IV DOMINGO DE PASCUA – B (25 de Abril del 2021)
Promociona del Santo evangelio según San Juan: 10,11-18:
10:11 Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por
las ovejas.
10:12 El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que
no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el
lobo las arrebata y las dispersa.
10:13 Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
10:14 Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis
ovejas me conocen a mí
10:15 —como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre— y
doy mi vida por las ovejas.
10:16 Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral
y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo
Rebaño y un solo Pastor.
10:17 El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
10:18 Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo
el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi
Padre". PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.
“Todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios
es Amor” (I Jn 4,7-8). El amor de Dios se nos da en el Hijo que hoy se nos
presenta como buen pastor: “Yo soy el buen Pastor: Así como el Padre me conoce
a mí y yo conozco al Padre; así también conozco a mis ovejas, y mis ovejas me
conocen a mí y (prueba de ello) doy mi
vida por las ovejas” (Jn 10,14-15). “Como el Padre me amó, yo también los he
amado a Uds; permanezcan en mi amor. Y permanecerán en mi amor si guaran mi
mandamientos como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en
su amor” (Jn 15,9-10). “En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus
mandamientos. Quien dice: “Yo le conozco” y no guarda sus mandamientos es un
mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente
en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos
en él” ( IJn 2,3-5). Si acogemos el amor del buen pastor hemos de clamar: “El
Señor es mi pastor, nada me falta” (Slm 23,1).
Hay una perfecta ilación de ideas que el Profeta resume así:
“Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el pastor se ocupa de
su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis
ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día
de nubes y tinieblas. Las sacaré de entre los pueblos, las reuniré de entre las
naciones, las traeré a su propio suelo y las apacentaré sobre las montañas de
Israel, en los cauces de los torrentes y en todos los poblados del país. Las
apacentaré en buenos pastizales y su lugar de pastoreo estará en las montañas
altas de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo, y se
alimentarán con ricos pastos sobre las montañas de Israel. Yo mismo apacentaré
a mis ovejas y las llevaré a descansar. Buscaré a la oveja perdida, haré volver
a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a
la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia” (Ez 34,11-16).
Como se nota claramente la relación de pastor y rebaño no es
de simple pertenencia sino una relación de comunidad y unidad. En la Biblia el
título de pastor se le da por extensión, a todos aquellos que imitan la
premura, la dedicación de Dios por el bienestar de su pueblo. Por
eso a los reyes en los tiempos bíblicos se les llama pastores, igualmente a los
sacerdotes y en general a todos los líderes del pueblo. En este orden de ideas,
cuando un profeta como Ezequiel se refiere a los líderes del pueblo, los llama
pastores, pero ya no para referirse a la imagen que deberían proyectar, de
seguridad, de protección, sino a lo que realmente son: líderes irresponsables
que llegan incluso hasta la delincuencia para sacar ventaja de su posición
mediante la explotación y la opresión: “Exterminaré a la que está gorda y
robusta. Yo las apacentaré con justicia” (Ez 34,16). Es así como al lado de la
imagen del buen pastor aparece también la del mal pastor o del mercenario que
Jesús hace referencia con la palabra del asalariado “(Jn 10,12). En
el profeta Ezequiel, en el capítulo 34, encontramos un juicio tremendo contra
los malos pastores que se apacientan solamente a sí mismos y por eso vemos que
Dios, él mismo, decide ocuparse personalmente de su rebaño: “Aquí
estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él” (Ez. 34,11).
Ellos tenían la certeza de que Dios siempre estaba cuidando
de ellos y combatiendo por ellos. Así predicaba el profeta Isaías: “Como ruge
el león y el cachorro sobre su presa, y cuando se convoca contra él a todos los
pastores, de sus voces no se intimida, ni de su tumulto se apoca; tal será el
descenso de Yahvéh de los ejércitos para guerrear sobre el monte Sión y sobre
su colina” (Is 31,4). Y en el texto de Ezequiel, que ya mencionamos, vemos que
nada se le escapa al compromiso y al amor de Dios-Pastor: “Buscaré la oveja
perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma”
(Ez 34,16).
Jesús es el Pastor que da la vida por sus ovejas: Jn
10,11-18). En el evangelio retoma este esquema del Buen y del Mal Pastor, pero
con una novedad. Él dice: “¡Yo soy el Buen Pastor!”(Jn 10,11). La promesa de
Dios se ha convertido en realidad, superando todas las expectativas. Jesús hace
lo que ningún pastor haría, lo que ningún pastor por muy bueno que sea se
atrevería a hacer: “Yo doy mi vida por las ovejas” (Jn 10,15). “Yo soy el Buen
Pastor” (Jn.11 y 14). Cuatro veces se dice que “da la vida (por las ovejas)”
(Jn.11.15.17 y 18).
a) Los versículos 11-13, que trazan
el contraste entre un el Buen y el Mal Pastor, lo que podríamos llamar “el
verdadero pastor” b) Los versículos 14-18, que describe
el rol del Buen Pastor, lo que podríamos llamar: “la excelencia del Pastor”. El
verdadero Pastor: “Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las
ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas,
ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y
las dispersa, porque es asalariado y no le importan las ovejas” (Jn 11,10-13).