DOMINGO XXIX – B (21 de Octubre de 2018)
Proclamación del santo evangelio según San Marcos 10,35-45:
10:35 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a
Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a
pedir".
10:36 Él les respondió: "¿Qué quieren que haga por
ustedes?"
10:37 Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu
derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".
10:38 Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden
beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?"
10:39 "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús
agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo
bautismo que yo.
10:40 En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no
me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido
destinados".
10:41 Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan,
se indignaron contra ellos.
10:42 Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que
aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si
fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
10:43 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el
que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
10:44 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor
de todos.
10:45 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser
servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". PALABRA
DEL SEÑOR.
Estimados(as) hermanos(as) en el Señor paz y Bien.
"Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu
izquierda, cuando estés en tu gloria" (Mc 10,37). Esta inquietud se complementa
con la inquietud del joven rico del domingo anterior: “¿qué debo hacer para
heredar la Vida eterna?” (Mc 10,17). Jesús le recuerda los mandamientos (Ex
20,2-8) y le advierte que le falta algo más: “Da todo lo que tienes a los pobres,
luego sígueme” (Mc 10,21). Hoy, agrega al seguimiento: “El que quiera ser
grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se
haga servidor de todos. Así como el mismo Hijo del hombre no vino para ser
servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" (Mc
10,43-45).
"Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu
izquierda, cuando estés en tu gloria" (Mc 10,37). Estar en el cielo, que
debe ser ilusión de todos, no es cuestión de meras ilusiones, sino efecto de
una opción concreta. Jesús tampoco rechaza las aspiraciones de los discípulos,
Él no desea discípulos conformistas, sin iniciativa y sin proyección, por eso
admite que se llegue a ser “grande” y “el primero” (Mc 10,43-44). El problema
no está en el “qué hacer” sino en el “para qué hacer” (en función de qué) y el
“cómo seguir el camino correcto”.
Los hijos de Zebedeo le dijeron: "Concédenos sentarnos
uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria" (Mc
10,37). Jesús respondió que “no saben los que piden”. Cuestiona la actitud egocéntrica: cuando el
interés por el éxito terreno, el prestigio y la honra personal es la aspiración
fundamental. El individualismo vanidoso y egocéntrico, que lleva a una persona
a querer sobreponerse sobre los demás, es la fuente de la mayor parte de los
conflictos de la convivencia, como bien lo ilustra la división –en la
indignación de unos contra otros- que brota inmediatamente en la comunidad de
los Doce (Mc 10,41). Jesús responde, no con una teoría, sino sobre el
fundamento de su propia vida: Él es el criterio último del actuar del
discípulo. Las aspiraciones espontáneas de los discípulos (Mc 10,35-37) y los
modelos de comportamiento de la sociedad (Mc 10,42) se confrontan con la instrucción
de Jesús que indica cómo es que se le sigue (Mc 10,38-40 y 43-45).
Jesús enseña, a partir del ejemplo de su propia vida. Su
autoridad no es la imposición sino la atracción del ejemplo: “El Hijo del
hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por
una multitud" (Mc 10,45). Es decir, reorienta la mirada del discípulo
hacia la radicalidad de la pasión, momento cumbre de su ministerio y de su
revelación. Así aprende que la comunión con Jesús o es total o simplemente no existe.
Si es total, entonces incluye el camino de la cruz, de la cual se derivan los
principios que determinan su comportamiento (Mc 10,38 -39). Jesús revela que si
bien, desde el punto de vista externo experimentó la cruz como la agresión del
poder religioso y político que intentaron anularlo, desde el punto de vista
interno la vivió activamente como un servicio a la vida (Mc 10,45 .33-34).
La palabra clave “servir” (Mc 10,45), que el camino del
prestigio y de la grandeza está en el constituirse “servidor” y
“esclavo” (Mc 10, 43-44). El puesto más alto es el más bajo, sólo se es
primero si se ocupa el puesto de los últimos. El discípulo es el que hace de
las necesidades de los demás el centro de sus preocupaciones, el centro no es
él mismo sino los otros. De este modo, Jesús diseña el perfil del discípulo con
los matices que tienen los términos. El “servicio” es el de la mesa, lo cual
indica todo lo que contribuye a la formación de la comunidad (Mc 10,43). El
“ser esclavo” es una manera de enfatizar
que el servicio es “gratuito”, no espera contraprestación, se hace porque hay
un sentido de pertenencia profundo (Mc 10,44).
“Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que
quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero,
que se haga servidor de todos” (Mc 10,43-44). Como es de ver, Jesús visualiza
también la comunidad a señalar los destinatarios del servicio no sólo son los
de dentro, sino también los de fuera. En el servicio cristiano no hay fronteras
(el “de todos” del (Mc 10,44), que le hace eco al “muchos” (Mc 10,45). Pero
también es verdad que el amor a los cercanos no puede ser sustituido por el
servicio a los lejanos tentación del ser “luz en la calle” y “tiniebla en la
casa” (Mt 23,3).
Jesús y los que le siguen estrechamente van proféticamente en contra de los intereses
económicos y políticos de toda sociedad cuya ética del poder excluye, margina,
mata o niega la persona. En el oído de uno queda resonando la frase: “Entre
Ustedes no será así” (Mc 10,43). La respuesta de Jesús al joven rico: “Que
difícil será que un rico entre en el Reino de los cielos (Mc 10, 24) que leímos
el domingo anterior, el pasaje de hoy pone de relieve el mismo sentido pero con
otra connotación: “Qué difícil será que uno que piensa egoístamente entre en el
Reino de los Cielos”. Que la única fórmula de llegar al cielo es el camino del
amor y en el amor no hay lugar para el egoísmo, como el solo pensar en sí, sino
en el servicio con amor a los demás. Con mucha razón ya nos dijo: “Les doy un
mandamiento nuevo. Ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado,
ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que
ustedes son mis discípulos. En el amor que se tengan los unos a los otros"
(Jn 13,34-35).
“En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda (salvación),
no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido
destinados" (Mc 10,40). Que, bien se puede complementar con la idea:
"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con
su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que
pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar
el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su
vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras” (Mt 16,24-27).
Es decir, la salvación (sentarse a ala derecha o izquierda del Hijo del Hombre)
no es de buenos deseos sino hay que merecerlo, sabe4r ganarse por el servicio: “Al
que me confiese abiertamente ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre
que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre de aquel me reniegue de mí
ante los hombres” (Mc 10,32-33).