DOMINGO VII - A (23 de Febrero del 2020)
Proclamación del Santo evangelio según San Mateo 5,38 - 48:
5:38 Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente.
5:39 Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace
mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha,
preséntale también la otra.
5:40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la
túnica, déjale también el manto;
5:41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos
con él.
5:42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que
quiere pedirte algo prestado.
5:43 Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y
odiarás a tu enemigo.
5:44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus
perseguidores;
5:45 así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque
él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e
injustos.
5:46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué
recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
5:47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
5:48 Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre
que está en el cielo. PALABRA DE DIOS.
REFLEXION
Queridos amigos(as) en el Señor Paz y Bien.
En el evangelio de hoy Jesús aborda el tema de la moral del
A.T: La ley del talión (Mt 5,38-42): “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo
y diente por diente” (Dt 19, 21) y la moral del N.T: la ley del amor (Mt 5,43-48).
Y concluye: “Sed perfecto como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).
1.- Dijo Jesús: “Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo
y diente por diente” (Mt 5,38). Efectivamente, en el A.T. se lee: “Si alguno
causa una lesión a su prójimo, como él hizo así se le hará: Fractura por
fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él
haya causado a otro” (Lev 24, 19-20). Con este modo de proceder evoca “hacer la
justicia con sus manos” y eso no lleva a la vida en justicia y paz (Mt 5,6-9).
Jesús dice: “Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al
contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale
también la otra” (Mt 5:39).
2.- Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás
a tu enemigo” (Mt 5,43; Lev 19, 18). Y Jesús nos dice hoy: “Amen a sus
enemigos, rueguen por sus perseguidores” (Mt 5,44); para ser hijos de Dios.
Porque Dios hace brillar el sol sobre justos e injustos. El modo de actuar
nuestro desde un saludo debe reflejar el modo de actuar de Dios. Así serán
hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y
buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Por lo tanto “sean
perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (M 5,48).
Jesús en su enseñanza en el domingo anterior nos invitaba
ver y entender de una manera nueva la ley de la convivencia y nos decía: “han
oído que se dijo… pero yo les digo” (Mt 5,21)… Hoy complementa su enseñanza con
estas palabras. Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y
odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus
perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace
salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e
injustos. Porque, si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa
merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus
hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo
tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt
5,44-48).
El evangelista San Juan puede muy bien resumirnos la
enseñanza del evangelio de este domingo en estos términos: “Les doy un
mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado,
ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que
ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn
13,34-35).
Quien sabe amar como Dios nos ha amado en su Hijo Cristo
Jesús, ¿será capaz de vivir en la ley moral del pasado: "Ojo por ojo y
diente por diente"? (Mt 5,38). O ¿Amarás a tu prójimo y odiarás a tu
enemigo? (Mt 5,43). ¿Cómo andan nuestras relaciones con los otros? Que en el
fondo es también preguntarnos quién es el otro para nosotros. ¿Un amigo? ¿Un
enemigo? Y si tengo enemigos ¿Qué hago para revertir que tenga más enemigos?
Recuerda lo que ya nos dijo en otra ocasión el Señor:
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre
el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida
con que ustedes midan también se usará para ustedes” (Lc 6,36-38). Porque si no
sabemos perdonarnos, ¿no estaremos viviendo en la misma ley de talión que hoy
Jesús descalifica?: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario,
si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la
otra” (Mt 5,38-39).
Jesús sigue con el mismo paralelo del “han oído que se
dijo”… “pero yo les digo”. Es decir, el antes de Jesús y el después de Jesús,
que traducido en nuestras vidas pudiera ser: “Yo antes de conocer a Jesús” y
“yo después de conocerle a Él y aceptarlo en mi vida, acepto sus enseñanzas:
ámense unos a otros como yo le he amado” (Jn 13,34).
En realidad, el Evangelio
que hoy proclamamos pudiera ser el camino de la paz, de la armonía social, de
entendernos como hermanos. Puede que las afirmaciones de Jesús choquen con
nuestras mentalidades y nuestros criterios, pero son los que mejor expresan el
nuevo mundo, el reino de Dios. Porque eso de “ojo por ojo y diente por diente”,
es un sistema donde prevalece la fuerza. Si te respondo con lo mismo que me has
hecho, ganará el que pueda más; pero si en vez de enseñarte mi ira, soy capaz
de responderte con amor, misericordia y caridad las cosas cambian.
Si se trata de odiar a mi enemigo, nos quedamos en ese pobre
sistema de relaciones que más parecen una pelea de boxeo que un saber buscar
caminos de encentro. En cambio, si logramos amar a nuestros enemigos, es hacer
amigos de los enemigos. Es convertir el mundo en una sociedad de amistad.
Porque, si solo saludamos a los que nos saludan quedamos todos a la misma
altura. ¡Qué lejos quedamos de ese ideal que nos propone Jesús hoy! “Sed
perfectos como vuestro Padre es perfecto.” (Mt 5,48). Buena diferencia entre
tener a Dios Padre como modelo nuestro o tener como modelos a los poderosos, a
los que cada día nos amenazan con sus armas. Digamos, que no podemos quedarnos
en el mundo que vivimos y tenemos que construir un mundo nuevo de amor.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él. Dios es amor (I Jn 4,8), y el que permanece en el amor permanece
en Dios, y Dios permanece en él (I Jn 4,16). La señal de que el amor ha llegado
a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del
Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar
para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor
supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros
amamos porque Dios nos amó primero. “El
que dice: Amo a Dios, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar
a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Este es el
mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe amar también a su
hermano” (IJn 4,20).
Antes se dijo “ojo por ojo y diente por diente” (Mt 5,38),
es decir, trata de los demás como los demás te tratan a ti. Hoy como los
jóvenes dicen: “El que me la hace me la paga.” Si tú me odias, yo te odio. Si
tú hablas mal de mí, yo hablo mal de ti. Si me has hecho algo malo, me
respuesta hacerte otro tanto a ti. No le hablo porque me hizo mucho daño. No le
trato porque me hizo quedar mal ante los demás. No quiero saber nada con él
porque en tal fecha me hizo sufrir. ¿No suele ser esta nuestra reacción? Hasta
es posible que pasen los años y sigamos con un corazón lleno de resentimientos,
rencores y odios. ¿Qué es que lo conseguimos con ello? Tres cosas muy
sencillas. 1) Con nuestros resentimientos de hoy no cambiamos el pasado de lo
que nos hicieron. 2) Llenar nuestro corazón de amargura. Es posible que en el
pasado nos hayan hecho sufrir, pero ahora sufrimos por culpa nuestra recordando
el pasado. Así vivimos amargados toda la vida. 3) Cuando respondemos con la
misma ofensa, terminamos siendo iguales a los que nos han ofendido. Y todo eso,
humanamente nos parece “Bien”.
Hoy, no es esta la actitud que nos pide Jesús porque Él no
vino a actualizar el pasado, sino a cambiarlo. El mal no se vence con el mal.
El odio no se suprime con el odio. Las ofensas no se suprimen con más ofensas.
Jesús quiere cambiar el mundo, quiere cambiar las actitudes, quiere cambiar el
modo de tratarnos los unos a los otros. Por eso nos viene a decir: “No devolver
el mal por el mal”, sino vencer el mal por el bien. Viene a evitar que haya
enemigos mediante el cambio de nuestra actitud para con ellos. No viene a
vencer a los enemigos siendo más fuertes que ellos. Al contrario, Jesús nos
viene a decir que el mal solo se vence con el bien; que el odio solo se vence
con el amor; que el resentimiento solo se vence con la comprensión. Se trata de
una nueva visión del mundo. Una nueva visión del trato de los unos con los
otros. Una nueva manera de relacionarnos. No construimos la paz con más guerra.
No construimos un mundo más fraterno con más enemistades. Un mundo nuevo solo
se cambia con corazones nuevos. Un mundo distinto solo es posible con hombres
distintos.
Esta nueva visión o ley moral no es superior a nuestra
capacidad como Dios mismo nos lo dice: “Este mandamiento que hoy te prescribo
no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo,
para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de
manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? Ni tampoco está más allá
del mar, para que digas: ¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo
traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? No,
la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la
cumplas y la pongas en práctica” (Dt 30,11-14). Por tanto, la única estrategia
para alcanzar el cielo es la santidad (Lv 11,45) y la santidad tiene su
fundamento esencial cual es vivir en el amor de Dios y el amor al prójimo (Mc
12,38). Trata a los demás como ellos quieren que te traten (Mt 7,12). “Que la
única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya
cumplió toda la Ley” (Mt13,8).