DOMINGO VII - A (19 de Febrero del 2023)
Proclamación del Santo evangelio según San Mateo 5,38 - 48:
5:38 Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente.
5:39 Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace
mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha,
preséntale también la otra.
5:40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la
túnica, déjale también el manto;
5:41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos
con él.
5:42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que
quiere pedirte algo prestado.
5:43 Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y
odiarás a tu enemigo.
5:44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus
perseguidores;
5:45 así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque
él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e
injustos.
5:46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué
recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
5:47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
5:48 Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre
que está en el cielo. PALABRA DEL SEÑOR.
REFLEXION
Queridos amigos(as) en el Señor Paz y Bien
«Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48). La estrategia para alcanzar la perfección de Dios es el amor (IJn 4,8). Y el amor es medio eficaz para la santificación (Ef 1,4-5). Santidad que nos servirá para nuestra salvación.
EL AMOR VERDADERO SE EXTIENDE INCLUSO HASTA LOS ENEMIGOS:
Las dos últimas antítesis de Mateo, referidas a la ley del
Talión y al amor a los enemigos, son decisivas en el comportamiento cristiano.
La ley del Talión consagraba el rencor y la venganza. Al instinto de venganza
opone Jesús la no violencia como actitud activa; a la brutalidad, la bondad; al
egoísmo, la generosidad.
Esta antítesis nos conduce a la siguiente y última: el amor
a los enemigos como ideal de perfección, que sólo se entiende desde la paradoja
del evangelio, a saber: «sed perfectos como vuestro Padre celestial es
perfecto». Este ideal no se desprende de la aspiración humana, sino del don
revelado por Dios. Jesús propone un modelo de santidad radical.
Las costumbres heredadas y la moral establecida chocan a
veces frontalmente con el evangelio. Entre los esenios -y en muchas culturas
religiosas insuficientes- se prescribía amar al prójimo y odiar al enemigo.
Jesús descalifica la actitud de letrados y fariseos. Ni siquiera podemos quedarnos
en el ritualismo de lo jurídico. La educación cristiana de actitudes sobrepasa
el dintel moral, hasta penetrar en el místico. El evangelio no es sólo norma de
conducta; es don de Dios que nos propone una sociedad (el reino) radicalmente
superior.
Dijo Jesús: “Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y
diente por diente” (Mt 5,38). Efectivamente, en el A.T. se lee: “Si alguno
causa una lesión a su prójimo, como él hizo así se le hará: Fractura por
fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él
haya causado a otro” (Lev 24, 19-20). Con este modo de proceder evoca “hacer la
justicia con sus manos” y eso no lleva a la vida en justicia y paz (Mt 5,6-9).
Jesús dice: “Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al
contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale
también la otra” (Mt 5:39).
Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás
a tu enemigo” (Mt 5,43; Lev 19, 18). Y Jesús nos dice hoy: “Amen a sus
enemigos, rueguen por sus perseguidores” (Mt 5,44); para ser hijos de Dios.
Porque Dios hace brillar el sol sobre justos e injustos. El modo de actuar
nuestro desde un saludo debe reflejar el modo de actuar de Dios. Así serán
hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y
buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Por lo tanto “sean
perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (M 5,48).
Jesús en su enseñanza en el domingo anterior nos invitaba
ver y entender de una manera nueva la ley de la convivencia y nos decía: “han
oído que se dijo… pero yo les digo” (Mt 5,21)… Hoy complementa su enseñanza con
estas palabras. Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y
odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus
perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace
salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Porque, si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen?
¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué
hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean
perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5,44-48).
El evangelista San Juan puede muy bien resumirnos la
enseñanza del evangelio de este domingo en estos términos: “Les doy un
mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado,
ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que
ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn
13,34-35).
Quien sabe amar como Dios nos ha amado en su Hijo Cristo
Jesús, ¿será capaz de vivir en la ley moral del pasado: "Ojo por ojo y
diente por diente"? (Mt 5,38). O ¿Amarás a tu prójimo y odiarás a tu
enemigo? (Mt 5,43). ¿Cómo andan nuestras relaciones con los otros? Que en el
fondo es también preguntarnos quién es el otro para nosotros. ¿Un amigo? ¿Un
enemigo? Y si tengo enemigos ¿Qué hago para revertir que tenga más enemigos?
Recuerda lo que ya nos dijo en otra ocasión el Señor:
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre
el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida
con que ustedes midan también se usará para ustedes” (Lc 6,36-38). Porque si no
sabemos perdonarnos, ¿no estaremos viviendo en la misma ley de talión que hoy
Jesús descalifica?: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario,
si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la
otra” (Mt 5,38-39).
Jesús sigue con el mismo paralelo del “han oído que se
dijo”… “pero yo les digo”. Es decir, el antes de Jesús y el después de Jesús,
que traducido en nuestras vidas pudiera ser: “Yo antes de conocer a Jesús” y
“yo después de conocerle a Él y aceptarlo en mi vida, acepto sus enseñanzas:
ámense unos a otros como yo le he amado” (Jn 13,34).
En realidad, el Evangelio que hoy proclamamos pudiera ser el
camino de la paz, de la armonía social, de entendernos como hermanos. Puede que
las afirmaciones de Jesús choquen con nuestras mentalidades y nuestros
criterios, pero son los que mejor expresan el nuevo mundo, el reino de Dios.
Porque eso de “ojo por ojo y diente por diente”, es un sistema donde prevalece
la fuerza. Si te respondo con lo mismo que me has hecho, ganará el que pueda
más; pero si en vez de enseñarte mi ira, soy capaz de responderte con amor,
misericordia y caridad las cosas cambian.
Si se trata de odiar a mi enemigo, nos quedamos en ese pobre
sistema de relaciones que más parecen una pelea de boxeo que un saber buscar
caminos de encentro. En cambio, si logramos amar a nuestros enemigos, es hacer
amigos de los enemigos. Es convertir el mundo en una sociedad de amistad.
Porque, si solo saludamos a los que nos saludan quedamos todos a la misma
altura. ¡Qué lejos quedamos de ese ideal que nos propone Jesús hoy! “Sed
perfectos como vuestro Padre es perfecto.” (Mt 5,48). Buena diferencia entre
tener a Dios Padre como modelo nuestro o tener como modelos a los poderosos, a
los que cada día nos amenazan con sus armas. Digamos, que no podemos quedarnos
en el mundo que vivimos y tenemos que construir un mundo nuevo de amor.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él. Dios es amor (I Jn 4,8), y el que permanece en el amor permanece
en Dios, y Dios permanece en él (I Jn 4,16). La señal de que el amor ha llegado
a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del
Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar
para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor
supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros
amamos porque Dios nos amó primero. “El que dice: Amo a Dios, y no
ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el
que no ama a su hermano, a quien ve? Este es el mandamiento que hemos recibido
de él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano” (IJn 4,20).
Antes se dijo “ojo por ojo y diente por diente” (Mt 5,38),
es decir, trata de los demás como los demás te tratan a ti. Hoy como los
jóvenes dicen: “El que me la hace me la paga.” Si tú me odias, yo te odio. Si
tú hablas mal de mí, yo hablo mal de ti. Si me has hecho algo malo, me
respuesta hacerte otro tanto a ti. No le hablo porque me hizo mucho daño. No le
trato porque me hizo quedar mal ante los demás. No quiero saber nada con él
porque en tal fecha me hizo sufrir. ¿No suele ser esta nuestra reacción? Hasta
es posible que pasen los años y sigamos con un corazón lleno de resentimientos,
rencores y odios. ¿Qué es que lo conseguimos con ello? Tres cosas muy
sencillas. 1) Con nuestros resentimientos de hoy no cambiamos el pasado de lo
que nos hicieron. 2) Llenar nuestro corazón de amargura. Es posible que en el
pasado nos hayan hecho sufrir, pero ahora sufrimos por culpa nuestra recordando
el pasado. Así vivimos amargados toda la vida. 3) Cuando respondemos con la
misma ofensa, terminamos siendo iguales a los que nos han ofendido. Y todo eso,
humanamente nos parece “Bien”.
Esta nueva visión o ley moral no es superior a nuestra
capacidad como Dios mismo nos lo dice: “Este mandamiento que hoy te prescribo
no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo,
para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de
manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? Ni tampoco está más allá
del mar, para que digas: ¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo
traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? La
palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas y
la pongas en práctica” (Dt 30,11-14). Por tanto, la única estrategia para
alcanzar el cielo es la santidad (Lv 11,45) y la santidad tiene su fundamento
esencial cual es vivir en el amor de Dios y el amor al prójimo (Mc 12,38). Trata
a los demás como ellos quieren que te traten (Mt 7,12). “Que la única deuda con
los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley”
(Mt13,8).