V Domingo de pascua – 28 de
Abril del 2013 – ciclo C
Sn Juan 13,31-33.34-35:
En aquel tiempo, cuando Judas salió
del cenáculo, dice Jesús: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y
Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también
le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto."
Hijos míos, me queda poco de
estar entre Uds. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros
como yo les he amado. La señal por la que conocerán que son mis discípulos será
que se amen unos a otros." Palabra del Señor.
COMENTARIO:
Muy estimado y queridos hermanos(as) paz y bien en el Señor. Hoy ya
estamos en el quinto domingo del tiempo de pascua, tiempo de manifestación del
amor de Dios para con cada uno de nosotros, manifiesto expresado simplemente en
el acontecimiento de Jesús crucificado y resucitado. Y en este contexto o
despliegue festivo del amor de Dios, el evangelio de hoy nos aporta tres ideas principales,
es a saber:
a) Judas que ya salió a hacer de las suyas. Jesús ve con mucha
serenidad lo que se viene, por más que sabe a lo que va a pasar, Jesús mira con
ojos nuevos su futuro. Sabe lo que le espera, pero no lo ve ni como algo
trágico ni como una desgracia. Al contrario, siente que ahora ha llegado la
hora de su propia glorificación y la glorificación del Padre en Él. Lo que para
muchos serán unas momentos de dolor, frustración o fracaso, Jesús es capaz de
ver en ello el momento de dar gloria a Dios y Él mismo ser glorificado. Y es
que Jesús siempre ve las cosas desde el otro lado, desde el proyecto amoroso
del Padre celestial.
b) La
idea central que resalta el evangelio de hoy es el gran
mandamiento que nos deja. Lo hace como todo buen padre lo haría con sus hijos
al momento de morirse: que se amen unos a otros. Pero, no se trata de un amor
como lo entiende el hombre del siglo XXI (amor eros, amor filia, amor
interesado) un amor vacío. Se trata del amor como Él mismo nos ha amado. Aquí
no se trata de palabras bonitas y románticas de corte novelesca y menos de una poesía
bonita que todo eso no sirve de nada. El amor de verdad del que nos habla Jesús
es ese amor ágape, el amor sublime, el amor incondicional y este tipo del amor
verdadero solo puede venir de Dios. El amor de verdad es amar como Jesús ama,
hasta dar su vida por el mundo.
c) La otra idea que me parece valioso es que: El verdadero testimonio
cristiano que hace creíble nuestra fe y hace creíble nuestra fe en Jesús, no es
hacer grandes cosas ni ocupar altos puestos, sino el "amarnos los unos a
los otros. Los cristianos solemos ser gente normal, gente como el resto de la
gente. Comemos, bebemos, dormimos, nos divertimos, trabajamos. Vamos en el
autobús, nos molesta el frío. Nos agobia, con frecuencia el calor. Nos encanta
la playa. Igualitos a todos. En estos actos simples se ve desplegado el amor autentico
de todo discípulo y los demás de por si entienden el mensaje y dicen mira cómo
se aman. Entonces es cuando nos sabemos que somos de Jesús nuestro maestro
quien nos dejó esta forma de vida evangélica. Con razón algunos eminentes santos
en nuestra Iglesia universal como como San Pablo dirá: Ya no vivo yo, es Cristo
que vive en mí’ (Gál 2, 20). O como el mismo hermano universal, San Francisco
de Asís que propone a sus hermanos como norma de vida fraterna: vivir el santo
evangelio, que no es otra que vivir en el mismo amor de Dios.
En resumen: ¿cómo se nos
identifica como cristianos? ¿Cómo saber que somos seguidores de Jesús? Hay un
detalle que Jesús quiere dejar bien claro para que "conozcan que son mis
discípulos". Nuestro único y verdadero distintivo es el que más nos
asemeja a Él y al Padre. Para Jesús no es otra cosa que el "amor". "La señal por la que
conocerán todos que son discípulos míos será que se amen unos a otros como yo
les he amado". La Iglesia no se identifica por su gran
organización, ni tampoco por la solemnidad de sus celebraciones ni siquiera por
sus grandes documentos, la Iglesia se identifica ante la sociedad por ser el
sacramento del amor de Dios a los hombres. La Iglesia no se identifica por su
ortodoxia, sino por ser la expresión del amor de Jesús crucificado en la Cruz y
como tal es el evangelio viviente y signo de salvación. Pues, ahora entendemos del
por qué Jesús respondió al maestro de la ley cuando un buen día le pregunto ¿Cuáles
el mandamiento principal de la ley? A lo que Jesús respondió: amaras a Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y el segundo es semejante:
amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37).
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