DOMINGO XIX – B (12 de agosto del 2018)
Proclamación del Santo evangelio según San Juan 6, 41-51
6:41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho:
"Yo soy el pan bajado del cielo".
6:42 Y decían: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de
José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora:
"Yo he bajado del cielo"?"
6:43 Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren
entre ustedes.
6:44 Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me
envió; y yo lo resucitaré en el último día.
6:45 Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán
instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a
mí.
6:46 Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de
Dios sólo él ha visto al Padre.
6:47 Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
6:48 Yo soy el pan de Vida.
6:49 Sus padres, en el desierto, comieron el maná y
murieron.
6:50 Pero este es el pan que desciende del cielo, para que
aquel que lo coma no muera.
6:51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de
este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del
mundo". PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados(as) amigos(as) en la fe Paz y Bien.
"Yo soy el pan de Vida" (Jn 6,48).
“Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero
este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera”
(Jn 6,49-50). Esta enseñanza aclara lo que ya nos dijo el Señor: "Ustedes
me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen,
no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el
que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con
su sello" (Jn 6,26-27).
“Entonces el Señor Dios formó al hombre con polvo del suelo,
e insufló en su nariz aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gn
2,7). En efecto, el hombre participa de una doble dimensión: humana (formado por
Dios del polvo de la tierra) y espiritual (Dios insuflo en su nariz aliento de
vida), por eso es imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26). Por lo mismo requiere
de dos tipos de alimentos: Pan material y pan espiritual. El pan material es
importante pero, solo es fuente de energía para el cuerpo: “Comieron pan hasta
saciarse”; sus padres comieron mana y murieron” (Jn 6,49). El pan del alma
(espiritual) es otro alimento: “Este es el pan que desciende del cielo, para
que aquel que lo coma no muera” (Jn 6,50); “Yo soy el pan vivo bajado del
cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi
carne para la Vida del mundo" (Jn 6,51).
Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo
dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman, esto es mi Cuerpo. Después
tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza,
que se derrama por muchos para la remisión de los pecados” (Mt 26,26-28). Jesús,
estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se
lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero
él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro
corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras?" (Lc 24,30-32). “Lo reconocieron al partir el pan” (Lc 24,35).
Si no tenemos fe, no sabremos reconocer a Jesús en la eucaristía.
La fe es la certeza de lo que esperamos, y la convicción de
lo que no se ve (Heb 11,1). Por ella fueron alabados nuestros mayores. Por la fe, sabemos
que el universo fue formado por la palabra de Dios, (Gn 1,1) de manera que lo
que se ve resultase de lo que no aparece. Por la fe, ofreció Abel a Dios un
sacrificio más excelente que Caín, por ella fue declarado justo, con la
aprobación que dio Dios a sus ofrendas; y por ella, aun muerto, habla todavía”
(Heb 11,1-4). ¿Por qué cito el tema de la fe?:
En primer lugar, la Encarnación de Jesús (Jn 1,14) que es el
acercamiento de Dios al hombre (Jn 14,7-10) se convierte en el gran obstáculo
para creer en Él. Porque no siempre coincide el pensar humano con la de Dios.
Recordemos por ejemplo la escena de Pedro con una inquietud humana ante Jesús
que dijo que el hijo del hombre será entregado en manos d sus enemigos y lo
mataran pero al tercer día resucitará: Pedro lo llevó aparte y comenzó a
reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá".
Pero Jesús, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Apártate, de mi vista Satanás!
Tú eres para mí un obstáculo, porque tú piensas como los hombres y no como
Dios” (Mt 16,22-23). Hoy se reitera este impase ya no con sus discípulos sino
con todo el pueblo cuando Jesús les dijo: "Yo soy el pan bajado del
cielo". Ellos murmuraron: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José?
Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo
he bajado del cielo"? (Jn 6,41-42).
En segundo lugar, conviene saltar estas frases: “Serán todos
discípulos de Dios” o como dice el texto “serán todos enseñados por Dios” (Jn
6,45). Para ser discípulos hay que aprender del maestro y eso implica pensar
como el maestro y no como uno desearía. Por eso en otro episodio cita Jesús estas
afirmaciones: “El que no cree al Hijo, no cree al Padre que lo envió. Les
aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene
Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a
la Vida” (Jn 5,23-24).
En tercer lugar, se nos anuncia una gran verdad: “El que
cree ya tiene la vida eterna.” (Jn 6,47). No tenemos por qué esperar la muerte
para tener en nosotros la vida eterna de Dios. Ya la llevamos dentro. Así nos
lo dice San Pablo: Ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sometidos a la
ley. Porque todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús, ya que
todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni
mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes
pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud
de la promesa” (Gal 3,25-29). O entro momento dice: “De Jesús aprendieron que es
preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se
va corrompiendo dejándose arrastras por los deseos engañosos, para renovarse en
lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo” (Ef 4,22-24).
Y, en cuarto lugar, una afirmación que es todo
un misterio de gracia: “Nadie puede conocer a Jesús si el Padre no le
atrae.”(Jn 6,44) Lo cual nos está planteando todo un mundo de cuestionamientos
sobre la fe. Con razón un día los mismos discípulos dijeron: "Auméntanos
la fe. Él respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de
mostaza, y dijeran a esa montaña que está ahí: "Arráncate de raíz y
plántate en el mar", ella les obedecería” (Lc 17,5-6). Así pues, si
movidos por el don de la fe nos acercamos al Maestro supremo, sus enseñanzas
tienen profundo sentido cuando hoy nos ha dicho; “Les aseguro que el que cree,
tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron
el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel
que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este
pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del
mundo" (Jn 6,47-51).