DOMINGO XXIII – B (06 de
setiembre del 2015)
Proclamación del Santo evangelio según San Marcos 7,31-37:
En aquel tiempo, Jesús volvía de
la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el
territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le
pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y,
llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la
lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Effetá",
que significa: "Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le
soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente
que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban
y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír
a los sordos y hablar a los mudos". PALABRA DEL SEÑOR.
Queridos(as) hermanos(as) en el
Señor Paz y Bien.
Para entender mejor el evangelio
de hoy, me remito a cuatro citas. 1) “Jesús les dijo: El Padre y yo somos una
sola cosa" (Jn 10,30). 2) Jesús dijo a sus discípulos: "Yo he
recibido todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18). 3) “Jesús respondió:
Los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos” (Mt 9,12). 4)
“Sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres,
para que este naciera ciego? Jesús respondió: Ni él ni sus padres han pecado para
que naciera ciego, sino que este ha nacido ciego para que se manifieste en él,
la gloria de Dios” (Jn 9,2-3). De modo que, no hay nada que ocurra fuera de la
voluntad de Dios. Tal esi que, en esta sanación del sordo y mudo constatamos el
despliegue del poder y gloria de Dios que se manifiesta en el Hijo, quien hace
la curación y sanción del sordo y mudo.
En el evangelio leído hoy se puede
notar tres momentos: 1) La descripción (Mc 7,31-32). 2) Los signos y gestos (Mc
7,33-34). 3) Los efectos (Mc 7,35-37).
1. La descripción: “Se marchó de
la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la
Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan
imponga la mano sobre él” (Mc 7,31-32).
El evangelista Marcos ve la
necesidad de dar detalles precisos sobre el sufrimiento del sordo y mudo. En el
versículo (Mc 7,32) hace dos afirmaciones concretas sobre la situación del
sordomudo. Primero lo describe como un sordo que además hablaba con dificultad.
Se trata de una persona que no oye y que se expresa con unos sonidos confusos,
guturales de los cuales no se consigue captar el sentido. Pero en segundo lugar
él especifica que le ruegan a Jesús que imponga la mano sobre él. Se nota
también que este hombre no sabe siquiera qué es lo que quiere puesto que es
necesario que otros lo lleven hasta donde Jesús. El caso en sí es bien
desesperado.
2. Los signos y gestos: “El,
apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su
saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le
dijo: «Effatá», que quiere decir: ¡Ábrete! Se abrieron sus oídos y, al
instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente” (Mc
7,33-35). Jesús, apartándose de la gente a solas con este enfermo de
incomunicación lo lleva de un espacio de bullicio a otro espacio de silencio
que supera el silencio absurdo al que ha sido sometido este hombre por su
enfermedad. Jesús lo lleva a un nuevo silencio, un silencio que brota de la
comunión íntima entre los dos. Esta toma de distancia de la multitud lleva al
sordomudo a una nueva experiencia, a abrir también los oídos a un nuevo
conocimiento de Dios que se revela a través del interés, de la delicadeza que
Jesús muestra amablemente por él.1) Le introduce los dedos en las
orejas para volver a abrirle los canales de la comunicación. 2) Le unge la lengua con saliva
para transmitirle su misma fluidez comunicativa en la que expresa toda la
riqueza que lleva dentro. Jesús le da su propia comunicación, su capacidad de
hablar desde el fondo del misterio.
¿Cómo describir la intensa
identificación entre Jesús y el sordomudo? La increíble manera que Jesús tiene
de entrar en la vida de una persona encerrada en su propio mundo, en su inercia
para sacarla de allí, no de una manera superficial sino para hacer que se
exprese de una manera clara como lo hacía el mismo Jesús que se relacionaba con
Dios, con los pecadores, con los enemigos, con los niños, con los grandes sin
ninguna dificultad. Y ¿Cómo expresarle amor a quien se ha bloqueado, a quien se
ha encerrado en sí mismo sino con gestos físicos concretos? Jesús comienza con
la sanación de la escucha y luego como consecuencia la sanación de la lengua.
Primero saber oír para después poder hablar. La comunicación no es solamente
física sino una comunicación profunda de corazón en la que Jesús capta lo hondo
del corazón de este enfermo y le da voz en su propia oración. Este suspiro de
Jesús indica la plenitud interior del Espíritu Santo en Jesús.
Effatá. Esta misma orden fue
desde muy antiguo pronunciado en la liturgia del bautismo en el rito de iniciación
cristiana de adultos. E inmediatamente después del imperativo, el evangelista
nos describe el relato sin perder la finura. El milagro se describe en tres
pasos: en primer lugar como una apertura: se le abrieron sus oídos. Se describe
como una soltura de la lengua, como un nudo complicado que después se desata. Apertura,
soltura de la lengua y capacidad de expresión correcta. Esto es lo que sucede
en este hombre.
3. Efectos: “Jesús les mandó que
a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo
publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían todo lo ha hecho bien; hace
oír a los sordos y hablar a los mudos” (Mc 7,36-37). La capacidad de expresión
del sordomudo de repente se vuelve contagiosa. Todo el mundo se vuelve
comunicativo. Se caen las barreras de la comunicación, la palabra se expande
como el agua que ha roto las barreras de un dique. La gente queda tremendamente
maravillada: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
(Mc 7,37).
En resumen: concluimos con dos citas: “Los discípulos
de Juan el Bautista preguntaron a Jesús: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos
esperar a otro?... Jesús respondió a los enviados: "Vayan a contar a Juan
lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos
son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es
anunciada a los pobres” (Lc 7,20-22). Y finalmente Jesús respondió: “Si yo
expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios (sano a los enfermos),
quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes” (Lc 11,20).