lunes, 16 de enero de 2023

DOMINGO III T.O. – A (22 de Enero del 2023).

 DOMINGO III T.O. – A (22 de Enero del 2023).

Proclamación del santo evangelio según San Mateo 4,12-23

4:12 Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea.

4:13 Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí,

4:14 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:

4:15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!

4:16 El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.

4:17 A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.

4:18 Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.

4:19 Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".

4:20 Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.

4:21 Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.

4:22 Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

4:23 Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. PALABRA DEL SEÑOR.

Estimados amigos(as) Paz y Bien.

El domingo pasado leíamos en el evangelio el inicio programático que el evangelista Juan presenta referente al comienzo de la predicación de Jesucristo. Nos lo presentaba como el Cordero de Dios (es decir, el Siervo de Dios que escoge el camino que no se basa en el poder y el dominio, sino en la verdad y el amor), el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). “Yo vine por los pecadores “ (Mt 9,13).

Hoy hemos leído el comienzo programático que nos presenta el evangelista Mateo, el evangelista que escucharemos casi todos los domingos de este año. Y como hacíamos el domingo pasado con Juan, hoy podríamos hacer con Mateo: fijarnos en su definición del camino de Jesucristo. El camino que nosotros queremos continuar (Jn 14,6).

Primer aspecto que san Mateo subraya: Jesucristo comienza su predicación en Galilea. ¿Tiene ello alguna importancia para nosotros, más allá del hecho histórico? ¿No sería igual que la hubiera comenzado en otra región del país de los judíos? La primera lectura nos da una pista del sentido de esta insistencia en que Jesucristo inicia su predicación en Galilea. "El pueblo que caminaba en tinieblas -hemos leído en Isaías- vio una luz grande". Isaías y el evangelio de Mateo tiene una misma expresión para describir aquella región: "Galilea de los gentiles", es decir, de los paganos.

¿Cuál es el sentido de esta insistencia? Subrayar que allí donde JC inicia su predicación, allí donde permanecerá más tiempo, de donde saldrán la mayor parte de sus discípulos, es la región que ahora llamaríamos más descristianizada. Judea, con su capital Jerusalén, era la región de los más practicantes, de quienes se creían más fieles. En cambio, Galilea, era una región más paganizada.

El evangelio de hoy distingue tres partes: a) la presentación de Jesús que predica en Galilea; b) el mensaje que predica; y c) la elección de los discípulos.

a) La actividad de Jesús empieza cuando Juan fue "encarcelado" (Mt 4,12-16): su misión de precursor termina de modo semejante a la del propio Jesús. Ante esta noticia Jesús se retira a la región de Galilea, estableciendo en Cafarnaún el centro de su actividad.

La predicación de Jesús se inicia en la "Galilea de los gentiles", es decir, en una región donde la situación religiosa del pueblo era más precaria, debido a una gran cantidad de población pagana. Los primeros destinatarios de la predicación de Jesús van a ser, por tanto, los que están más necesitados de ella, y los que aún no conocen la "luz" de la revelación porque viven en las "sombras" del paganismo. Y, a través de estos paganos, la predicación de Jesús se dirige a todas las naciones.

b) El mensaje de Jesús es el mismo que Mateo pone en labios del Bautista: "Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos" (Mt 4,17). Aunque las palabras sean las mismas, el evangelista Mateo nos irá mostrando que el contenido no es idéntico. Subrayemos, en primer lugar, que Jesús no vincula la conversión a un bautismo, ni se pone a predicar en el desierto, sino entre la gente de su pueblo. Estas palabras de Jesús no son más que el inicio de su ministerio de la palabra, que los siguientes capítulos de Mt irán desarrollando. El mensaje de Jesús se resume en esta frase: está cerca el Reino de los cielos. El Reino de Dios (o de los cielos), expresión ya existente en el pueblo de Israel, se contrapone a todos los demás reinos o poderes humanos que pretenden un dominio total sobre el pueblo de Israel -también al poder que se ofrecía a Jesús en sus tentaciones-, y expresa el deseo de que sea Yahvé quien reine. Este reinado de Dios, dice Jesús, "está cerca"; de hecho comenzó ya con El: Dios reina ya en Jesús y quiere reinar en cada hombre. Esto tiene una exigencia práctica muy concreta: convertíos.

c) Estrechamente unido a la proclamación del mensaje, vemos el seguimiento de los discípulos (Mt y Mc nos lo presentan de forma muy esquemática, y no sabemos qué tiempo transcurrió entre el inicio de la predicación y la elección de los discípulos). De todos modos, lo que más nos interesa es el significado de la expresión "seguir a Jesús": en primer lugar se trata de una llamada personal hecha por el propio Jesús que en el evangelio de hoy va seguida por una respuesta inmediata; para los discípulos esto supondrá ser -como Jesús- testigos del Reino de Dios. Habrá también mucha gente que, atraídos por la autoridad de su palabra o por sus curaciones (Mt 4,25) seguirá a Jesús; pero el propio Jesús les hará caer en la cuenta de que ser discípulo significa olvidarse de sí mismo, cargar la propia cruz y seguirle (Mt 16,24).