transparencia, justicia entonces los niños aprenden serán
sinceros, transparentes y justos.
La Estrategia para ser feliz de una familia es sin duda la
educación en el amor: En la enseñanza central de Jesús esta precisamente el
tema del amor cuando nos dice: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos
a otros como les he amado, en esto les reconocerán que son mis discípulos en
que Uds saben amarse unos a otros como yo les ame” (Jn 13,34), o aquella
reiteración: “Si me aman guardaran mis mandamientos como yo he guardado los
mandamientos de mi padre y permanezco en su amor” (Jn 15,10). Pero con un
acento especial nos enseña del amor sin medida: “Amen a sus enemigos y recen
por quienes les persiguen, así serán hijos de su Padre Celestial, porque si
amas a quien te ama que merito tienes, eso también hacen los que no
conocen a Dios” (Mt 5,44-45), San Pablo agrega y dice: “Todo lo que hagan,
háganlo por amor” (I Cor 16,14).
“Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque
Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no recibe la corrección de
su padre? … Porque nuestros padres sólo nos corrigen por un breve tiempo y de
acuerdo con su criterio. Dios, en cambio, nos corrige para nuestro bien, a fin
de comunicarnos su santidad. Es verdad que toda corrección, en el momento de
recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce
frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella” (Heb 12,1-11).