DOMINGO III – C (24 de diciembre de 2016)
Proclamación del Santo evangelio según San Lucas 1,1-4. 4;14-21:
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los
acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron
transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y
servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo
desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo
Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las
enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el
poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en sus
sinagogas y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se
había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó
para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y,
abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque Él me ha ungido. Me envió
para anunciar el evangelio a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la
libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Jesús cerró el
Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos
fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido esta profecía
de la Escritura que acaban de oír". PALBRA DEL SEÑOR.
Estimados
amigos en el Señor Paz y Bien.
En este
domingo iniciamos con el evangelio de Lucas, que durante el año ciclo C
estudiaremos domingo a domingo. Este evangelio es parte de los evangelios sinópticos,
contiene 24 capítulos, es decir el segundo evangelio más extenso. El mensaje
está centrado en: Que, Jesús es el Hijo de Dios. Escribe para Cristianos
convertidos del paganismo. Es discípulo de Pablo quien predica el evangelio a
los paganos y se considera el apóstol de los paganos: “A ustedes, que son de
origen pagano, les aseguro que en mi condición de Apóstol de los paganos, hago
honor a mi ministerio” (Rm 11,13).
En el
evangelio de hoy conviene tener dos detalles: 1) Jesús dio lectura de la
escritura (Is 61): “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha
ungido. Me envió para anunciar el evangelio a los pobres, a anunciar la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los
oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18). 2) Después de leer
dijo: "Hoy se ha cumplido esta profecía de la Escritura que acaban de
oír" (Lc 4,21). Es decir Jesus, después del bautismo inicia con su
ministerio dando una mirada al Padre celestial y una mirada al pueblo
(Iglesia).
1) “El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me envió para
anunciar el evangelio a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y
la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de
gracia del Señor” (Lc 4,18). Esta atenta mirada al cielo no es sino una
respuesta a aquella palabra que le llego del cielo en el bautismo: “Tu eres mi
Hijo amado, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22). Es más, podemos traer a colación
aquella escena del misterio de la encarnación. María dijo al Ángel: "¿Cómo
puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre? El Ángel le
respondió: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra. Por eso el Santo que nacerá de ti se llamará Hijo de
Dios” (Lc 1,34-35). Queda claro, que Jesús al afirmar “El espíritu del Señor
esta sobre mi” (Lc 4,18) no hace sino reafirmar lo que el Ángel había dicho a
la virgen María.
Conviene recordar
aquella escena en que Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso
nos basta. Jesús le respondió: Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes,
¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices:
Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en
mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace
las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Jn 14,8-11).
Es más, Jesús dice “Yo y el Padre somos un sola cosa” (Jn 10,30). Con esa
contundencia Jesús pone de manifiesto su poder al decir: "Padre, te doy
gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta
gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Después de decir
esto, gritó con voz fuerte: ¡Lázaro, ven afuera! El muerto salió con los pies y
las manos atadas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les
dijo: "Desátenlo para que pueda caminar" (Jn 11,41-44).
2) "Hoy
se ha cumplido esta profecía de la Escritura que acaban de oír" (Lc 4,21).
Esta segunda afirmación no es sino una atenta mirada a a la parte humana y en
este aspecto es lo que san Lucas en su relato resaltará la misión de Jesús. Así
por ejemplo tenemos el detalle amplio sobre el misterio de la encarnación (Lc
1,26-38).
El mensaje
está centrado en afirmar la contundencia del cumplimiento de todas las profecías
del A.T. en el Mesías, Cristo Jesús: "Hoy se ha cumplido esta profecía de
la Escritura que acaban de oír" (Lc 4,21). Otro episodio que reafirma esta
idea es aquello: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no
he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni
una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta
que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y
enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de
los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en
el Reino de los Cielos” (Mt 5,17-19). Tal cumplimiento como misión tiene un acento especial que trae el siguiente episodio: "Los sanos no tienen necesidad del medico sino los enfermos, aprendan lo que significa misericordia quiero y no sacrificios, que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores" (Mt 9,12-13). Enunciado que complementa perfectamente lo que hoy leímos en el evangelio: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me envió para anunciar el evangelio a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4,18).
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