DOMINGO III T.O. – A (22 de Enero del 2023).
Proclamación del santo evangelio según San Mateo 4,12-23
4:12 Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido
arrestado, se retiró a Galilea.
4:13 Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a
orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí,
4:14 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por
el profeta Isaías:
4:15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar,
país de la Transjordania, Galilea de las naciones!
4:16 El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz;
sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.
4:17 A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar:
"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.
4:18 Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús
vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban
las redes al mar porque eran pescadores.
4:19 Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré
pescadores de hombres".
4:20 Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
4:21 Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a
Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con
Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
4:22 Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y
lo siguieron.
4:23 Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en sus
sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las
enfermedades y dolencias de la gente. PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos(as) Paz y Bien.
El domingo pasado leíamos en el evangelio el inicio
programático que el evangelista Juan presenta referente al comienzo de la
predicación de Jesucristo. Nos lo presentaba como el Cordero de Dios (es decir,
el Siervo de Dios que escoge el camino que no se basa en el poder y el dominio,
sino en la verdad y el amor), el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
(Jn 1,29). “Yo vine por los pecadores “ (Mt 9,13).
Hoy hemos leído el comienzo programático que nos presenta el
evangelista Mateo, el evangelista que escucharemos casi todos los domingos de
este año. Y como hacíamos el domingo pasado con Juan, hoy podríamos hacer con
Mateo: fijarnos en su definición del camino de Jesucristo. El camino que
nosotros queremos continuar (Jn 14,6).
Primer aspecto que san Mateo subraya: Jesucristo comienza su
predicación en Galilea. ¿Tiene ello alguna importancia para nosotros, más allá
del hecho histórico? ¿No sería igual que la hubiera comenzado en otra región
del país de los judíos? La primera lectura nos da una pista del sentido de esta
insistencia en que Jesucristo inicia su predicación en Galilea. "El pueblo
que caminaba en tinieblas -hemos leído en Isaías- vio una luz grande".
Isaías y el evangelio de Mateo tiene una misma expresión para describir aquella
región: "Galilea de los gentiles", es decir, de los paganos.
¿Cuál es el sentido de esta insistencia? Subrayar que allí
donde JC inicia su predicación, allí donde permanecerá más tiempo, de donde
saldrán la mayor parte de sus discípulos, es la región que ahora llamaríamos
más descristianizada. Judea, con su capital Jerusalén, era la región de los más
practicantes, de quienes se creían más fieles. En cambio, Galilea, era una
región más paganizada.
El evangelio de hoy distingue tres partes: a) la
presentación de Jesús que predica en Galilea; b) el mensaje que predica; y c)
la elección de los discípulos.
a) La actividad de Jesús empieza cuando Juan fue
"encarcelado" (Mt 4,12-16): su misión de precursor termina de modo
semejante a la del propio Jesús. Ante esta noticia Jesús se retira a la región
de Galilea, estableciendo en Cafarnaún el centro de su actividad.
La predicación de Jesús se inicia en la "Galilea de los
gentiles", es decir, en una región donde la situación religiosa del pueblo
era más precaria, debido a una gran cantidad de población pagana. Los primeros
destinatarios de la predicación de Jesús van a ser, por tanto, los que están
más necesitados de ella, y los que aún no conocen la "luz" de la
revelación porque viven en las "sombras" del paganismo. Y, a través
de estos paganos, la predicación de Jesús se dirige a todas las naciones.
b) El mensaje de Jesús es el mismo que Mateo pone en labios
del Bautista: "Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos"
(Mt 4,17). Aunque las palabras sean las mismas, el evangelista Mateo nos irá
mostrando que el contenido no es idéntico. Subrayemos, en primer lugar, que
Jesús no vincula la conversión a un bautismo, ni se pone a predicar en el
desierto, sino entre la gente de su pueblo. Estas palabras de Jesús no son más
que el inicio de su ministerio de la palabra, que los siguientes capítulos de
Mt irán desarrollando. El mensaje de Jesús se resume en esta frase: está cerca
el Reino de los cielos. El Reino de Dios (o de los cielos), expresión ya
existente en el pueblo de Israel, se contrapone a todos los demás reinos o
poderes humanos que pretenden un dominio total sobre el pueblo de Israel
-también al poder que se ofrecía a Jesús en sus tentaciones-, y expresa el
deseo de que sea Yahvé quien reine. Este reinado de Dios, dice Jesús,
"está cerca"; de hecho comenzó ya con El: Dios reina ya en Jesús y
quiere reinar en cada hombre. Esto tiene una exigencia práctica muy concreta:
convertíos.
c) Estrechamente unido a la proclamación del mensaje, vemos
el seguimiento de los discípulos (Mt y Mc nos lo presentan de forma muy
esquemática, y no sabemos qué tiempo transcurrió entre el inicio de la
predicación y la elección de los discípulos). De todos modos, lo que más nos
interesa es el significado de la expresión "seguir a Jesús": en
primer lugar se trata de una llamada personal hecha por el propio Jesús que en
el evangelio de hoy va seguida por una respuesta inmediata; para los discípulos
esto supondrá ser -como Jesús- testigos del Reino de Dios. Habrá también mucha
gente que, atraídos por la autoridad de su palabra o por sus curaciones (Mt
4,25) seguirá a Jesús; pero el propio Jesús les hará caer en la cuenta de que
ser discípulo significa olvidarse de sí mismo, cargar la propia cruz y seguirle
(Mt 16,24).