jueves, 17 de enero de 2019

DOMINGO II – C (20 de Enero de 2019)

DOMINGO II – C (20 de Enero de 2019)

Proclamación del santo evangelio según san Juan 2,1-11:

2:1 Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
2:2 Jesús también fue invitado con sus discípulos.
2:3 Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
2:4 Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
2:5 Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga". Génesis 41, 55
2:6 Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
2:7 Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
2:8 "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
2:9 El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
2:10 y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".
2:11 Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. PALABRA DEL SEÑOR.

Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.

En el inicio del tiempo ordinario en su primera parte, el evangelio que hoy leímos nos sitúa en 4 puntos: 1) "No tienen vino" (Jn 2,3). 2) "Hagan todo lo que él les diga" (Jn 3,5). 3) "Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). 4) "Saquen ahora, y lleven al encargado del banquete” (Jn 3,8). Las dos intervenciones primeras son de la Madre y las dos intervenciones siguientes son del Hijo. A los que hay que agregar la intervención del Padre en el domingo anterior: “Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22). Enunciado que se complementa con lo de: “Este es mi hijo amado en quien me complazco, escúchenlo” (Mt 17,5). La primera intervención del Padre es en el inicio de la vida pública del Hijo y la segunda intervención del Padre es en la parte final de la vida pública del Hijo. Pues veamos algunos detalles:

1 “Ya no tienen vino” (Jn 2,3), ¿Quién interviene en la escena?. Recordemos que la escena es una fiesta, bodas de Caná. La Madre interviene e intercede por los de la fiesta (Iglesia). Esta es la “segunda” intervención. Recordemos la primera. Y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has tratado así? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2,48-49). Pero también conocemos este enunciado: “Su madre conservaba y meditaba estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). Este episodio nos da pie en afirma que en la parte humana, es la Madre quien inicia a su hijo en la vida pública. En la parte divina es el Padre quien inicia al Hijo en el ejercicio de su ministerio al decir: “Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22).

2 “Hagan lo que él les diga” (Jn 3,5): ¿Qué cereza tiene la Madre para recomendar a la gente que hagan lo que su hijo les diga? La Madre tiene a su favor aquella aclaración desde lo alto por el Ángel en el misterio de la encarnación. María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?" El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño que nacerá de ti será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,34-35). Y luego se nos dice que: “Su madre conservaba y meditaba estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). Eh ahí tenemos suficientes evidencias de que la Madre sabe bien que su Hijo puede hacer algo en favor de la gente de la boda. Y es que a Madre le interesa la alegría de la gente. Recordemos aquella exclamación suya: “Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1.47). Y es que la alegría equivale para la Madre vivir en la presencia de Dios (Cielo). La tristeza equivale a la vida en ausencia de Dios (Infierno). Así, que un día gocemos de la fiesta eterna dependerá de cuánto obedecemos al consejo de la Madre: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).

3) "Llenen de agua estas tinajas" (Jn 3,7). Si un día queremos ser parte de la fiesta de las bodas del hijo, debemos llenar de agua las tinajas, si o so. ¿Cómo hacerlo? Aquí algunas citas que nos dan luces: Dijo Jesús a sus discípulos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán" (Mc 16,15-18).

 4) "Saquen ahora, y lleven al encargado del banquete” (Jn 3,8). Es deber nuestro como bautizados poner en ejercicio nuestro ministerio como sacerdotes de Cristo. Y entiéndase por sacerdocio como ministros de Dios. Que todos beban de la dulzura del vino nuevo. Pero para eso se requiere ser vino nuevo: “Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!" (Mc 2,21-22).

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