DOMINGO I DE CUARESMA – B (18 de febrero del 2018)
Proclamación del santo evangelio según San Marcos: 1,12 -
15:
1:12 En aquel tiempo, el Espíritu lo llevó al desierto,
1:13 donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás.
Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
1:14 Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a
Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
1:15 "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está
cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". PALABRA DEL SEÑOR.
REFLEXIÓN:
Estimados(as) amigos(as) en el Señor Paz y Bien:
Dijo Dios al Pueblos:
“Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: yo he puesto
delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida,
y vivirás, tú y tus descendientes, con
tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello
depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus
padres, a Abraham, Isaac y Jacob” (Dt 30,19-20). Dios quiere que optemos por la vida y para ello
hace falta purificarnos como bien nos dice Jesús: “Felices los que tienen el
corazón puro, porque verán a Dios” (Mt 5,8). Y
el tiempo de cuaresma es muy propicio para nuestra purificación.
El tiempo de la
Cuaresma comenzamos entre dos enunciados: “Con el sudor de tu frente comerás tu
pan, hasta que vuelvas a ser polvo, pues
de él fuiste tomado. Porque eres polvo y a polvo te convertirás” (Gen 3,19).
"El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y
crean en el Evangelio" (Mc1,15). Como
se res mortales, no somos eternos (polvo); Como seres espirituales, somos participes
de la vida en Dios. Pero, para estar con Dios
hace falta la conversión al Evangelio.
Este primer domingo de cuaresma reflexionamos sobre las
tentaciones de Jesús en el desierto, que como hemos escuchado en el Evangelio, Marcos solo las
constata sin dar mayores detalles a diferencia de los demás sinópicos.
Con frecuencia solemos quedarnos en esas tres tentaciones de
convertir las piedras en panes, de exhibirse en el alero del Templo o la
promesa de la riqueza del mundo. Yo las reduciría a una sola: la tentación
sobre Dios. La tentación de quedarnos con nuestra idea de Dios que, en el
fondo, es una manera de negar la verdad sobre Dios. Por eso mismo, pienso que
esta Cuaresma la pudiéramos enfocar sobre nuestra idea de Dios. ¿Quién es
nuestro Dios? ¿Cómo es nuestro Dios? ¿Cuál es el sentido de Dios en nuestras
vidas?
Fácilmente decimos que creemos en Dios, lo repetimos en el
Credo; sin embargo, si luego nos detenemos a pensar un poco, nos vamos a dar
cuenta de que Dios tiene muchas deformaciones en nuestro corazón. Pienso que el
mayor pecado no es negar a Dios sino deformarle. El Diablo le presenta a Jesús
tres deformaciones de Dios. ¿Cuántas deformaciones hay en nosotros? Que esta
Cuaresma nos lleve a clarificar la verdad de Dios en nosotros. El problema de
las tentaciones de Jesús era un problema de Dios, porque cada tentación va
precedida de un “si eres Hijo de Dios”. En toda tentación está de por medio la
idea y la conciencia que tenemos de Dios. Y esto en dos sentidos: Primero ¿soy
fiel a lo que Dios quiere y espera de mí o prefiero seguir mis propias
inclinaciones? La tentación es un problema de fidelidad. Y el segundo en el
sentido: Una falsa mentalidad sobre Dios.
a.- En Mateo y Lucas, las tentaciones de Jesús tienen
connotación diversa en Marcos porque duran todos los 40 días. Y que Satanás
pone a prueba la fidelidad de Jesús al camino trazado por el Padre.
En esta situación se proclama la victoria de Jesús:
• Vence la violencia opresora y divisora del hombre y se
anuncia que él trae la paz escatológica (Is 9,5; 11,6-9) en la que habita una
humanidad nueva capaz de solidaridad, de servicio y de amor en el construir la
historia.
• El servicio de los ángeles evoca la protección de Dios con
su profeta perseguido, indicando así de qué manera Dios Padre participa en los
combates de su Hijo y de qué lado está en los conflictos de la historia. Con
todo ello se presenta a Jesús como a Adán en el paraíso, pero no
retro-proyectado hacia atrás sino anunciado hacia el futuro, como una realidad
que va a suceder. Jesús es el nuevo Adán, el prototipo de una humanidad nueva
que nace en su carne y se forma en su seguimiento. Las tentaciones atraviesan
la vida de Jesús y en todas ellas Jesús constantemente renueva su “SÍ” al proyecto
del Padre:
• Vienen de los fariseos que le piden demostraciones de
poder para evitarse el camino doloroso de la fe (Mc 8,11-13).
• Vienen del mismo discípulo que acaba de confesar la fe
pero que se intenta apartarlo del camino. A él le responde: “¡Quítate de mi
vista, Satanás! Porque tus pensamiento (=proyectos, caminos) no son los de Dios
sino de los hombres” (Mc 8,33).
• Vienen de su mismo corazón de hombre que le teme a la
muerte: “Y decía: ¡Abbá, Padre! Todo es posible para ti, aparta de mí esta copa;
pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú” (Mc 14,35).
• Vienen de los adversarios (los espectadores de la pasión y
los sumos sacerdotes) que lo invitan a bajarse de la cruz: “!Sálvate a ti mismo
bajando de la cruz!... ¡Que baje ahora de la cruz para que lo veamos y
creamos!” (Mc 15,30).
También el discípulo y el misionero pasarán por las pruebas
de su Maestro. Toda tentación es negación del camino de la fe, un claudicar del
“Camino del Señor”. Desde ya comprendemos que seguir a Jesús supondrá pruebas
que vienen de muchos lados, pero que también como su Maestro no estará sólo y
que si se apoya en la victoria de él -el más fuerte- saldrá siempre adelante
sostenido en su fidelidad. Esta fuerza nos será ofrecida en su misterio
pascual, misterio en el que nos sumergiremos bautismalmente.
b. Las tentaciones una falsa mentalidad de Dios: El diablo
tienta a Jesús para que presente una idea equivocada de Dios. Un Dios no para
regir y orientar y guiar nuestras vidas, sino un Dios utilitarista. Un Dios a
nuestro servicio. Si eres Hijo de Dios podrás convertir las piedras en panes.
Si eres Hijo de Dios aunque te tires de la punta de la torre no te pasará nada.
Si en vez de adorar a Dios me adoras a mí lo tendrás todo, el mundo entero será
tuyo. Y también esta falsa mentalidad de Dios es causa de muchos ateísmos
modernos.
Si analizamos la filosofía moderna, la novela y el teatro moderno,
veremos que Dios ocupa un lugar central, pero para cuestionarlo, no para creer
en Él sino para negar su existencia. Así por ejemplo a menudo solemos pensar
más en un Dios todopoderoso que en un Dios amor. Pensamos en un Dios que puede
solucionarnos nuestros problemas. Uno de los temas más presentes en la
filosofía moderna existencialista es hacer a Dios culpable de todo lo que pasa
de malo en el mundo o cuestionar: ¿Por qué hay hambre en el mundo si Dios puede
dar de comer a todos? ¿Por qué sufren los inocentes? ¿Por qué Dios no me
consigue un trabajo decente para alimentar a mi familia? ¿Por qué Dios me envía
este cáncer o por qué ha muerto mi amigo en un accidente de tránsito si Dios
podía evitarlo? Como se ve, es más fácil culpar a Dios del hambre en el mundo,
que no el que en el mundo haya más justicia y repartamos mejor los bienes que
nos sobran. Que Dios haga el milagro, cuando el verdadero milagro lo tendríamos
que hacer nosotros.
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