DOMINGO II – C (16 de Enero de 2022)
Proclamación del santo evangelio según san Juan 2,1-11:
2:1 Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de
Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
2:2 Jesús también fue invitado con sus discípulos.
2:3 Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No
tienen vino".
2:4 Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver
nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
2:5 Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo
que él les diga". Génesis 41, 55
2:6 Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos
de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
2:7 Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas
tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
2:8 "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado
del banquete". Así lo hicieron.
2:9 El encargado probó el agua cambiada en vino y como
ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua,
llamó al esposo
2:10 y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino
y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio,
has guardado el buen vino hasta este momento".
2:11 Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo
en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en
él. PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.
La intervención de Dios: “Fortalézcanse las manos débiles y
las rodillas vacilantes. Digan a los cobardes de corazón: ¡Animo, no tengan
miedo! Miren que su Dios viene y trae la venganza y la recompensa; él viene a
salvarlos. Que los ciegos ven y los sordos se oyen” (Is 53,3-5). "Tu eres el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesus dice: Digan a Juan lo qu oyen y ven: Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan" (Lc 7,19).
En el inicio del tiempo ordinario en su primera parte, el
evangelio que hoy leímos nos sitúa en 4 puntos: 1) "No tienen vino"
(Jn 2,3). 2) "Hagan todo lo que él les diga" (Jn 3,5). 3)
"Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). 4) "Saquen ahora, y
lleven al encargado del banquete” (Jn 3,8). Las dos intervenciones primeras son
de la Madre y las dos intervenciones siguientes son del Hijo. A los que hay que
agregar la intervención del Padre en el domingo anterior: “Tu eres mi hijo, yo
te he engendrado hoy” (Lc 3,22). Enunciado que se complementa con lo de: “Este
es mi hijo amado en quien me complazco, escúchenlo” (Mt 17,5). La primera
intervención del Padre es en el inicio de la vida pública del Hijo y la segunda
intervención del Padre es en la parte final de la vida pública del Hijo. Pues
veamos algunos detalles:
1 “Ya no tienen vino” (Jn 2,3), ¿Quién interviene en la
escena?. Recordemos que la escena es una fiesta, bodas de Caná. La Madre
interviene e intercede por los de la fiesta (Iglesia). Esta es la “segunda”
intervención. Recordemos la primera. Y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por
qué nos has tratado así? Piensa que tu padre y yo te buscábamos
angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían
que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2,48-49). Pero
también conocemos este enunciado: “Su madre conservaba y meditaba estas cosas
en su corazón” (Lc 2,51). Este episodio nos da pie en afirma que en la parte
humana, es la Madre quien inicia a su hijo en la vida pública. En la parte
divina es el Padre quien inicia al Hijo en el ejercicio de su ministerio al
decir: “Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22).
2 “Hagan lo que él les diga” (Jn 3,5): ¿Qué cereza tiene la
Madre para recomendar a la gente que hagan lo que su hijo les diga? La Madre
tiene a su favor aquella aclaración desde lo alto por el Ángel en el misterio
de la encarnación. María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no
tengo relaciones con ningún hombre?" El Ángel le respondió: "El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra. Por eso el niño que nacerá de ti será Santo y será llamado Hijo de
Dios” (Lc 1,34-35). Y luego se nos dice que: “Su madre conservaba y meditaba
estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). Eh ahí tenemos suficientes evidencias de
que la Madre sabe bien que su Hijo puede hacer algo en favor de la gente de la
boda. Y es que a Madre le interesa la alegría de la gente. Recordemos aquella
exclamación suya: “Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1.47). Y es
que la alegría equivale para la Madre vivir en la presencia de Dios (Cielo). La
tristeza equivale a la vida en ausencia de Dios (Infierno). Así, que un día
gocemos de la fiesta eterna dependerá de cuánto obedecemos al consejo de la
Madre: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).
3) "Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). Si un
día queremos ser parte de la fiesta de las bodas del hijo, debemos llenar de
agua las tinajas, si o so. ¿Cómo hacerlo? Aquí algunas citas que nos dan luces:
Dijo Jesús a sus discípulos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes
hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Entonces les dijo: "Vayan por
todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios
acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán
nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un
veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y
los curarán" (Mc 16,15-18).
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