lunes, 25 de agosto de 2025

DOMINGO XXII - C (31 de agosto del e2025)

 DOMINGO XXII - C (31 de agosto del e2025)

Proclamación del Santo Evangelio según San Lucas 14 1.7-14:

14,1 Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.

14,7 Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:

14,8 "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,

14,9 y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

14,10 Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados.

14,11 Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

14,12 Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.

14,13 Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.

14,14 ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!". PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXION:

Estimados amigos(as) en el Señor Paz y Bien.

“Cuando te inviten, colócate en el último sitio, y cuando llegue el que te invitó, te diga: Amigo, pasa más adelante, y quedarás bien delante de todos” (Lc 14,10).

En la lectura del domingo anterior “Preguntaron: Señor, ¿Serán pocos los que se salvan?" Él respondió: Esfuércense en entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no podrán entrar” (Lc 13,23-24). Hoy nos da mayores luces de cuantos o quiénes son los que se salven: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado" (Lc 14,11). Equivale decir que:

a) Se salvarán todos los que se dejan ensalzar por Dios y eso requiere humildad. El ensalzamiento de Dios suscita la estadía con Dios. Pero requiere que el hombre sepa situarse ante Dios tal cual es: “Dios creó, al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó” (Gn 1,27). El hombre si sabe reconocerse como criatura de Dios, entonces Dios se encarga de ensalzarlo al darle el soplo de su Espíritu (Gn 2,7).

b) “El que se ensalce (Soberbia) será humillado” (Lc 14,11). El que no se deja ensalzar por Dios; sino que, busca ensalzarse a sí mismo. Dios al crear al hombre le dijo: “No comerás del árbol prohibido, el día que comas de ella ten certeza que morirás” (Gn 2,16).  Mas luego, se nos describe que: “Replicó la serpiente a la mujer: De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn 3,4-5). El pecado del demonio es precisamente el ensalzarse así mismo, prescindiendo del querer de Dios. Como se cree igual a Dios, instiga al hombre a que desobedezca a Dios y se ensalce así mismo. Por tal razón Dios humillo al Ángel rebelde expulsándolo del paraíso a su propio reino que es el infierno.

Hoy nos ha puesto un ejemplo para los que de veras nos interesa nuestra salvación: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos! (Salvación)" (Lc 14,13-14). “El Rey dirá a los de su derecha: "Les aseguro que cada vez que compartieron un con el más pobres de mis hermanos, lo hicieron conmigo. Luego dirá a los de la izquierda: Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles… porque: Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna" (Mt 25,40-46). “Den, y se les dará (Lc 6,38). “Dios quiere que todos los hombres se salven, llegando al conocimiento de la verdad” (I Tm 2,4).

En la enseñanza de este domingo, Jesús agrega dos consejos respecto al deseo de salvación de la humanidad: 1) “Cuando te inviten a una fiesta, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: Amigo, acércate más, y así quedarás bien delante de todos los invitados” (Lc 14,10). 2) “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.  Y Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos” (Lc 14,13-14).

Las dos enseñanzas de hoy de Jesús bien pueden acuñar una respuesta a otra escena de fiesta en el que alguien entro sin traje de fiesta:   "Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta? El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos" (Mt 22,12-14). ¿Qué es ese traje de fiesta que se requiere para estar en fiesta (Cielo)? El traje de fiesta es la santidad. Solo los que son santos serán parte del banquete de bodas del Cordero, es decir gozaran de la vida eterna. Hoy nos da dos pautas más de cómo podemos ganarnos el traje de fiesta: Siendo humildes, buscando siempre los últimos puestos en los banquetes si somos invitados (Lc 14,10), e invitar a los pobres si organizamos una fiesta o banquete (Lc 14,13).

Jesús se interesa mucho por hacernos entender del por qué tenemos que saber amarnos, así por ejemplo explica a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo le dio a su Hijo Único, para que quien cree en él no se muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él” (Jn 3,16-17)). Y el modo como nos amó, es el amor de Dios por cada uno de nosotros al decir: “No hay amor más  grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). “Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn. 10,9-11).

Jesús no quiere cristianos que hagamos el ridículo ante la gente. No quiere cristianos arrepentidos que tratan de buscar caminos más fáciles. Jesús quiere cristianos de cuerpo entero que son capaces de jugarse enteros y todo por él, porque él se jugó todo por ti e incluso dios su vida por ti y al respecto San Pablo dice: “El (Cristo Jesús), siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre”(Flp 2,6-11). “Todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparada con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como basura, con tal de ganar a Cristo” (Flp 3,7-8). “Para mi Cristo lo es todo” (Col 3,11).

“Mi dicha y mi felicidad es estar cerca a Dios” (Slm 73,28).

Humildad es la estrategia para estar cerca del Señor: La humildad es una virtud fundamental en el cristianismo, considerada una cualidad que agrada a Dios. La frase que citas de Lucas 14:1, 7-14, es un ejemplo claro de esta enseñanza. Jesús utiliza una parábola para ilustrar la importancia de no buscar la prominencia, sino de humillarse para ser exaltado por Dios.

En Lucas 14,7-14 Jesús está en casa de un fariseo, observando cómo los invitados escogen los primeros puestos en la mesa. Esta acción no era simplemente una cuestión de etiqueta, sino que reflejaba un profundo deseo de honor y estatus social. En la cultura judía de esa época, la posición en la mesa era un indicador directo de la importancia de la persona.

Jesús interviene con una lección sobre la humildad: Aconseja a los invitados a no sentarse en el primer puesto, para evitar la vergüenza de ser relegados a un lugar inferior si llega alguien más importante (Lc 14,8); Enseña que es mejor ocupar un último lugar en señal de modestia y ser invitado a subir, ya que esto le confiere honor delante de todos invitados (Lc 14,10); Concluye con el principio de enseñanza: "Porque todo el que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado (Lc 14,11). Este pasaje es una crítica directa a la autosuficiencia y la búsqueda de gloria personal. La humildad, en este contexto, no es una baja autoestima, sino el reconocimiento de que nuestra valía no proviene de nuestro estatus o de la opinión de los demás, sino de nuestra relación con Dios.

Interpretación Mística: La interpretación mística trasciende el significado literal y se centra en la experiencia espiritual y la unión con lo divino. Desde una perspectiva mística, la humildad no es solo un comportamiento, sino un estado del alma:

Vaciamiento del yo: La humildad mística implica un "vaciamiento del yo" (kenosis), un despojo del ego, la vanidad y el orgullo. Este proceso crea un espacio interior que puede ser llenado por la presencia de Dios.

Dios en el silencio: Los místicos a menudo hablan de encontrar a Dios no en el ruido de la autoafirmación, sino en el silencio y la sencillez. La humildad es la llave que abre la puerta a este espacio interior. Como dice San Juan de la Cruz, "para venir a poseer el todo, no quieras poseer algo en nada". La humildad nos lleva a desear "nada" para que Dios sea nuestro "todo".

Exaltación espiritual: La "exaltación" mencionada en la parábola no es un premio social, sino una elevación espiritual. Es la gracia de Dios actuando en el alma humilde, transformándola y acercándola a la divinidad. La humildad es el cimiento sobre el cual se construye la verdadera vida espiritual.

En resumen, tanto desde una perspectiva exegética como mística, la humildad no es un signo de debilidad, sino una fuente de fuerza y de gracia. Es el camino para que el Señor obre en nuestras vidas, elevándonos de una manera que la gloria humana nunca podría. La humildad es una expresión de la confianza en Dios, ya que confiamos en que Él nos dará el honor que nos corresponde, en lugar de tratar de conseguirlo por nuestra cuenta.

“Todo el que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado" (Lucas 14:11) es una de las frases más conocidas de Jesús, y su demostración exegética se basa en el análisis del contexto literario, histórico y teológico del pasaje. El término exégesis se refiere a la interpretación crítica y completa de un texto, basándose en su contexto original. Para entender este versículo, debemos ver el pasaje completo (Lucas 14:7-14) y su lugar en el Evangelio.

Contexto Literario y Estructural: El Evangelio de Lucas presenta a Jesús como un maestro de la sabiduría que utiliza parábolas y dichos para subvertir las expectativas sociales y religiosas. La parábola del banquete, que precede al versículo 11, es un ejemplo perfecto. Jesús observa cómo los invitados buscan los puestos de honor. Esto revela una preocupación por el estatus y la posición social, una dinámica común en la sociedad de la época. Jesús, al contar la parábola, invierte esta lógica. Sugiere que es mejor sentarse en el último lugar, no por un falso sentido de modestia, sino para ser exaltado por el anfitrión. El anfitrión, que representa a Dios, es quien tiene el poder de elevar a la persona. La frase de Lucas 14:11 actúa como la conclusión y el principio moral de la parábola.

El verbo griego para "ensalzar” que significa "elevar," "exaltar," u "honrar." Este mismo verbo se usa en otros pasajes para hablar de la exaltación de Jesús por parte del Padre (por ejemplo, en Hechos 2:33 y 5:31). Por otro lado, el verbo "humillar", que significa "rebajar," "humillar,". En la teología de Lucas, la verdadera grandeza no se mide por la posición social, sino por la humildad. El que busca la grandeza por sus propios medios (el orgullo) será rebajado por Dios, mientras que el que se humilla (por obediencia y servicio reconociendo la soberanía de Dios) será exaltado por Él. La exaltación es un don divino, no un logro humano.

Conclusión Exegética: La exégesis de Lucas 14:11 revela que Jesús no está simplemente dando un consejo de etiqueta social. Está estableciendo un principio fundamental del Reino de Dios: la inversión de los valores humanos. En el Reino de Dios, el camino hacia la grandeza no es el orgullo y la auto-exaltación (quien se ensalce), sino la humildad y la auto-negación (quien se humille). Este principio resuena en toda la enseñanza de Jesús, desde la bienaventuranza de los pobres de espíritu (Mateo 5,3) hasta el lavatorio de los pies (Juan 13). La frase es un resumen de la ética de Jesús y del carácter del Dios que él revela. La humildad es el camino para ser reconocido y honrado por Dios, mientras que el orgullo es una barrera en el camino que conduce a la humillación.

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