FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
San Juan 16, 12 - 15:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Mucho tengo
todavía que decirles, pero ahora no pueden entender. Cuando venga Él, el
Espíritu de la verdad, les guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por
su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anunciará lo que ha de venir.
Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y les anunciará
a Uds. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío
y les anunciará a Uds. PALABRA DEL SEÑOR.
Comentario:
Amigos en el Señor Paz y
Bien. Cuando pregunta a Jesús un doctor de la ley “Maestro bueno ¿cuál
es el mandamiento principal de la ley? Jesús respondió: Ama a Dios sobre todas
las cosas con toda tu alma y con todo tu ser, el segundo es similar, ama a tu prójimo
como a ti mismo, este mandato es lo principal de la Dios y los profetas” (Mc
12,28). Luego San Juan Dice: “Si alguno dice, Yo amo a Dios, y aborrece a su
hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo
puede amar a Dios a quien no ha visto? (IJn 4,20). Estos dos argumentos nos dan
pie para decir con certeza que la fiesta de la Santísima Trinidad es la fiesta
de la manifestación del amor pleno de Dios.
Jesús redujo toda la Ley
a dos cosas: el amor a Dios y el amor al prójimo. Con lo cual quiso decirnos
que no podemos amar a uno sin amar al otro y que lo que hagamos a uno se lo
hacemos al otro. De ahí entendemos que Benedicto XVI escribió en su primera
Encíclica: "Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí." Y aún
añade más: "Lo que subraya es la inseparable relación entre amor a Dios y
amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación
de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o
incluso lo odia. El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el
sentido de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios,
y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también ciegos ante
Dios." (DC n. 16)
Cuando decimos que "no vemos a Dios" tendríamos
que preguntarnos si "realmente vemos al prójimo". Por tanto el prójimo
es el camino del hombre hacia Dios. Si yo no creo en ti, ¿creeré de verdad en
Dios? Si tú me eres indiferente, ¿no que también Dios termina siéndome
indiferente? Si yo te margino a ti de mi vida, ¿no estaré marginando también a
Dios?
Hoy, en este Año de la Fe, ¿no será el momento de
sincerarnos con nosotros mismos y preguntarnos qué es Dios para mí. La
respuesta la tendré cuando me responda quién eres tú para mí y quién es mi
prójimo para mí.
La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo
Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla
II, año 553). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que
cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el
Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el
Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo
XI, año 675). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir,
la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV,
año 1215).
Las tres Personas divinas son realmente distintas entre sí.
"Dios es único pero no solitario" (DS 71). "Padre",
"Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan
modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que
es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu
Santo el que es el Padre o el Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675). Son
distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien
engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien
procede" (Concilio de Letrán IV, año 1215). La Unidad divina es Trino.
Las Personas divinas son relativas unas a otras. La
distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina,
reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los
nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es
al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de
estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza
o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675). El padre crea, el hijo
redime y el espíritu santifica. Pero una sola sustancia, una sola esencia, una
sola naturaleza. Ninguno precede en grandeza, eternidad y potestad.
Absolutamente simple, por eso indivisible, inseparable, inconfundible, e
inmutable.
Por tanto el Padre es creador en cuanto que el Hijo redime y
el Espíritu santifica, y el Hijo es redentor en cuanto que el Padre crea y el Espíritu
santifica y el Espíritu santifica en cuanto que el Padre crea y el Hijo redime.
De ahí concluimos que, el Padre no es el Hijo ni el Espíritu santo y el Hijo no
es ni el Padre ni el Espíritu santo y el Espíritu santo no es ni el Padre ni el
Hijo, porque son distintas personas.
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