martes, 3 de noviembre de 2020
DOMINGO XXXI –A- (Domingo 01 de noviembre de 2020)
sábado, 24 de octubre de 2020
DOMINGO XXX - A (25 de Octubre del 2020)
DOMINGO XXX - A (25 de Octubre del 2020)
22:35 y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó
para ponerlo a prueba:
22:36 "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de
la Ley?"
22:37 Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
22:38 Este es el más grande y el primer mandamiento.
22:39 El segundo es semejante al primero: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
22:40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los
Profetas". PALABRA DEL SEÑOR.
“¿Serán pocos los que se salven?” (Lc 13,23). Hemos dicho
que, se salvaran todos los que entran al banquete de boda del Cordero y para
entrar al banquete de boda del Cordero previa aceptación (Bautismo= Mt
28,19-20), es requisito estar revestidos con traje de fiesta (Mt 22,12). ¿Cómo
revestirnos con traje de fiesta? Sabiendo situarnos tal como somos ante cesar
como ciudadanos cumpliendo con los deberes de la sociedad (Mt 22,21) y ante
Dios dar testimonio de la fe como imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26). Y la
estrategia para revestirnos con traje de fiesta es lo que hoy nos da pie
responder a la pregunta: ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley? Amar a
Dios y al prójimo (Mt 22,36). Con esta respuesta también respondemos a la
pregunta ¿Qué obras buenas tengo que hacer para obtener la salvación eterna?”
(Mt 19,16). Haciendo o viviendo a cabalidad el bien supremo del amor. ¿Cómo?
Amor a Dios amando al prójimo. Por eso, san Juan nos enfatiza: “Quien dice que
ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso” (IJn 4,20).
Porque simplemente Dios es amor (I Jn 4,8).
miércoles, 14 de octubre de 2020
DOMINGO XXIX - A (18 de octubre del 2020)
DOMINGO XXIX - A (18 de octubre del 2020)
22:16 Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos,
para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda
fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas,
porque tú no te fijas en la categoría de nadie.
22:17 Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto
al César o no?"
22:18 Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo:
"Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?
22:19 Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto".
Ellos le presentaron un denario.
22:20 Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y
esta inscripción?"
22:21 Le respondieron: "Del César". Jesús les
dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de
Dios". PALABRA DEL SEÑOR.
Pero Jesús, enseguida, se da cuenta de la trampa que los
fariseos le quieren tender (Mt 22,18). Afirmar o negar el pago reclamado por
los romanos, es igualmente peligroso para Él. Un NO de Jesús le hace agitador
de la rebelión y enemigo del César o autoridad. Un SÍ implica aceptar la
ocupación romana y negar el ansia judía de liberación. Recordemos que los
romanos dominan sobre los judíos desde el años 64 Ac. y les han impuesto no
solo duras cargas en el impuesto, sino que además les han quitado lo más
precioso, el dar culto a Dios Yahveh, el que los liberó de la esclavitud (Lv
11,45) Y están obligados a dar culto al dios Cesar. Los judíos tienen una única
esperanza: que el mesías prometido, llegará pronto y vencerá y desterrará de
sus tierras a los invasores, los romanos.
La autoridad estatal es instrumento de Dios para la
realización de la voluntad de Dios, aunque no lo sepan o quizás no lo quieran.
La primera Lectura de hoy (Isaías 45, 1. 4-6) nos da un ejemplo: Dios se sirve
del rey de Persia para realizar sus planes de salvación con el elegido pueblo
israelita. Así cualquier hombre, cualquier institución pueden ser instrumentos
de Dios. San pablo también nos dice: “Por eso también, ustedes deben pagar los
impuestos: los gobernantes, en efecto, son funcionarios al servicio de Dios
encargados de cumplir este oficio. Den a cada uno lo que le corresponde: al que
se debe impuesto, impuesto; al que se debe contribución, contribución; al que se
debe respeto, respeto; y honor, a quien le es debido” (Rm 13,6-7). Cristo
tampoco niega el poder pagano de los romanos, ni lo quiere derrotar por
revolución. De tal manera Él acepta, fundamentalmente el Estado y las
autoridades políticas, independientemente de sus formas concretas.
domingo, 4 de octubre de 2020
DOMINGO XXVIII - A (11 de Octubre del 2020)
DOMINGO XXVIII - A (11 de Octubre del 2020)
22:2 "El Reino de los Cielos se parece a un rey que
celebraba las bodas de su hijo.
22:3 Envió entonces a sus servidores para avisar a los
invitados, pero estos se negaron a ir.
22:4 De nuevo envió a otros servidores con el encargo de
decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados
mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las
bodas".
22:5 Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se
fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
22:6 y los demás se apoderaron de los servidores, los
maltrataron y los mataron.
22:7 Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas
para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
22:8 Luego dijo a sus servidores: "El banquete nupcial
está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
22:9 Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos
los que encuentren".
22:10 Los servidores salieron a los caminos y reunieron a
todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de
convidados.
22:11 Cuando el rey entró para ver a los comensales,
encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
22:12 "Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el
traje de fiesta?" El otro permaneció en silencio.
22:13 Entonces el rey dijo a los guardias: "Atenlo de
pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar
de dientes".
22:14 Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos" PALABRA DEL SEÑOR.
REFLEXIÓN:
Estimados(as) amigos(as) en el Señor Paz y Bien.
“El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña y los contrato por un denario por jornada” (Mt 20,1). “Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió mensajeros para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir” (Mt 22,1-3)… “Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo” (Mt 13,34-35). Todas las parábolas se refieren al Reino de los Cielos. ¿Por qué Jesús se preocupa en hablarnos muchas y muchas veces sobre el Reino de los Cielos? Por dos motivos: 1) “Si cuando les hablo sobre las cosas de la tierra, no me creen, ¿cómo van a creer y entender cuando les hable sobre las cosas del cielo?” (Jn 3,12). Para hacernos entender sobre las cosas del cielo es como nos habla usando muchos ejemplos o parábolas. 2) “Dios salvador nuestro quiere que todos los hombres se salven llegando al conocimiento de la verdad” (ITm 2,4).
“Ante los hombres esta
la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará” (Eclo 15,17). Dios
nos dice: “Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia” (Dt 30,19).
Escoger la vida es optar por la salvación y no por la condenación. De ahí es conveniente
interesarnos y preguntarnos: “¿Serán pocos los que se salven?” (Lc 13,23).
“¿Quién podrá salvarse?” (Mt 19,25). “¿Qué obras buenas tengo que hacer para
obtener la salvación eterna?” (Mt 19,16).
“Muchos son los llamados, pocos los escogidos” (Mt 22,14).
El mensaje es que Dios no nos obliga, no nos mete a empellones al Reino de los
Cielo; sino que, más bien nos deja a la libre decisión y espera nuestra
respuesta muy pacientemente. Es así como: Los hijos son invitados a trabajar en
la viña del padre. A los viñadores se les recuerda que deben entregar los
frutos que le corresponden al patrón. Los invitados son llamados a participar
en el banquete de la boda del Hijo del Rey. Y conviene recordar que solo
tenemos dos opciones: Si o no (Mt 5,37). Y cada una de estas opciones tienen
connotaciones muy distintas como efecto: El cielo o el infierno (Lc 16.19-31).
Jesús otra vez habló en parábolas (Mt 13,34) y les dijo:
"El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su
hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos
se negaron a ir… no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su
campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los
apaliaron y los mataron” (Mt 22,2-6). En efecto, Dios nos ha enviado un montón
de tarjetas de invitación a la boda de su Hijo y los que recibieron estas
invitaciones no quisieron participar de la boda. Todos estaban demasiado
ocupados, sus ocupaciones eran más importantes que la boda de Jesús con el
hombre (Lc 9,57-62). Nunca comprendieron o comprendimos lo que se nos dice:
“Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero" (Ap
19,9).
domingo, 27 de septiembre de 2020
DOMINGO XXVII – A (04 de Octubre del 2020)
DOMINGO XXVII – A (04 de Octubre del 2020)
21:34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus
servidores para percibir los frutos.
21:35 Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo
golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.
21:36 El propietario volvió a enviar a otros servidores, en
mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
21:37 Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando:
"Respetarán a mi hijo".
21:38 Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este
es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia".
21:39 Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y
lo mataron.
21:40 Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con
aquellos viñadores?"
21:41 Le respondieron: "Acabará con esos miserables y
arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo".
21:42 Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las
Escrituras:
La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser
la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?
21:43 Por eso les digo que el Reino de Dios se les quitará a
ustedes, para dárselo a un pueblo que dé frutos a su tiempo para el reino de
Dios". PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados hermanos en el Señor Paz y Bien.
Cuando el Señor aplica en sus enseñanzas usando parábolas,
conviene traer a colación la pregunta del joven rico: “¿Qué obras buenas tengo
que hacer para obtener la salvación eterna?” (Mt 19,16). Esta pregunta
nos permite contextualizar y entender el mensaje de las parábolas que siempre están
referidas respecto al reino de los cielos: ¿Por qué en parábolas? Todo esto
(enseñanzas) lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les
hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del
mundo” (Mt 13,34). Y por el reino de los cielos entiéndase simplemente el “Cielo”.
¿Por qué tiene tanta importancia el cielo para Jesús? Porque lo opuesto del
cielo es el infierno (Mc 16,15).
En las enseñanzas de los domingos anteriores se nos ha
dicho: “El Reino de los Cielos es parecido a un propietario que muy de
madrugada sale a contratar obreros para trabajar en su viña” (Mt 20,1)…
al fin de la jornada salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo:
"¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin trabajar?" Ellos le
respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo:
"Vayan también ustedes a mi viña". Al terminar el día, el propietario
llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal,
comenzando por los últimos y terminando por los primeros" (Mt 20,6-8).
Luego, un hombre tenía dos hijos dijo al primero le dijo: "Hijo, ve hoy a
trabajar a mi viña". Él respondió: "No quiero". Pero después se
arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le
respondió: "Voy, Señor", pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la
voluntad de su padre?" "El primero" Respondieron (Mt 21,28-31).
Hemos dicho que no se puede obtener la salvación con un si (palabras) luego no
(hechos); decir que creo en Dios y luego con mi conducta niego la fe profesada.
Para obtener nuestra salvación hace falta creer en Dios y luego hacer vida la fe
profesada.
En la enseñanza de hoy, la “parábola” de los viñadores
asesinos (Mt 21,33-43) en realidad es un conglomerado de “alegoría” que tiene
un correspondiente significado en la realidad, así:
1) La viña significa Israel (Mt 21,33b), Jerusalén (Mt
21,39), el Reino de Dios (Mt 21,43). 2) El propietario de la viña es Dios
(llamado el “Señor” en el Mt 21,40). 3) Los viñadores son los líderes de
Jerusalén e Israel. 4) Los frutos son las buenas obras de justicia que Dios
espera que se hagamos. 5) El rechazo de los siervos significa el rechazo de los
profetas. 6) El envío y el rechazo del hijo, significa el envío y el rechazo de
Jesús por parte del pueblo. 7) El castigo de los viñadores homicidas, es la
destrucción de Jerusalén. 8) Los nuevos viñadores es la Iglesia universal que
Jesús edificó.
Esta parábola de hoy tiene dos partes:
1): Narración de la parábola de los viñadores homicidas (Mt
21,33-39): Comienza con una invitación a la escucha: “Escuchen otra parábola
(Mt 21,33)”: Una serie de tres envíos por parte del dueño para solicitar los
frutos y tres respuestas agresivas por partes de los viñadores. (Mt 21,34-39)
2): Aplicación de la parábola (Mt 21,40-43): Jesús plantea una pregunta: “Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores malvados?” (Mt 21,40). Respondieron la pregunta de Jesús: “Les dará una muerte miserable” (Mt 21,41). Luego, Jesús da un comentario sobre la piedra angular rechazada (Mt 41,42-43).
Idea central (Mt 21,42): La parábola tiene como punto
central el rechazo de Jesús por parte de Israel y la necesidad de que los
discípulos de Jesús sean responsables con sus frutos. Al final de la parábola
se anuncia la paradoja pascual: el hijo rechazado se convierte en la piedra
angular de una edificación. Esta construcción es imagen de la comunión que se
construye en el Cristo Pascual, piedra viva de la cual nos aferramos.
Destacamos dos imágenes que vienen del A.T: La
viña como símbolo de Israel. En el (Mt 21,39) simboliza a Jerusalén y en
el (Mt 21,43) el Reino. Simboliza los privilegios que Dios le concedió al
pueblo de la Alianza, así como lo vemos en Isaías 5,1-7 (primera lectura), en
la cual se dice: “La viña del Señor de los ejércitos es la Casa de Israel, y
los hombres de Judá son su plantación exquisita”. En este contexto se comprende
el juicio profético: “Esperaba de ellos justicia, y hay iniquidad; honradez, y
hay alaridos” (Is 5,7).
Los profetas como “siervos” enviados por Dios. Es una
constante en los textos proféticos. Ésta era la conciencia del gran profeta
Elías: “Que se reconozca hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu
servidor y que por orden tuya he obrado todas estas cosas” (1 Re 18,36). Un
oráculo en el profeta Isaías dice: “Mi siervo ha andado descalzo y desnudo
durante tres años…” (Is 20,3). Otro en el profeta Jeremías es más enfático: “Os
envié a todos mis siervos, los profetas, cada día puntualmente” (Jer 7,25). Y
constantemente se deja sentir el lamento de Dios porque el pueblo rechaza a sus
servidores: “Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesando la
cerviz hicieron peor que sus padres” (Jer 7,26). Con base en estos datos que
provienen del Antiguo Testamento, se construye una parábola que pone de relieve
el envío a la viña del Señor, ya no de un siervo más, sino del Hijo de Dios (Jesucristo).
En el evangelio de hoy, primer lugar se observan los
cuidados que el propietario le provee a su viña: la deja completa y hermosa.
Luego la arrienda y se ausenta (Mt 21,33). Viene luego una serie de tres envíos
por parte del propietario para recibir los frutos que le corresponden. Se va
notando una progresión tanto en número (el segundo grupo de siervos es mayor
que el primero) como en calidad (el último enviado es su hijo). Llega así
el momento trágico del asesinato del hijo. Los labradores reflexionan: “Vamos,
matémosle y quedémonos con su herencia” (Mt 21,38). Hasta aquí la parábola está
releyendo la historia de la muerte de Jesús. Dios, el propietario, envía a
siervos que, como Juan Bautista, no son oídos. Cuando el propietario manda a su
propio hijo el trato al principio es similar, incluso peor. Los
labradores representan a aquellos que no tienen interés en entregar sus frutos
de conversión (Mt 3,8) y prefieren quitar de en medio, de manera definitiva, la
voz perturbadora que pide responsabilidad (Mt 21,45-46). Estas son las
actitudes que terminan llevando a Jesús hasta la muerte. Pero la
irresponsabilidad se revierte contra los agresores: darán cuenta de sus actos y
perderán sus privilegios, incluso la vida. La viña entonces será entregada
a otros labradores que sí entregarán los frutos (Mt 21,41).
Esta parábola que leemos en el hoy de la Iglesia vuelve a
cuestionar si a quien finalmente se le traspasó la viña está siendo responsable
con su tarea. Podemos caer en la presunción de considerarnos pueblo
elegido y dormirnos en nuestras responsabilidades. No cuenta tanto la belleza
del discurso ni las grandes obras que se hagan sino la conversión al mensaje
profético de Jesús: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,15).
La frase del Mt 21,43, “para dárselo a un pueblo que rinda
sus frutos”, está precedida por el anuncio de una piedra angular que al darle
cohesión a todo el edificio supone superadas las fragilidades que llevaron a
los primeros labradores a cometer su error. Por lo tanto la responsabilidad es
mayor.
Fíjense, aquí en la gran providencia de Dios y en la
inexplicable indolencia de los labradores. En verdad, mismo Dios hizo lo que
competía a los labradores: edificar la cerca, plantar la viña y todo lo demás.
Apenas les dejó la menor de las tareas: guardar lo que ya tenían, cuidar lo que
les había sido dado. Nada fue omitido, todo estaba listo. Pero ni así supieron
sacar provecho, no obstante los grandes dones recibidos de Él. Porque fue así
que, al salir de Egipto, les dio la Ley, les edificó una ciudad, les preparó un
altar, les construyó un templo y se ausentó, esto es, tuvo paciencia con ellos,
no castigándolos siempre de forma inmediata por sus pecados. Porque esta
ausencia quiere significar la inmensa longanimidad de Dios. Y les mandó sus
criados –los profetas– para recibir el fruto, esto es, la obediencia que ellos
debían mostrar por sus obras. Pero ellos también aquí mostraron su maldad, no
sólo en no dar fruto después de tanta solicitud… sino también en irritarse por
su venida”.
¿No estaremos incurriendo en la misma falta de los judíos,
al ser improductivos e incluso indiferentes con el don de la fe que recibimos
Dios? Y si es así, Dios ¿No nos estará increpando con esta parábola al
decirnos: Se les quitará la viña y daré a otros viñadores y todo porque no
supimos dar frutos? Recordemos aquello que el mismo Señor nos dijo: “Yo
soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos
que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía… Permanezcan
en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto
si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí” (Jn
15,1-4).
Esta parábola (Mt 21,33-43) en que el Señor nos describe la
persecución de los profetas (A.T.), El Hijo Crucificado, se volvió a repetir
con los apóstoles quienes han sido perseguidos y así nuestra Iglesia nació
edificada sobre los mártires de los tres primeros siglos. Aquí, por ejemplo la
escena que se nos narra, la persecución de Pedro y los demás apóstoles: “Los
sumos sacerdotes, hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron: ¿Con
qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron eso? Pedro, lleno del Espíritu
Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta
del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el
pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre
de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios
resucitó de entre los muertos. Él es la piedra que ustedes, los constructores,
han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque en ningún otro hay
salvación, ni existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual
podamos salvarnos" (Hch 4,7-12).
“¿Qué hemos de hacer para obrar en el querer de Dios? Jesús
les respondió: La obra de Dios es que crean en quien él ha enviado.” (Jn
6,28-29). “El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; si Uds. no las escuchan,
es porque no son de Dios” (Jn 8,47). Para entrar en el cielo hace falta hacer
el querer de Dios y el querer de Dios es que demos frutos de buenas obras (Gn
1,31).
martes, 22 de septiembre de 2020
DOMINGO XXVI – A (27 de Setiembre del 2020)
DOMINGO XXVI – A (27 de Setiembre del 2020)
Proclamación del santo Evangelio
según San Mateo: 21,28-32
21:28 En aquel tiempo dijo Jesús
a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre
tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy
vayas a trabajar a mi viña".
21:29 Él respondió: "No quiero".
Pero después se arrepintió y fue.
21:30 Dirigiéndose al segundo, le
dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue.
21:31 ¿Cuál de los dos cumplió la
voluntad de su padre?" "El primero", le respondieron. Jesús les
dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que
ustedes al Reino de Dios.
21:32 En efecto, Juan vino a
ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los
publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver
este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él. PALABRA DEL SEÑOR.
Queridos amigos en el Señor Paz y Bien.
“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8,21). Al escuchar la palabra de Dios, digamos si y el actuar sea el reflejo de nuestro si. Dijo el Señor: “Uds. hagan y cumplan lo que los falsos maestros les dicen, pero no los imitan, porque ellos dicen una cosa y hacen otra cosa” (Mt 23,3).
En las enseñanzas de estos domingos vamos buscando respuestas a la preguntas de fondo: “¿Quién podrá salvarse?” (Mt 19,25). “¿Serán pocos los que se salven?” (Lc 13,23). “¿Qué obras buenas tengo que hacer para obtener la salvación eterna?” (Mt 19,16). Al buscar respuestas a estas inquietudes, el Señor nos ha dicho en los domingos anteriores que, para obtener la salvación hace falta: “Negarse a sí mismo, tomar su cruz de cada, y seguir a Jesús” (Mt 16,24); la corrección como hermanos (Mt 18,15-18); la oración en comunidad (Mt 18,19-20). “Perdonar hasta setenta veces siete” (Mt 18,21-22). Es decir, todos los valores se agrupan en una actividad significativa cuales el trabajo: “El Reino de los Cielos es parecido a un propietario que muy de madrugada sale a contratar obreros para trabajar en su viña” (Mt 20,1)… al fin de la jornada salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin trabajar?" Ellos le respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña". Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros" (Mt 20,6-8). Hoy nos agrega:
Un hombre tenía dos hijos dijo al
primero: "Hijo, ve hoy a trabajar a mi viña". Él respondió: "No
quiero". Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le
dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. ¿Cuál
de los dos cumplió la voluntad de su padre?" "El primero"
Respondieron (Mt 21,28-31).
El tema de la salvación suscita preguntarnos reiteradas veces: ¿Cómo y qué obras buenas debemos hacer para obtener nuestra salvación? (Mt 19,16): Debemos de contratarnos para trabajar en la viña (Mt 20,1); luego de contratarnos en el Bautismo Dios nos invita ir a trabajar en la viña (Mt 21,28). Con el bautismo decimos “si” al Señor y si no ejercemos la fe y no ponemos en práctica los dones recibidos, estamos diciendo “no” somos como el segundo hijo. Al respecto ya nos dijo el Señor: No todo el que me dice Señor, Señor se salvará sino quienes cumplen la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21). Luego agrega y dice: “Quien escucha mis palabras y las pone en práctica es como un hombre sabio que edifica su casa sobre roca, vienen los embates de la naturaleza y no se cae (Mt 7,24).
Recordemos otras citas: “Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan "sí", que sea sí, y cuando digan "no", que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno” (Mt 5,33-37). También les recordó el octavo mandamiento: “No mentiras” (Mc 10,19). Y dijo a los judíos: "Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos, entonces conocerán la verdad y la verdad los hará libres" (Jn 8,31-32).
En este domingo Jesús nos enseña en esta parábola de los dos hijos (Mt. 21,28-32): ser siempre coherentes entre el sí de nuestras palabras y el sí de nuestro obrar. Caso contrario estaríamos en el mismo error y muy grave error de los falsos maestros a los que Jesús se enfrentó porque les desenmascaró sus verdades, verdades falsas. Dijo a sus apóstoles: “Ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos (Fariseos, maestros de la ley) les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen, enseñan una cosa y hacen otra cosa” (Mt 23,3). Las verdades a medias que son las incoherencias, Jesús los llama hipocresías: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!” (Mt 23,23-25). Estas palabras tan duras y directas contra los falsos creyentes y maestros de ley, son el presupuesto que condujo a Jesús ganarse la muerte en Cruz.
En el evangelio de hoy nos dijo Jesús: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dijo al primero: hijo ve a trabajar a mi viña. Él respondió: no quiero, pero luego recapacito y fue a trabajar (Son de los pagamos, los que no creen y conocen a Dios, pero una vez que se les anuncia el evangelio, abandonan su negación a Dios, se convierten al evangelio y creen en Dios). Al segundo le dijo lo mismo, este dijo si (Bautizados), pero después se arrepintió y no fue (No ejercen su fe). ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?" "El primero", le respondieron!” (Mt 21,28-31). Por eso, al final del evangelio dice el señor: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios” (Mt 21,31). Porque, claro; abandona el pecado y se convierten al evangelio, es decir de un “no” a un “si”.
¿A cuál de estos dos hijos pertenecemos? ¿Al que dice sí, pero es no? ¿Al que dice no, pero es sí? Creo que somos demasiados los que pensamos que a Dios lo podemos engañar y lo convencemos con nuestras bonitas palabras y quizá, incluso acompañado del juramento. Y Pero, resulta que con meras palabras nadie queda bien delante de Dios porque Dios no le cree a las palabras, sino a la vida hecha obra. A Dios no es fácil engañarle, con el gato por liebre. Recordemos aquello que ya nos lo dijo: “No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido, todo se sabrá tarde o temprano” (Mt 10,26); “No todo el que me dice Señor, Señor se salvara, sino los que cumplen la palabra de Dios y la cumplen” (Mt 7,21); “¿Por qué me dicen Señor, Señor y no hacen lo que yo les digo?” (Lc 6,46).
No es dable ser cristianos de meras palabras como el segundo hijo que dice sí, pero no va a trabajar (Mt 21,30). Esas respuestas de media verdad (si, pero no) no valen para Dios. Recordemos por ejemplo aquello que ya nos dijo el Señor: “No son los que me dicen: Señor, Señor, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?". Entonces yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal" (Mt 7,21-23). No podemos ser cristianos que hoy le decimos que sí a Dios y mañana le decimos no. Dios no nos juega con trampas. Que con apariencias no escalamos el cielo.
Ni los buenos somos siempre tan buenos como pensamos y creemos, ni los malos son tan malos como nos imaginamos y creemos. Es posible que muchos a quienes miremos como malos, sean mejores que nosotros ante los ojos de Dios. Hasta es posible que a los que nosotros calificamos de tener “mala vida” estén más abiertos que nosotros al Evangelio y al Reino de Dios. Es que una es la manera que tiene Dios de vernos y otra la manera de cómo nos vemos nosotros. Nuestra verdad está en lo que somos delante de los ojos de Dios. Por eso tampoco debemos desalentarnos. Es posible que nos consideremos malos porque hicimos o dejamos de hacer esto o lo otro; pero ante Dios, que conoce la verdad de nuestro corazón, seamos sus hijos queridos. Pero tampoco nos creamos de ser tan bueno y perfectos como los falsos maestros de la ley o los fariseos.
Lo ideal es que digamos si, cuando es si (Mt 5,37), nos bauticemos y vayamos a la viña (Iglesia) a trabajar para ganarnos el denario (Mt 20,8) y no busquemos corregir el actuar de Dios al cuestionar: ¿Por què pagas el denario a los que dijeron no, pero fueron y trabajaron poco? es decir los que dijeron no, pero luego si (Pecadores arrepentido). Ya nos dijo el señor: " No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores" (Mt 9,13). Al cielo no entraremos anteponiendo caprichos personales. No es decir y pensar que “Dios me salve pero como yo quiero que me salve”. Al cielo si o si entraran los que no ponen ningún pero.
lunes, 14 de septiembre de 2020
DOMINGO XXV – A (20 de setiembre de 2020)
DOMINGO XXV – A (20 de setiembre de 2020)
20:2 Trató con ellos un denario por día y los envió a su
viña.
20:3 Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados
en la plaza,
20:4 les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les
pagaré lo que sea justo".
20:5 Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media
tarde, e hizo lo mismo.
20:6 Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía
a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer
nada?"
20:7 Ellos le respondieron: "Nadie nos ha
contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi
viña".
20:8 Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo
y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los
últimos y terminando por los primeros".
20:9 Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde
y recibieron cada uno un denario.
20:10 Llegaron después los primeros, creyendo que iban a
recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
20:11 Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,
20:12 diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que
una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del
trabajo y el calor durante toda la jornada".
20:13 El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo,
no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?
20:14 Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que
llega último lo mismo que a ti.
20:15 ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me
parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
20:16 Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos". PALABRA DEL SEÑOR.
El reino de los cielos se parece: “Un propietario salió muy de
madrugada a contratar trabajadores para su viña. Les ofreció pagarles un
denario por el día del trabajo en su viña” (Mt 20,1-2). “El Reino de los Cielos
es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. E invito a
muchos comensales, pero los invitados a la boda, no quisieron venir… uno se fue a su campo, el otro a su negocio; y
los demás agarraron a los que llevaban la invitación, los apedrearon y los mataron”
(Mt 22,2-6). “La sala de bodas se llenó
de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí
uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí
sin traje de boda? El se quedó callado. El rey dijo a los sirvientes:
"Atenlo de pies y manos, y échenle a las tinieblas de fuera; allí será el
llanto y el rechinar de dientes. Muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mt
22,10-14). “El Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus
ángeles, y pagará a cada uno según sus obras” (Mt 16,27).
La visión que nos guía las enseñanzas de estos domingos es: “¿Quién podrá
salvarse?” (Mt 19,25). “¿Serán pocos los que se salven?” (Lc 13,23). “¿Qué
obras buenas tengo que hacer para obtener la salvación eterna?” (Mt 19,16). Al
buscar respuestas a estas inquietudes, el Señor nos ha dicho en los domingos
anteriores que, para obtener la salvación hace falta: “Negarse a sí mismo,
tomar su cruz de cada, y seguir a Jesús” (Mt 16,24); la corrección como
hermanos (Mt 18,15-18); la oración en comunidad (Mt 18,19-20). “Perdonar hasta
setenta veces siete” (Mt 18,21-22). Es decir, todos los valores se agrupan en
una actividad significativa cuales el trabajo: “El Reino de los Cielos es
parecido a un propietario que muy de madrugada sale a contratar obreros para
trabajar en su viña” (Mt 20,1).