domingo, 7 de diciembre de 2025

III DOMINGO DE ADVIENTO - A (14 de Diciembre del 2025)

 III DOMINGO DE ADVIENTO - A (14 de Diciembre del 2025)

Proclamación del Evangelio según San Mateo 11, 2 -11:

11,2 Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle:

11,3 "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?"

11,4 Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven:

11,5 los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres.

11,6 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!"

11,7 Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento?

11,8 ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes.

11,9 ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.

11,10 Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino.

11,11 Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él. PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXIÓN

Queridos amigos(as) en la fe paz y bien.

El domingo anterior leíamos el evangelio en el que se nos decía que Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea proclamando: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 3,2). Y más adelante decía: “Produzcan el fruto de una sincera conversión” (Mt 3,8). Y terminaba la enseñanza: “Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego” (Mt 3,11). Haciendo clara referencia al profeta Isaías que pregonaba: “El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir. Juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas” (Is 11,3-5).

“Los discípulos le preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías? Él respondió: Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre. Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista (Mt 17,10-13).

Hoy, en el domingo de la alegría (Flp 4,4) nos sitúa recibiendo los primeros vestigios del amanecer. Juan bautista es como esa estrella, el lucero que nos anuncia el gran día en que Dios estará con nosotros de visita, una visita esperada durante muchos siglos y anunciada por los profetas.

Domingo de gaudete, III domingo de adviento, Según Mt 11,2-11: ¿Qué dijo Cristo de Juan? Acabamos de oírlo: Comenzó a decir a las turbas acerca de Juan: ¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña movida por el viento? No por cierto; Juan no giraba según cualquier viento de doctrina. Pero ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido de ropa fina? No; Juan lleva un vestido áspero; tenía un vestido de pelos de camello, no de plumas. Pero ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Eso sí, y más que un profeta (Mt 11,7-9). ¿Por qué más que un profeta? Porque los profetas anunciaron al Señor, a quien deseaban ver y no vieron (Lc 10,24), y a éste se le concedió lo que ellos codiciaron. Juan vio al Señor. Tendió el índice hacia él y dijo: He ahí el Cordero de Dios, he aquí quien quita los pecados del mundo (Jn 1,29). Ya había venido y no lo reconocían; por eso se engañaban con el mismo Juan (Mt 17,12). Y ahí está aquel a quien deseaban ver los patriarcas, a quien anunciaron los profetas, a quien anticipó la ley. He ahí el cordero de Dios, he ahí quien quita los pecados del mundo.

Domingo de Gaudete: ¿Quién es este Juan? El tercer domingo de Adviento es tradicionalmente conocido como Domingo de Gaudete (Domingo de la Alegría), llamado así por la antífona de entrada: «Gaudete in Domino semper»—«Alegraos siempre en el Señor» (Flp 4,4). En medio de la seriedad de la preparación para la Natividad, la Iglesia nos invita a una alegría profunda: la venida del Señor ya está cerca.

La Pregunta de Juan y el Testimonio de Jesús

El Evangelio de hoy, Mt 11,2−11, nos presenta un momento de crisis y claridad. Desde la prisión, Juan el Bautista —el más grande de los profetas— envía a sus discípulos a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir, o hemos de esperar a otro?» .

La respuesta de Jesús no es una simple afirmación, sino un testimonio de sus obras, una referencia directa a las profecías de Isaías: «Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la Buena Noticia a los pobres» (Mt 11,4−5; cf. Is 35,5−6). Este es el signo de que la alegría y la salvación han llegado.

La Grandeza de Juan: Más que un Profeta

Luego, la atención se centra en la multitud. Jesús, el Maestro, no quiere que se engañen sobre la identidad de Juan, y pronuncia un triple elogio retórico sobre él:

1. ¿Una Caña Movida por el Viento?

Respuesta de Cristo: «No por cierto.»

Significado Teológico: Juan no es un hombre débil, inconstante o acomodaticio. No se dobla ante la opresión política o la moda doctrinal. Es la voz del desierto, firme en la verdad y la rectitud moral. Es un modelo de coherencia profética en medio de la adversidad.

2. ¿Un Hombre Vestido de Ropa Fina?

Respuesta de Cristo: «No.»

Significado Teológico: Juan no representa el poder terrenal, el lujo o la complacencia mundana. Su vestimenta áspera de pelo de camello es un signo de su ascetismo, su desapego y su identificación con la misión de Elías (2 Re 1,8). El Reino de Dios no viene con ostentación, sino con humildad y penitencia.

3. ¿Un Profeta? Sí, y Más que un Profeta.

Respuesta de Cristo: «Eso sí, y más que un profeta.»

Significado Teológico: Aquí radica el punto culminante. Todos los profetas anunciaron al Señor, deseaban verlo y no pudieron. Juan es más que un profeta porque a él se le concedió el inmenso privilegio de ver al Señor, bautizarlo y señalarlo con el dedo.

    • Juan es el Ángel o Mensajero profetizado por Malaquías (Mal 3,1), el que prepara el camino.
    • Él es el eslabón que une la Antigua y la Nueva Alianza.
    • Él pasa de la simple profecía a la realización, pues dice: «He ahí el Cordero de Dios, he aquí quien quita los pecados del mundo» (Jn 1,29).

En resumen: Juan es la voz que introduce a la Palabra.

 Aplicación Homilética para Gaudete

La alabanza de Jesús a Juan nos interpela en este Domingo de Alegría:

  1. La Coherencia: Juan nos llama a ser «más que cañas». La cercanía de la Navidad no debe ser un cambio de calendario, sino una firmeza de vida que no se doblega ante el espíritu del mundo.
  2. La Humildad: Juan nos llama a «no buscar ropas finas». La verdadera alegría de Gaudete no está en el consumo, sino en la penitencia y el desapego que nos permite recibir al Niño Dios.
  3. El Testimonio: Juan es el ejemplo de la alegría del encuentro. Él nos enseña que el mayor gozo no es anunciar que Cristo viene, sino señalarlo cuando ya está aquí.

La alegría de Gaudete es la alegría de saber que el Mesías, a quien Juan preparó y señaló, ya ha venido y volverá. Por eso, aunque estemos en la prisión de nuestras pruebas o dudas (como Juan), podemos regocijarnos (Gaudete!) porque el Señor está cerca.

Juan Bautista es como el lucero de la mañana que anuncio que la luz del día ya está a punto de romper con eliminar las tinieblas de la noche e iluminar el mundo ( Jn 8,12).

¡Excelente elección! La imagen de Juan el Bautista como el lucero de la mañana (la estrella de la mañana), anunciando la inminente salida del Sol de Justicia, es una analogía profundamente rica y teológicamente hermosa.

Desarrollemos este punto con una reflexión detallada.

El Lucero de la Mañana: Juan, el Anunciador de la Luz

El punto que desea profundizar conecta magistralmente la figura de Juan con la promesa de Cristo como la Luz del Mundo (Jn 8,12). Es una imagen de la esperanza y la inmediatez propia del Adviento, y especialmente del Domingo de Gaudete.

1. Juan, La Estrella que Anuncia el Amanecer

En la analogía celeste, el Lucero de la Mañana (Venus, visible justo antes del amanecer) no es el sol, pero su aparición en la oscuridad de la noche es la señal inequívoca de que el sol está por salir.

Juan no es la Luz: El Evangelio de Juan es muy claro: «Él no era la luz, sino uno que venía a dar testimonio de la luz» (Jn 1,8). Juan mismo lo dice: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30).

Juan es el Testigo: Su grandeza radica en esta función. Su misión no es brillar por sí mismo, sino señalar al que viene. Al igual que el lucero, aparece cuando la noche es más oscura (el periodo de silencio profético en Israel), y prepara los ojos de los hombres para recibir la intensa Luz.

Reflexión Teológica: Juan representa la esperanza final del Antiguo Testamento. Todos los profetas anteriores eran como estrellas distantes en la noche. Juan es la estrella que, estando tan cerca del horizonte, declara: «Ya no es hora de dormir; la espera ha terminado.»

2. La Luz de Cristo: Deshaciendo las Tinieblas

La misión de Juan es preparar el camino para la Luz que es Cristo, quien dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12).

Las Tinieblas de la Noche: Antes de Cristo, el mundo estaba envuelto en las tinieblas de la ignorancia de Dios, el pecado, la Ley (entendida solo como carga y no como promesa), y la muerte.

La Ruptura del Amanecer: Cuando el sol (Cristo) irrumpe en el mundo, estas tinieblas son disipadas. El anuncio de Juan —«Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos se ha acercado» (Mt 3,2)— es el grito de la inminencia: el Reino ha llegado para iluminar la vida y disipar las sombras de nuestros corazones.

Reflexión Homilética: En el Domingo de Gaudete, la aparición del Lucero (Juan) en el Evangelio nos llama a levantar la cabeza y regocijarnos. Las tinieblas de la duda, la tristeza o el desánimo no tienen la última palabra. Si el Lucero ya apareció, ¡el Sol ya viene! La promesa de la Navidad es la certeza de que la luz de la vida ha vencido la oscuridad del pecado y la muerte.

3. Nuestra Vocación: Ser Pequeños Luceros

La enseñanza final para nosotros es que, después de que el Sol de Justicia ha salido, somos llamados a reflejar esa luz.

De Juan a Nosotros: Juan cumplió su misión: fue la voz, el lucero. Ahora, Jesús nos dice a sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5,14).

La Alegría de la Reflección: Si el Adviento es tiempo de preparación, este Domingo de Alegría es el momento de reavivar nuestra propia luz interior. Debemos ser pequeños luceros que, con nuestra firmeza (no como cañas) y nuestra humildad (no con ropas finas), ayudemos a otros a ver y a creer que Jesús, el Cordero de Dios, ya está presente y regresa en gloria.

Conclusión: Juan, el Lucero de la Mañana, nos recuerda que la luz está más cerca que nunca. Aceptemos la alegría de esta cercanía, preparemos nuestro corazón y seamos, a su ejemplo, firmes testigos de que el Sol de Justicia ya rompió las tinieblas del mundo.

Oración de conclusión basada en estas poderosas imágenes celestiales será un cierre perfecto y edificante para la homilía.

Oración de Conclusión (Domingo de Gaudete) Basada en Juan como Lucero y Cristo como Luz

Oremos, levantando nuestros ojos al encuentro de la Luz que viene:

Oh, Dios Padre, fuente de toda luz y consuelo. Te damos gracias por tu siervo Juan el Bautista, a quien constituiste como el Lucero de la Mañana, que valientemente anunció el inminente amanecer.

Te rogamos: Así como Juan, en su firmeza y humildad, no se dejó mover por los vientos de este mundo, concédenos la gracia de la coherencia para vivir el Adviento con rectitud, apartando de nuestros corazones toda sombra de duda y desánimo.

Que la alegría de este Domingo de Gaudete sea la certeza de que tu Hijo, Jesucristo, el verdadero Sol de Justicia, está cerca. Que su luz, de la que Juan dio testimonio, disipe las tinieblas de nuestro pecado, ilumine el camino de nuestra fe y nos impulse a ser, a ejemplo del Bautista, pequeños luceros que señalan tu presencia.

Ven, Señor Jesús, y haz resplandecer tu luz en el mundo para que, llenos de gozo, podamos contemplar tu Natividad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.