jueves, 17 de julio de 2025

DOMINGO XVI – C (20 de Julio de 2025)

 DOMINGO XVI – C (20 de Julio de 2025)

Proclamación del Santo Evangelio según San Lucas 10,38-42

10:38 Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.

10:39 Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.

10:40 Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude".

10:41 Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas.

10:42 Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada". PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXIÓN:

Estimados hermanos(as) en el Señor Paz y Bien.

“María, sentada a los pies del Señor, escuchaba la Palabra de Jesús” (Lc 10,39).

 

“El que es de Dios escucha las palabras de Dios; si ustedes no las escuchan, es porque no son de Dios" (Jn 8,47). Luego nos dice. “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" (Mt 20,26-28). Por tanto, es muy importante servir, pero primero, primero hay que escuchar a Dios.

Si antes de actuar no entramos en sinfonía con nuestra conciencia donde Dios nos habla, puede pasarnos como al sacerdote o levita del domingo anterior que no actuaron en la voluntad de Dios (Lc 10, 30-32); si no nos abrimos al consejo de Jesús puede pasarnos lo mismo que a los pescadores donde Simón dice a Jesús: “Maestro hemos trabajado toda la noche y no hemos sacado nada de peces, pero si tú lo dices, echaré las redes" (Lc 5,5); si no escuchamos a Dios, puede pasarnos lo mismo que a Pedro que dijo a Jesús: “Dios no lo permita, Señor, eso no te sucederá. Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: ¡Apártate de mí vista satanás! Porque tú piensas como los hombres y no como Dios" (Mt 16,22-23). “¿Qué debemos hacer para actuar en el querer de Dios?” Jesús respondió: «Lo Dios quiere de Uds. es que crean en el que él ha enviado” (Jn 6,28-29). ¿Cómo creer en El si antes no le escuchamos? Si no escuchamos a Dios puede pasarnos como a Adán y Eva que en lugar de escuchar a Dios, escuchan a la serpiente y hacen lo que Dios le prohibía hacer, luego escapan de l presencia de Dios (Gn 3,4-8). ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? (Mt 16,26); Dios dice: “sin mi nada podrán hacer” (Jn 15,5).

El evangelio de este domingo nos reporta varias ideas: Jesús entra en casa de unos amigos donde pareciera que no viven sino dos hermanas (Jn 11,1), hecho que nos sugiere un ámbito familiar. En segundo lugar, trae a colación la idea de la dignidad de la mujer; en aquel entonces las mujeres estaban prohibidas de sentarse a escuchar a los maestros. En tercer lugar, acuña idea de la ternura de Jesús para con la mujer; ningún hombre de aquel tiempo respondería con la ternura y suavidad de Jesús a Marta que se queja: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude."(Lc 10,40). Y en cuarto lugar nos sugiere la idea de la prioridad entre el ser y hacer: María ha elegido la mejor parte, el ser y que no se la quitara nadie (Lc 10,42).

Ámbito familiar: Conviene recordar aquella cita en la que Jesús se muestra como amigo: “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa." (Lc 19,5).  “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado (Jn 13,34). No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre” (Jn 15,12-15). Y ampliando el panorama del ámbito familiar en el ámbito amical nos topamos con aquella cita: “Él les contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre” (Lc 8,21). Por tanto y sabemos con qué confianza visita Jesús a la casa de Marta y María (Lc 7,37-47).

La casa de los amigos de Jesús nos sitúa en Betania (Jn 11,1): “Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos (Jn 11,2). Su hermano Lázaro era el enfermo. Las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: Señor, el que tú amas está enfermo. Al oírlo Jesús, dijo: Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para gloria de Dios, y el Hijo del Hombre será glorificado por ella. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Jn 11,3-5). Por lo visto esta casa visitada por Jesús es una casa de frecuente visita, de ahí que incluso se ve a Jesús que lloró por su amigo lázaro cuando murió (Jn 11,35).

La dignidad de la mujer: Jesús demostrando que también la mujer tiene derecho a sentarse, a respirar, a darse un descanso y regalarse un espacio a sí misma. Recordemos el episodio de la ley que mata a pedradas solo a la mujer que comete adulterio y no dice nada del adúltero “Los fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer es una adúltera y ha sido sorprendida en el acto. En un caso como éste la Ley de Moisés ordena matar a pedradas a la mujer. Tú ¿qué dices? Jesús les dice: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra” (Jn 8,7). Luego: ¿Nadie te condeno? Ninguno, señor. Y Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar más” (Jn 8,10-11). Jesús es el primero en salir en defensa de la mujer y devolver su dignidad.

Ternura de Jesús para con la mujer: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada" (Lc. 10,42). Todos tenemos este privilegio de hallar en Jesús la fuente de esa fortaleza espiritual que tanto buscamos tanto varones y mujeres, pues Jesús nos llama a todos a acercarnos a él si estamos fatigado o cansados: “Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mt 11,28-30).

Antes de hablar de Dios hay que escuchar a Dios. Antes de hablar de los hombres hay que escuchar a los hombres. No para quedarnos siempre sentados, sino para que luego vayamos a servirles. El trabajo es necesario. En el Evangelio no tienen cabida los vagos que no saben sino ver televisión y sus telenovelas. Dice San Pablo: “Quien no trabaja que no coma” (I Tes. 3,10). Pero el trabajo tiene que ser planificado. Los quehaceres nos cansan, pero no podemos caer en el nerviosismo que, como decimos hoy, nos lleva a vivir estresados, nerviosos, porque las tensiones nerviosas nos quitan la paz y además hacen difícil la convivencia.

Todos necesitamos de tiempo para trabajar (lunes a sábado), pero también necesitamos de tiempo para estar con nosotros mismos y de estar también escuchando a Dios (Domingo). De lo contrario, terminamos vaciándonos por dentro. Como alguien ha escrito: "Derecho a sentarse." Caminar, sí; pero descansar también. Quien no sabe descansar se desgasta trabajando (Mt 16,26).

Prioridad entre el hacer y escuchar: Dijo Jesús: “María ha elegido la parte buena, que no le será quitada" (Lc. 10,42).  Además, Jesús dice: “Uds. son mis amigos, si escuchan y cumplen lo que les mando” ( Jn. 15,14). Y es más, sin la escucha a la palabra de Dios, siempre tendremos necesidades y puede pasarnos como paso en el inicio a los apóstoles: “Cuando terminó de hablar, dijo Jesús a Simón: Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar. Simón respondió: Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes. Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían” (Lc.5,4-6).

El domingo tiene que ser el día en que tenemos que sentarnos como María a los pies de Jesús para escuchar su palabra y en esa escucha hallaremos fuerzas para hallar el pan de cada día en el trabajo pero eso será posible para los humildes y sencillos de corazón: “En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer” (Mt  11,25-27).

En el evangelio de hoy, lo que Jesús corrige no es el servicio de la cocina, sino el activismo y, por tanto, la pérdida del ser. En tal sentido Jesús destaca dos cosas. Ciertamente que lo primero y más importante es "descansar y escuchar" porque sólo así podremos luego trabajar con tranquilidad y serenidad y no como sucede con frecuencia con los nervios a flor de piel. Más que de superioridades entre servicio y escuchar, lo que Jesús quiere hacernos ver es solo cuestión de prioridades. Escuchar es esencial, pero también es esencial el servicio. El quehacer es importante, pero el descansar también. Esto es válido en todos los campos de la vida: como padres, como esposos, como personas, como jefes y, ¿sabes?, también como sacerdotes o religiosos.

Es tan importante el escuchar porque si no escuchas por ejemplo a tu esposa, ¿qué sabes de sus sentimientos y de qué le vas a hablar? Si no escuchas a tus hijos, sus problemas, sus necesidades, no te quejes de que luego no quieran ellos escucharte a ti. Si no conoces los problemas de la gente, ¿de qué les vamos a hablar? ¿Sólo de fútbol? Y esto es válido para todos y es esencial. Porque si yo como religioso o sacerdote no escucho primero a Dios, ¿qué les puedo decir de Dios a los fieles? Si yo no tengo tiempo para escuchar a Dios, ¿de qué lleno mi corazón y mi vocación? Si no escucho primero a Dios hablaré de mis ideas, pero no de lo que Él quiere que hable.

Hoy en día se escucha con frecuencia a la gente: "No tengo tiempo y por eso no voy a misa". Yo diría no tiene tiempo el que no quiere y como tenemos tiempo para la fiesta del amigo o vecino y la novela y luego decimos que no tenemos tiempo para ir a la Misa en el domingo. Además necesitamos vivir de prioridades, de lo contrario lo accidental y secundario termina por comernos vivos. He aprendido a disponer siempre de espacios de silencio y escucha. De lo contrario, me vacío.  Hay gente que anda sin tiempo para Dios. Luego corre a la farmacia porque sufre de hipertensión. Luego en busca de psicólogo. Por si no lo sabias, la mejor pastilla, el mejor psicólogo, el mejor amigo es Jesús.

El evangelista Lucas subraya “le recibió”. Marta le ofrece a Jesús la acogida propia de un huésped (así como también hará Zaqueo en Jericó, Lc 19,6; o los dos peregrinos en Emaús, Lc 24,29). Ella hace lo contrario de los samaritanos mencionados antes, en Lc 9,53, quienes “no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén”; y ciertamente tiene algún parecido con el “buen” samaritano que responde por la posada del hombre herido que recogió en el camino (Lc 10,34-35), si bien en el caso de Marta -como diferencia- se trata de la acogida del amigo.

Dos maneras de atender al huésped (Lc 10,39-40): La llegada del huésped altera la casa. Sus dos habitantes despliegan energías para atenderlo bien como ya se manifestó:

María (Escucha=domingo) (Lc 10,39): Dedica su tiempo a la persona misma de Jesús, ella se sienta frente a él “a los pies del Señor…”. El evangelista dice con precisión: “…escuchaba su Palabra” (Lc 10,39). El gesto de María frente a Jesús nos recuerda la posición de un discípulo con relación a su maestro (por ejemplo en Hch 22,3, Pablo se declara discípulo de Gamaliel con estos términos: “instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley”). La postura indica el interés por aprender recibiendo dócilmente la “Palabra” (que en Lucas es una manera de indicar la predicación y de referirse a toda la formación que Jesús les ofrece a sus discípulos).

"...una sola cosa es necesaria." Esta es la frase central. La expresión "una sola cosa" contrasta directamente con las "muchas cosas" de Marta.

Para Jesús las prioridades del Reino de Dios:  "Buscar primero el Reino de Dios y su justicia" (Mt 6,33). Las preocupaciones mundanas (comida, vestido, etc.) son secundarias. La actitud de María ejemplifica esta búsqueda primaria.

La Palabra de Dios como alimento esencial: Jesús afirma que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4; Dt 8,3). María, al sentarse a los pies de Jesús, está asimilando la Palabra viva, que es alimento para la vida eterna.

Discipulado: La postura de María, sentada a los pies del maestro, es la de un discípulo. En el judaísmo, los alumnos se sentaban a los pies de su rabino. Esta es una imagen de la disponibilidad y receptividad al Señor, que es fundamental para el seguimiento de Cristo. Otros pasajes que resaltan la importancia de escuchar y obedecer la Palabra incluyen Lc 8,21 ("Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra") y Lc 11,28 ("Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan").

La Primacía de la Contemplación sobre la Acción: Este pasaje ha sido fundamental en la teología cristiana para establecer la primacía de la vida contemplativa sobre la vida activa. No se denigra la acción de Marta (el servicio es esencial), pero se subraya que el fundamento y la fuente de toda acción fructífera es la unión con Dios a través de la escucha y la contemplación. Sin la "mejor parte," la acción puede volverse estéril o ansiosa.

La Salvación como Comunión con Cristo: La "mejor parte" de María es la comunión con Cristo, la escucha de Su Palabra, que es la vida eterna. "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Jn 17,3). La salvación no es solo una liberación del pecado, sino una unión personal y transformadora con Dios. María, al elegir estar con Jesús y escucharle, está ya participando de esta vida.

Elección Fundamental: La expresión "ha escogido" indica una decisión libre y consciente por parte de María. La salvación requiere una respuesta activa del ser humano, una "elección" por lo que es verdaderamente esencial. No es un destino pasivo, sino una respuesta de amor y fe.

Gracia y Libertad: La primacía de la "mejor parte" no anula la necesidad del servicio, sino que lo ordena. La actividad (Marta) debe nacer de la contemplación (María). La gracia (la presencia de Jesús y su Palabra) es ofrecida, pero la libertad humana debe acogerla.

La Vida Espiritual como Prioridad: El pasaje nos invita a examinar nuestras propias vidas y prioridades. ¿Estamos afanados en "muchas cosas" que nos distraen de la "única cosa necesaria"? La vida moderna, con sus múltiples demandas y distracciones, a menudo nos aleja de la quietud y el silencio necesarios para escuchar a Dios.

La Actitud de Escucha y Receptividad: María es el modelo del discípulo que es dócil y receptivo a la Palabra de Dios. En un mundo ruidoso, la capacidad de sentarse a los pies de Jesús, en silencio y con apertura de corazón, es una disciplina espiritual crucial para crecer en la fe y la santidad.

La Paz Interior y la Ansiedad: Jesús contrasta la agitación de Marta con la serenidad de María. Escoger la "mejor parte" conduce a una paz interior, porque nuestras prioridades están alineadas con la voluntad de Dios. La ansiedad, por el contrario, es fruto de una desorientación de las prioridades.

La "Mejor Parte" como Fuente de Perseverancia: El hecho de que la "mejor parte" no le será quitada sugiere su carácter imperecedero. Las tareas mundanas son transitorias, pero la relación con Dios y la vida eterna son eternas. Invertir en esta "mejor parte" asegura un fruto que permanece, incluso en medio de las tribulaciones.

Según Lc 10,38-42, la Sagrada Escritura demuestra que para salvarse es necesario escoger "la mejor parte," la de María. Esta "mejor parte" no es un mero ocio, sino la primacía de la escucha atenta y la comunión con Cristo a través de Su Palabra.

Exegéticamente: se subraya la necesidad de una sola cosa esencial (la relación con Cristo) frente a las muchas preocupaciones secundarias. Bíblicamente: se inserta en la enseñanza de Jesús sobre la prioridad del Reino de Dios y la importancia de alimentar el alma con Su Palabra. Teológicamente: establece la primacía de la contemplación como fuente de la acción, y la salvación como una comunión elegida con el Señor. Espiritualmente: nos llama a una conversión de prioridades, a cultivar la escucha de Dios y la paz interior, como fundamento de una vida cristiana auténtica y perseverante.

Al elegir esta "mejor parte," el creyente se asegura una porción que no le será quitada, que es la vida eterna en comunión con Dios, la verdadera salvación. La salvación no es solo un destino final, sino una realidad que se comienza a vivir aquí y ahora al priorizar la relación con Cristo sobre todas las demás preocupaciones.

 

 

 

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