DOMINGO XXVIII - C (12 octubre del 2025)
Proclamación del Evangelio según San Lucas 17, 11 -19:
17,11 Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través
de Samaría y Galilea.
17,12 Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez
leprosos, que se detuvieron a distancia
17,13 y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten
compasión de nosotros!"
17,14 Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a
los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
17,15 Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió
atrás alabando a Dios en voz alta
17,16 y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en
tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
17,17 Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron
purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
17,18 ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero?"
17,19 Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha
salvado". PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos(as): En el Señor Paz y Bien.
"Señor, ¿es verdad que son pocos los que se
salvan?" (Lc 13,23). Dios quiere salvar a los diez: “En el camino quedaron
purificados los diez” Lc 17,14). San Pablo agrega: “Él quiere que todos se
salven y llegando al conocimiento de la verdad” (I Tm 2,4). Pero, en la
enseñanza de hoy, solo uno participa de la salvación, el que sabe ser
agradecido. “Jesús le dijo entonces: ¿Cómo, no quedaron purificados los diez?
Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero? Y agregó: Levántate y vete, tu fe te ha salvado" (Lc
17,17-19).
“Pidan y se les dará;
busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá” (Mt. 7,7). Los
discípulos piden solo dos cosas básicas: “Enséñanos a orar” (Lc. 11,1). Y la
otra: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
El evangelio de hoy es el manifiesto de la fe de los diez leprosos que gritaron: "¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, Jesús les dijo: Vayan a presentarse a los sacerdotes. Y en el camino quedaron sanos” (Lc 17,13-14). Otro episodio similar: “Una mujer cananea, comenzó a gritar: "Señor, Hijo de David, ¡ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio… Jesús le dijo: Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo! Y en ese momento su hija quedó curada” (Mt 15,22-28). El padre del muchacho endemoniado dijo: si puedes ayúdalo. Respondió Jesús: Todo es posible para el que cree. Inmediatamente el padre del niño exclamó: Creo, pero aumenta mi fe" (Mc 9,23-24). Jesús dijo a la hemorroisa: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad. Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro? Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe" (Mc 5,34-36)
¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a
Dios?” Y le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado.” (Lc 17,18). Pero al
inicio dice: Jesús de camina a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría
y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez leprosos,
que se pararon a lo lejos y, a gritos, decían: “¡Jesús, Maestro, ten compasión
de nosotros!” (Lc 17,11-13). Al inicio el clamor es de los diez leprosos y al
final la gratitud de solo uno de ellos, el de un leproso samaritano y la
ingratitud de los 9 leprosos judíos.
“La mujer samaritana
dijo a Jesús: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, vendrá pronto. Cuando él
venga, nos enseñará todo». Jesús le respondió: «El Mesías que esperan soy yo,
el que habla contigo». (Jn 4,25-26)…Y Jesús le dijo a la mujer sus verdades
respecto a su marido…”La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y
dijo a la gente: Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No
será el Mesías?” Y los samaritanos salieron de la cuidad al encuentro de Jesus”
(Jn 4,28-30). Al escuchar a Jesús los samaritanos decían a la mujer: «Ya no
creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él
es verdaderamente el Salvador del mundo». (Jn 4,42). Otro pasaje famoso de los
samaritanos es el del buen samaritano: “… Pero, un samaritano que viajaba por
allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus
heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia
montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente,
sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:
"Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver" ¿Cuál de
los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los
ladrones? El que tuvo compasión de él, respondió el doctor. Y Jesús le dijo:
“Ve, y procede tú de la misma manera”(Lc 10,30-37).
El evangelio de hoy nos reporta varias ideas: En primer
lugar, la religión de la ley es una religión que excluye y sobre esta primera
idea dice San Pablo: “Sabemos que la Ley es buena, si se la usa debidamente, es
decir, si se tiene en cuenta que no fue establecida para los justos, sino para
los malvados y los rebeldes, para los impíos y pecadores, los sacrílegos y
profanadores, los parricidas y matricidas, los asesinos, los impúdicos y pervertidos,
los traficantes de seres humanos, los tramposos y los perjuros. En una palabra,
la Ley está contra todo lo que se opone a la sana doctrina del Evangelio que me
ha sido confiado, y que nos revela la gloria del bienaventurado Dios” (ITm
1,8-11). Pues, estos pobres leprosos tienen que vivir lejos de toda convivencia
humana. Tienen que hablar a lo lejos. Es posible que hoy hayamos vencido la
lepra y que hayan surgido otras razones que marginan. No será la lepra, pero sí
la pobreza. También hoy hay zonas en las que los pobres no tienen espacio.
En segundo lugar, resaltamos la idea de: cómo el dolor y el
sufrimiento es capaz de unir lo que la religión separaba. De los diez, nueve
eran judíos y uno samaritano. A pesar de no hablarse unos y otros, el sufrimiento
era capaz de juntarlos y unirlos. Dios al respecto ya dijo: “Yo los tomaré de
entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su
propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los
purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón
nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el
corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en
ustedes y haré que signa mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.
Ustedes habitarán en la tierra que yo ha dado a sus padres. Ustedes serán mi
Pueblo y yo seré su Dios” (Ez 36,24-28).
Una tercera idea que nos aporta el evangelio de hoy es que,
de los diez leprosos que son curados, nueve de ellos regresan a la religión que
los excluyó es decir a la religión judía. Y también al respecto y con gran
sabiduría Dios nos dice: “El perro vuelve a su vómito y el necio recae en su
locura” (Prov 26,11). Y mismo Jesús nos dice: “Nadie te condeno, tampoco te
condeno, ve y no vuelvas a pecar mas” (Jn 8,11).
Una última idea que el evangelio de hoy nos aporta es la
actitud grata del Leproso extranjero. Solo uno es capaz de regresar alabando a
Dios a gritos y se postra a los pies de Jesús dando gracias. Los demás se
olvidan y son incapaces de dar gracias. “Y se echó a los pies de Jesús con el
rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano” (Lc 17,16). El único que
tiene un corazón agradecido es precisamente un pagano.
La perícopa de la sanación de los diez leprosos en Lucas
17,11-19 es un pasaje profundamente rico que, a través del contraste entre los
nueve desagradecidos y el samaritano agradecido, ilustra la interconexión entre
la fe, la gratitud y la salvación.
El Milagro Completo: En el relato (Lc 17,11-19), se
distinguen claramente dos momentos en la obra de Jesús:
- Sanación
(Limpieza): Los diez leprosos, al clamar a Jesús con fe (reconocimiento de
su poder), reciben la orden de ir a presentarse a los sacerdotes. En el
camino, son sanados o "limpiados" (v. 14). Esta sanación física
(la purificación ritual de la lepra) es un acto de misericordia de Jesús
para todos ellos.
- Salvación
y Gratitud: Solo uno, un samaritano (un "extranjero" despreciado
por los judíos, un detalle crucial en Lucas), se da cuenta de su sanación,
regresa, glorifica a Dios a gran voz, se postra a los pies de Jesús y le
da gracias (v. 15-16). A este hombre, y solo a él, Jesús le dice: "Levántate,
vete; tu fe te ha salvado" (v. 19).
La sanación física fue para los diez, pero la salvación
integral (que implica una dimensión espiritual más profunda) fue declarada solo
para el samaritano. El regreso con gratitud fue la manifestación visible y la
culminación de la fe que lo distinguió.
Fe, Gracia y la Respuesta Humana:
1. La Fe como Apertura a la Gracia
- Fe
Inicial (Obediencia): Los diez mostraron una fe inicial al clamar a Jesús
y al obedecer la orden de ir a los sacerdotes antes de ver su curación.
Esta fe fue suficiente para recibir el milagro de la limpieza o gracia
común. Teológicamente, esto muestra que Dios es bueno y misericordioso
incluso con los ingratos y aquellos que solo buscan el beneficio
inmediato.
- Fe
Salvadora (Reconocimiento): El samaritano, en cambio, exhibe una fe que va
más allá de la sanación. Al regresar, adora a Dios y agradece a Jesús. Su
fe no solo creyó en el poder de Jesús para sanar, sino que lo reconoció
como el autor de su bien y el vehículo de la misericordia divina
(glorificando a Dios). Esta fe, manifestada en la gratitud y la adoración,
es la que Jesús declara que lo ha salvado, un término que en Lucas a
menudo implica una salvación integral que afecta tanto al cuerpo como al
espíritu.
2. La Gratitud como Evidencia de la Fe Salvadora
- La
Gratitud es Adoración: El acto del samaritano de postrarse y glorificar a
Dios es un acto de adoración. Teológicamente, la verdadera gratitud es el
reconocimiento de que todo bien (incluida la sanación y la vida) proviene
de Dios. La ingratitud de los nueve es, por lo tanto, una falta de
reconocimiento de Dios como el Soberano y Proveedor de la gracia.
- La
Gratitud es Respuesta: La salvación es ofrecida gratuitamente por Dios. No
se gana por mérito, sino que se recibe por fe. Sin embargo, la gratitud se
convierte en la respuesta necesaria a este don inmerecido (la Gracia). No
es la causa de la salvación, sino su fruto y su evidencia más clara. Si la
fe es el acto de recibir la salvación, la gratitud es el acto de responder
a la Gracia con una vida de adoración.
El Cultivo de la Vida en Cristo
1. La Lepra y el Pecado
Espiritualmente, la lepra es vista como una metáfora
poderosa del pecado: aísla, degrada e imposibilita el acercamiento a Dios y a
la comunidad. La sanación es la justificación (limpieza del pecado), y la salvación
es la vida eterna y la restauración completa de la relación con Dios.
2. El Peligro de la Ingratitud Espiritual
- Los
Nueve: Representan a aquellos que buscan el favor de Dios (el milagro, la
bendición, la limpieza del pecado) de manera utilitarista. Obtienen el don
de Dios, pero no al Dador. Su enfoque está en el beneficio personal y su
cumplimiento de la ley (ir al sacerdote), olvidando el encuentro y el agradecimiento
a la fuente de la gracia.
- El
Samaritano: Representa al verdadero creyente. Su gratitud lo lleva de
vuelta a Jesús. Espiritualmente, esto nos enseña que el camino de la
salvación (la metanoia o conversión) es un regreso a Cristo. La
vida espiritual plena se manifiesta no solo en el gozo del beneficio
recibido, sino en una vida continua de alabanza, humildad (postrarse) y
agradecimiento a Dios.
La lección para todo creyente es que la salvación no solo cura
(limpia) sino que transforma la identidad y la vida, llevándola a un estado
perpetuo de gratitud. Esta gratitud activa y adoradora es el signo de una fe
madura que ha comprendido la profundidad del don de Dios en Cristo.
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