lunes, 1 de enero de 2018

DOMINGO DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR – B (07 de Enero del 2018)

             DOMINGO DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR – (07 de Enero del 2018)

Proclamación del santo Evangelio según San Mateo 2, 1-12:

2:1 Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén
2:2 y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo".
2:3 Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.
2:4 Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.
2:5 "En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
2:6 Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel".
2:7 Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella,
2:8 los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje".
2:9 Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.
2:10 Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría,
2:11 y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.
2:12 Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. PALABRA DEL SEÑOR.

PAZ Y BIEN EN EL SEÑOR.

 “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también nos revelo todo, no habrá otra mayor revelación porque Él es el resplandor de su gloria e impronta de su ser” (Heb 1,1-3). ¿Dios, por qué busca hablar tanto al hombre y que busca comunicar?

“Dios es amor” (IJn 4,8), por el amor crea al hombre a su imagen y semejanza (Gen 1,26). El hombre cayó en el pecado (Gen 3,4-7; Rm 5,12). Dios se propone salir en busca del hombre y dice por el profeta: "Juro por mi vida, que yo no deseo la muerte del pecador, sino que se convierta de su mala conducta y viva” (Ez 33,11). Para ello se propone y dice: “Yo salvare a mi pueblo de sus enemigos. Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y yo seré su Dios, fiel y salvador” (Zac 8,7). Esto se resume en un nuevo pacto de alianza: “Estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño —oráculo del Señor—. Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días —oráculo del Señor—: pondré mi Ley en su mente, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo” (Jer 31,31-33). Es el nuevo pacto de amor. Dios renueva su amor, reafirma lo que ya hemos dicho: “Dios es amor”(IJn 4,8).

En efecto, Dios en el Antiguo Testamento (AT) aparece como un Dios único y trascendente. El Dios de Israel es singular y distinto a todos los demás dioses de los pueblos que le rodean. Esta singularidad hace muy conveniente la progresiva revelación que Dios hace de sí mismo como Dios amor: la revelación progresiva de Dios, Uno y Trino. La Sagrada Escritura (SE) tiene en la noción de Alianza, la firme convicción de que Dios en un momento determinado elige a Israel como pueblo suyo. La conciencia de esta realidad le permitirá a Israel comprender e interpretar en clave salvífica los acontecimientos históricos que vive: La Revelación y la salvación de los hombres. ¿Cuál es la situación del hombre ante Dios en la historia de la salvación? 1) La conducta de Los reyes magos: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo" (Mt 2,2). 2) La conducta diversa: Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén” (Mt 2,3). Simion, al respecto dijo: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción” (Lc 2,34).

"¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo" (Mt 2,2). Esta pregunta de los magos venidos de Oriente sobre el lugar del nacimiento de Dios los tomó de sorpresa en Jerusalén. No obstante que, "Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (liturgia de las horas Tercia). La primera noticia del nacimiento les llega a través de unos extranjeros. Los Magos recibieron una respuesta, no de la experiencia de Israel, sino sacada de los libros, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel” (Miq 5,1). Y no solo lo ha escrito, sino que lo vieron nacer: “Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz" (Is 9,5). “El Ángel les dijo a los pastores: "No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2,10-12).

“Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje” (Mt 2,11). Los magos, buscaban al Rey de los Judíos y se encontraron con un Niño en un pesebre. Buscaban a Dios y vieron a un Niño. No entendieron nada. Pero, se pusieron de rodillas y lo adoraron y le ofrecieron lo que tenían. Y es que ante Dios la razón simplemente tiene que ponerse de rodillas. Cuando se quiere conocer a Dios el medio es la luz de la estrella (fe), el mejor medio son las rodillas que la razón.

Tres magos, tres peregrinos que buscan lo que todos los profetas pregonaron y anunciaron. Más tarde el mismo Señor dirá: “Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron” (Mt 13,16-17). Es la vocación del peregrino, hacer camino, buscar una meta. Estos tres peregrinos creen que lo que ellos buscan todo el mundo lo conoce. Todos deben saber dónde encontrarlo, por eso cuando llegan a Jerusalén lo primero que hacen es preguntar: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” (Mt 2,2). La pregunta los encuentra a todos desprevenidos. ¿Quién se va a preocupar dónde ha nacido Dios? Pese a que el Niño nació en Belén, cerca de Jerusalén (Lc 2,6), en Jerusalén nadie se ha dado por enterado.

Jacob, después de una noche luchando con Dios, termina por reconocerlo y exclama: “Dios está aquí y yo no lo sabía.” (Gén 28,16). Y el mismo Señor reitera al decir a Jerusalén: “Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios" (Lc 19,44). Con frecuencia es lo que nos sucede a todos. Dios está a nuestro lado, “pero nosotros no lo sabíamos”. Dios está en nuestro camino, pero “nosotros no lo sabíamos”. Dios está en el hermano que tenemos a nuestro lado, pero “nosotros no lo sabíamos”. Dios está en ese necesitado que nos tiende la mano, pero “nosotros no lo sabíamos”. Dios sí está, pero nosotros no lo sabíamos, no lo conocíamos. Podemos pasar la vida codeándonos con Dios; sin embargo, llegar al final del camino, sin habernos percatado de que Dios “estaba aquí”.

La gran pregunta que la cultura moderna hace a la Iglesia y al cristiano es la misma de los Magos: “¿Y dónde está Dios hoy en nuestra sociedad?” Es una pregunta que nos viene desde la filosofía y desde la teología y desde la cultura. No nos piden ideas sobre Dios, nos piden que se lo mostremos, que les digamos dónde poder encontrarlo. Pero el hecho mismo de que alguien nos pregunte, ya nos está diciendo otra cosa. Si alguien te pregunta “¿dónde está Dios?”, de alguna manera nos está indicando que no lo ve en nosotros. Cuando alguien le pregunta a la Iglesia “¿dónde está Dios?” le está diciendo que Dios no es visible en ella. Cuando alguien pregunta a un cristiano, “¿dónde está Dios?”, le está diciendo que Dios no es visible en su vida.  Por eso, la pregunta “¿dónde está Dios?” no es solamente para que les indiquemos dónde encontrarlo es también una pregunta de quien no logra descubrirlo en nuestras vidas. No sirve buscar un Dios fuera de uno, o mirando el cielo y al respecto bien dice Juan: “Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros” (I Jn 4,11-12).

Hay un hecho en las manifestaciones de Dios al hombre (la Estrella). Dios siempre suele utilizar las mediaciones. Dios, más que manifestarse en sí mismo, se dice y manifiesta mediante hechos, acontecimientos, personajes. La estrella es la expresión de que todos necesitamos de una señal y de muchas señales. Señales que nos despiertan y nos van guiando hasta la verdad. Por eso en la Iglesia es tan necesario el llamado “testimonio” o, simplemente, la necesidad de “los testigos” (Hch 1,8). Esos testigos que más que invitarnos a quedarnos en ellos apuntan a otra cosa.

Para caminar por la vida, todos necesitamos señalizaciones de tránsito. Para caminar por la vida, todos necesitamos signos que nos marquen la dirección a seguir. Este es el problema del desierto, donde los signos desaparecen. Con razón nos exhorta el mismo Señor al decirnos: “Yo soy camino, verdad y vida, nadie va al Padre sino por mi” (Jn 14,6).

Cuando hoy hablamos de la desorientación de nuestros jóvenes y de los que lo fuimos, uno tendría que preguntarse: ¿Y qué señales ponemos en el camino? ¿Qué señales encuentran nuestros jóvenes para saber la dirección correcta? Hay demasiadas prohibiciones, pero hay menos señales. Un camino sin señales es siempre un camino peligroso. ¿Quién les señala el camino a los jóvenes de hoy? ¿Los padres? ¿La Iglesia? ¿La TV? Aquí hemos de tener en cuenta algo fundamental. Los signos tienen que ser legibles y ser legibles para ellos. No basta que sean signos para nosotros. ¿Lo son para ellos?


Dos actitudes que resalta como resumen: La de los reyes magos (Mt 2,2) y el de Herodes (Mt 2,3) y todo Jerusalén que se exaltó. Los reyes magos buscan al Rey de los judíos guiados por la estrella, guiados por la luz de la fe, hallan al niño y caen de rodillas y lo adoran (Mt 2,11). La actitud de Herodes: guiado por la razón y el ego del poder (Mt 2,8;13) . Por esta vía Jesús no se deja hallar. Nosotros ¿Cómo, con qué y dónde lo buscamos? Tú mismo puedes sacar tu conclusión y busca tu respuesta, si buscas a Dios en la postura de Herodes o en la postura de los magos. Y recuerda que, el tema de fondo es hallara respuesta a esta pregunta: “¿Qué obras buenas tengo que hacer para heredar la vida eterna?” (Mc 10,17). Los reyes magos buscaron al Rey de los Judíos (Mt 2,2); “Vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra” (Mt 2,10-11).

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