sábado, 17 de octubre de 2015

DOMINGO XXIX - B (18 de Octubre de 2015)


DOMINGO XXIX – B (18 de Octubre de 2015)

Proclamación del santo evangelio según San Marcos 10,35-45:

En aquel tiempo, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". Él les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?" Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré? "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". PALABRA DEL SEÑOR.

Estimados(as) hermanos(as) en el Señor paz y Bien.

Recordemos el evangelio del domingo anterior: “Uno corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?” (Mc 10,17). Jesús recordándole los mandamientos (Ex 20,2-8) le advierte que le falta algo más: “Dar todo lo que tiene a los pobres y que luego lo siga” (Mc 10,21). El hombre se fue muy triste porque era rico y le era imposible desprenderse de sus bienes. Por eso Jesús advierte que será muy difícil que un rico entre en el Reino de los cielos” (Mc 10.24). Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse? Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible" (Mc 10,26-27).

Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria" (Mc 10,37). Un día, estar en el cielo, que debe ser ilusión de todos, no es cuestión de meras ilusiones, sino efecto de una opción concreta. Jesús tampoco rechaza las aspiraciones de los discípulos, Él no desea discípulos conformistas, sin iniciativa y sin proyección, por eso admite que se llegue a ser “grande” y “el primero” (Mc 10,43-44). El problema no está en el “qué hacer” sino en el “para qué hacer” (en función de qué) y el “cómo seguir el camino correcto”.

Los hijos de Zebedeo le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria" (Mc 10,37). Jesús respondió que “no saben los que piden”.  Cuestiona la actitud egocéntrica: cuando el interés por el éxito terreno, el prestigio y la honra personal es la aspiración fundamental. El individualismo vanidoso y egocéntrico, que lleva a una persona a querer sobreponerse sobre los demás, es la fuente de la mayor parte de los conflictos de la convivencia, como bien lo ilustra la división –en la indignación de unos contra otros- que brota inmediatamente en la comunidad de los Doce (Mc 10,41). Jesús responde, no con una teoría, sino sobre el fundamento de su propia vida: Él es el criterio último del actuar del discípulo. Las aspiraciones espontáneas de los discípulos (Mc 10,35-37) y los modelos de comportamiento de la sociedad (Mc 10,42) se confrontan con la instrucción de Jesús que indica cómo es que se le sigue (Mc 10,38-40 y 43-45).

Jesús enseña, a partir del ejemplo de su propia vida. Su autoridad no es la imposición sino la atracción del ejemplo: “El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" (Mc 10,45). Es decir, reorienta la mirada del discípulo hacia la radicalidad de la pasión, momento cumbre de su ministerio y de su revelación. Así aprende que la comunión con Jesús o es total o simplemente no existe. Si es total, entonces incluye el camino de la cruz, de la cual se derivan los principios que determinan su comportamiento (Mc 10,38 -39). Jesús revela que si bien, desde el punto de vista externo experimentó la cruz como la agresión del poder religioso y político que intentaron anularlo, desde el punto de vista interno la vivió activamente como un servicio a la vida (Mc 10,45 .33-34).

La palabra clave “servir” (Mc 10,45), que el camino del prestigio y de la grandeza está en el constituirse “servidor”  y  “esclavo” (Mc 10, 43-44). El puesto más alto es el más bajo, sólo se es primero si se ocupa el puesto de los últimos. El discípulo es el que hace de las necesidades de los demás el centro de sus preocupaciones, el centro no es él mismo sino los otros. De este modo, Jesús diseña el perfil del discípulo con los matices que tienen los términos. El “servicio” es el de la mesa, lo cual indica todo lo que contribuye a la formación de la comunidad (Mc 10,43). El “ser esclavo” es una manera de  enfatizar que el servicio es “gratuito”, no espera contraprestación, se hace porque hay un sentido de pertenencia profundo (Mc 10,44).

“Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Mc 10,43-44). Como es de ver, Jesús visualiza también la comunidad a señalar los destinatarios del servicio no sólo son los de dentro, sino también los de fuera. En el servicio cristiano no hay fronteras (el “de todos” del (Mc 10,44), que le hace eco al “muchos” (Mc 10,45). Pero también es verdad que el amor a los cercanos no puede ser sustituido por el servicio a los lejanos tentación del ser “luz en la calle” y “tiniebla en la casa” (Mt 23,3).


Jesús y los que le siguen estrechamente van  proféticamente en contra de los intereses económicos y políticos de toda sociedad cuya ética del poder excluye, margina, mata o niega la persona. En el oído de uno queda resonando la frase: “Entre Ustedes no será así” (Mc 10,43). La respuesta de Jesús al joven rico: “Que difícil será que un rico entre en el Reino de los cielos (Mc 10, 24) que leímos el domingo anterior, el pasaje de hoy pone de relieve el mismo sentido pero con otra connotación: “Qué difícil será que uno que piensa egoístamente entre en el Reino de los Cielos”. Que la única fórmula de llegar al cielo es el camino del amor y en el amor no hay lugar para el egoísmo, como el solo pensar en sí, sino en el servicio con amor a los demás. Con mucha razón ya nos dijo: “Les doy un mandamiento nuevo. Ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos. En el amor que se tengan los unos a los otros" (Jn 13,34-35).

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