DOMINGO XXII - C (31 de agosto del e2025)
Proclamación del Santo Evangelio según San Lucas 14 1.7-14:
14,1 Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los
principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
14,7 Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros
puestos, les dijo esta parábola:
14,8 "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques
en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona
más importante que tú,
14,9 y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que
decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que
ponerte en el último lugar.
14,10 Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el
último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga:
"Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los
invitados.
14,11 Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que
se humilla será ensalzado".
14,12 Después dijo al que lo había invitado: "Cuando
des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a
tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y
así tengas tu recompensa.
14,13 Al contrario, cuando des un banquete, invita a los
pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
14,14 ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte,
y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!". PALABRA
DEL SEÑOR.
REFLEXION:
Estimados amigos(as) en el Señor Paz y Bien.
“Cuando te inviten, colócate en el último sitio, y cuando
llegue el que te invitó, te diga: Amigo, pasa más adelante, y quedarás bien
delante de todos” (Lc 14,10).
En la lectura del domingo anterior “Preguntaron: Señor,
¿Serán pocos los que se salvan?" Él respondió: Esfuércense en entrar por
la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no podrán
entrar” (Lc 13,23-24). Hoy nos da mayores luces de cuantos o quiénes son los
que se salven: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será
ensalzado" (Lc 14,11). Equivale decir que:
a) Se salvarán todos los que se dejan ensalzar por Dios y
eso requiere humildad. El ensalzamiento de Dios suscita la estadía con Dios.
Pero requiere que el hombre sepa situarse ante Dios tal cual es: “Dios creó, al
ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó” (Gn
1,27). El hombre si sabe reconocerse como criatura de Dios, entonces Dios se
encarga de ensalzarlo al darle el soplo de su Espíritu (Gn 2,7).
b) “El que se ensalce (Soberbia) será humillado” (Lc 14,11).
El que no se deja ensalzar por Dios; sino que, busca ensalzarse a sí mismo.
Dios al crear al hombre le dijo: “No comerás del árbol prohibido, el día que
comas de ella ten certeza que morirás” (Gn 2,16). Mas luego, se nos
describe que: “Replicó la serpiente a la mujer: De ninguna manera morirán. Es
que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán los ojos y
serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn 3,4-5). El pecado del
demonio es precisamente el ensalzarse así mismo, prescindiendo del querer de
Dios. Como se cree igual a Dios, instiga al hombre a que desobedezca a Dios y
se ensalce así mismo. Por tal razón Dios humillo al Ángel rebelde expulsándolo del
paraíso a su propio reino que es el infierno.
Hoy nos ha puesto un ejemplo para los que de veras nos
interesa nuestra salvación: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los
lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen
cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!
(Salvación)" (Lc 14,13-14). “El Rey dirá a los de su derecha: "Les
aseguro que cada vez que compartieron un con el más pobres de mis hermanos, lo
hicieron conmigo. Luego dirá a los de la izquierda: Aléjense de mí, malditos;
vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles… porque:
Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos,
tampoco lo hicieron conmigo. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la
Vida eterna" (Mt 25,40-46). “Den, y se les dará (Lc 6,38). “Dios quiere
que todos los hombres se salven, llegando al conocimiento de la verdad” (I Tm
2,4).
En la enseñanza de este domingo, Jesús agrega dos consejos
respecto al deseo de salvación de la humanidad: 1) “Cuando te inviten a una
fiesta, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que
te invitó, te diga: Amigo, acércate más, y así quedarás bien delante de todos
los invitados” (Lc 14,10). 2) “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a
los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. Y Feliz de ti, porque
ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección
de los justos” (Lc 14,13-14).
Las dos enseñanzas de hoy de Jesús bien pueden acuñar
una respuesta a otra escena de fiesta en el que alguien entro sin traje de
fiesta: "Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el
traje de fiesta? El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los
guardias: Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí
habrá llanto y rechinar de dientes. Porque muchos son llamados, pero pocos son
elegidos" (Mt 22,12-14). ¿Qué es ese traje de fiesta que se requiere para
estar en fiesta (Cielo)? El traje de fiesta es la santidad. Solo los que son
santos serán parte del banquete de bodas del Cordero, es decir gozaran de la
vida eterna. Hoy nos da dos pautas más de cómo podemos ganarnos el traje de
fiesta: Siendo humildes, buscando siempre los últimos puestos en los banquetes
si somos invitados (Lc 14,10), e invitar a los pobres si organizamos una fiesta
o banquete (Lc 14,13).
Jesús se interesa mucho por hacernos entender del por qué tenemos que saber amarnos, así por ejemplo explica a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo le dio a su Hijo Único, para que quien cree en él no se muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él” (Jn 3,16-17)). Y el modo como nos amó, es el amor de Dios por cada uno de nosotros al decir: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). “Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn. 10,9-11).
Jesús no quiere cristianos que hagamos el ridículo ante la
gente. No quiere cristianos arrepentidos que tratan de buscar caminos más
fáciles. Jesús quiere cristianos de cuerpo entero que son capaces de jugarse
enteros y todo por él, porque él se jugó todo por ti e incluso dios su vida por
ti y al respecto San Pablo dice: “El (Cristo Jesús), siendo de condición
divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la
condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la
condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está
sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los
cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo
Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre”(Flp 2,6-11). “Todo lo que hasta
ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más
aún, todo me parece una desventaja comparada con el inapreciable conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que
considero como basura, con tal de ganar a Cristo” (Flp 3,7-8). “Para mi Cristo
lo es todo” (Col 3,11).
“Mi dicha y mi felicidad es estar cerca a Dios” (Slm 73,28).
Humildad es la estrategia para estar cerca del Señor: La
humildad es una virtud fundamental en el cristianismo, considerada una cualidad
que agrada a Dios. La frase que citas de Lucas 14:1, 7-14, es un ejemplo claro
de esta enseñanza. Jesús utiliza una parábola para ilustrar la importancia de
no buscar la prominencia, sino de humillarse para ser exaltado por Dios.
En Lucas 14,7-14 Jesús está en casa de un fariseo,
observando cómo los invitados escogen los primeros puestos en la mesa. Esta
acción no era simplemente una cuestión de etiqueta, sino que reflejaba un
profundo deseo de honor y estatus social. En la cultura judía de esa época, la
posición en la mesa era un indicador directo de la importancia de la persona.
Jesús interviene con una lección sobre la humildad: Aconseja
a los invitados a no sentarse en el primer puesto, para evitar la vergüenza de
ser relegados a un lugar inferior si llega alguien más importante (Lc 14,8); Enseña
que es mejor ocupar un último lugar en señal de modestia y ser invitado a
subir, ya que esto le confiere honor delante de todos invitados (Lc 14,10); Concluye
con el principio de enseñanza: "Porque todo el que se ensalce será
humillado, y el que se humille será ensalzado (Lc 14,11). Este pasaje es una
crítica directa a la autosuficiencia y la búsqueda de gloria personal. La
humildad, en este contexto, no es una baja autoestima, sino el reconocimiento
de que nuestra valía no proviene de nuestro estatus o de la opinión de los
demás, sino de nuestra relación con Dios.
Interpretación Mística: La interpretación mística trasciende
el significado literal y se centra en la experiencia espiritual y la unión con
lo divino. Desde una perspectiva mística, la humildad no es solo un
comportamiento, sino un estado del alma:
Vaciamiento del yo: La humildad mística implica un
"vaciamiento del yo" (kenosis), un despojo del ego, la vanidad y el
orgullo. Este proceso crea un espacio interior que puede ser llenado por la
presencia de Dios.
Dios en el silencio: Los místicos a menudo hablan de
encontrar a Dios no en el ruido de la autoafirmación, sino en el silencio y la
sencillez. La humildad es la llave que abre la puerta a este espacio interior.
Como dice San Juan de la Cruz, "para venir a poseer el todo, no quieras
poseer algo en nada". La humildad nos lleva a desear "nada" para
que Dios sea nuestro "todo".
Exaltación espiritual: La "exaltación" mencionada
en la parábola no es un premio social, sino una elevación espiritual. Es la
gracia de Dios actuando en el alma humilde, transformándola y acercándola a la
divinidad. La humildad es el cimiento sobre el cual se construye la verdadera
vida espiritual.
En resumen, tanto desde una perspectiva exegética como
mística, la humildad no es un signo de debilidad, sino una fuente de fuerza y
de gracia. Es el camino para que el Señor obre en nuestras vidas, elevándonos
de una manera que la gloria humana nunca podría. La humildad es una expresión
de la confianza en Dios, ya que confiamos en que Él nos dará el honor que nos
corresponde, en lugar de tratar de conseguirlo por nuestra cuenta.
“Todo el que se ensalce será humillado, y el que se humille
será ensalzado" (Lucas 14:11) es una de las frases más conocidas de Jesús,
y su demostración exegética se basa en el análisis del contexto literario,
histórico y teológico del pasaje. El término exégesis se refiere a la
interpretación crítica y completa de un texto, basándose en su contexto
original. Para entender este versículo, debemos ver el pasaje completo (Lucas
14:7-14) y su lugar en el Evangelio.
Contexto Literario y Estructural: El Evangelio de
Lucas presenta a Jesús como un maestro de la sabiduría que utiliza parábolas y
dichos para subvertir las expectativas sociales y religiosas. La parábola del
banquete, que precede al versículo 11, es un ejemplo perfecto. Jesús observa
cómo los invitados buscan los puestos de honor. Esto revela una preocupación
por el estatus y la posición social, una dinámica común en la sociedad de la
época. Jesús, al contar la parábola, invierte esta lógica. Sugiere que es mejor
sentarse en el último lugar, no por un falso sentido de modestia, sino para ser
exaltado por el anfitrión. El anfitrión, que representa a Dios, es quien tiene
el poder de elevar a la persona. La frase de Lucas 14:11 actúa como la
conclusión y el principio moral de la parábola.
El verbo griego para "ensalzar” que significa
"elevar," "exaltar," u "honrar." Este mismo verbo
se usa en otros pasajes para hablar de la exaltación de Jesús por parte del
Padre (por ejemplo, en Hechos 2:33 y 5:31). Por otro lado, el verbo
"humillar", que significa "rebajar," "humillar,".
En la teología de Lucas, la verdadera grandeza no se mide por la posición
social, sino por la humildad. El que busca la grandeza por sus propios medios
(el orgullo) será rebajado por Dios, mientras que el que se humilla (por
obediencia y servicio reconociendo la soberanía de Dios) será exaltado por Él.
La exaltación es un don divino, no un logro humano.
Conclusión Exegética: La exégesis de Lucas 14:11 revela que
Jesús no está simplemente dando un consejo de etiqueta social. Está
estableciendo un principio fundamental del Reino de Dios: la inversión de los
valores humanos. En el Reino de Dios, el camino hacia la grandeza no es el
orgullo y la auto-exaltación (quien se ensalce), sino la humildad y la
auto-negación (quien se humille). Este principio resuena en toda la enseñanza
de Jesús, desde la bienaventuranza de los pobres de espíritu (Mateo 5,3) hasta
el lavatorio de los pies (Juan 13). La frase es un resumen de la ética de Jesús
y del carácter del Dios que él revela. La humildad es el camino para ser
reconocido y honrado por Dios, mientras que el orgullo es una barrera en el
camino que conduce a la humillación.