lunes, 4 de febrero de 2019

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO – C (10 de febrero de 2019)

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO – C (10 de febrero de 2019)

Proclamación del santo evangelio según San Lucas 5,1-11:

5:1 En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
5:2 Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
5:3 Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
5:4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
5:5 Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".
5:6 Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
5:7 Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
5:8 Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".
5:9 El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
5:10 y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres".
5:11 Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. PALABRA DEL SEÑOR.

Estimados amigos en el Señor paz y bien.

Los dos domingos anteriores hemos reflexionado sobre la jornada inaugural del ministerio de Jesús en Nazaret. En el bautismo, una voz llego del cielo y dijo: “Tu eres mi hijo amado, yo te he engendrado hoy” (Lc 3,22). Luego, Jesús leyó su misión en la Palabra de Dios escrita en el profeta Isaías (Is 61) y anunció el cumplimiento de las promesas de Dios en la persona de él: “Hoy se cumple estas profecías que acaban de oir”(Lc 4,21). Luego vimos la primera reacción del pueblo: El rechazo que se produjo en la sinagoga y Jesús se abre paso entre la gente les advierte: “Nadie es profeta en su tierra”  (Lc 4,23-30). A pesar del rechazo radical, Jesús permanece fiel a su misión de anunciar la Buena Nueva del Reino en Cafarnaúm y en las sinagogas de Judea (Lc 4,31-44). Después de esta presentación primero del Padre que habla desde la nube y luego el mismo Hijo dice: “Hoy se cumplen estas profecías” (Lc 4,21). Comienza ahora la narración de la misión de Jesús en Galilea (Lc 5,1-11). En primer paso es el llamado de Simón Pedro y sus compañeros para la misión.

El evangelio de hoy nos reporta tres escenas en el mensaje: 1) Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro, y echen las redes" (Lc 5,4). 2) “Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador" (Lc 5,8). 3) “Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres" (Lc 5,10).

“Jesús llamó a los que él quiso. Ellos fueron hacia Jesús, e instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-15). “Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador" (Lc 5,8). "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mt 9,12-13). Entonces, el lugar privilegiado para el encuentro con Jesucristo son nuestros propios pecados. Si un cristiano no es capaz de reconocerse pecador y salvado por la sangre de Cristo, Crucificado, es un cristiano a medias, es un cristiano tibio. "Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca” (Ap 3,15-16).

Jesús le ordena a Simón remar mar adentro (Lc 5,4). Se provoca entonces una pesca milagrosa. Pedro reacciona y dice Señor apártate de mi que soy un pecador” (Lc 5,8). No obstante la confesión de Pedro, Jesús le hace una promesa a Simón: “No temas, en adelante serás pescador de hombres” (Lc 5,10), la cual provoca como reacción el seguimiento del primer apóstol y de sus compañeros: “Dejándolo todo lo siguieron” (Lc 5,11).

La predicación de Jesús a la orilla del lago desde la barca de Simón (5,1-3)
“Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Esta escena describe lo que es el mundo sin Dios. Todos hacen por su cuenta el trabajo como pueden y el trabajo es insulso, no produce lo necesario. Pasamos día y noche en el trabajo con la reden la mano. Y persisten las necesidades. ¿Qué falta?

No se trata de seguir corriendo, hace falta hacer un alto en el camino de la vida y reflexionar ¿Qué busco en la vida? ¿Dónde pesco? ¿Cuándo pesco? ¿Cómo pesco? Los creyentes hacemos un alto en la semana, son los días domingos. Los domingos damos una mirada a lo alto para escuchar al maestro y escuchar su voz: “Rema mar adentro y echa la red” (Lc 5,4). Pero de la gente que no tiene fe, sigue trabajando los domingos y seguirán con las redes vacias.

El llamado de Simón (Pedro) y sus compañeros (Lc 5,4-11)
Notemos cómo tiene relevancia el diálogo entre Jesús y Simón. Hay cuatro intervenciones: 1) Jesús habla dos veces. La primera para darle una orden Lc 5,4: “Rema mar adentro y echa la red para pescar” y la segunda para hacerle una promesa Lc 5,10: “No temas. Desde ahora será pescador de hombres”. 2) Simón también habla dos veces. La primera vez Simón hace una afirmación Lc 5,5: “Maestro, hemos pasado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes”; la segunda vez le hace una solicitud Lc 5,8: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador”. Veamos también la manera como Simón se dirige a Jesús: la primera vez lo llama “Maestro” y la segunda “Señor”.

El mandato de Jesús: “Rema mar adentro” (Lc 5,4) es un mandato que va contra la lógica humana. Los pescadores saben que la pesca es de noche y que de día no se hace nada. “La orden es de ir a pescar anticipa lo que se dirá en la promesa: la tarea apostólica del “pescador de hombres”. Simón va a aprender ahora lo que significa ejecutar una misión encomendada por Jesús. La acción de Simón y la pesca milagrosa (Lc 5,5-7): Simón le respondió: "Maestro, hemos pasado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes y así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Pedro muestra su sorpresa. Habían trabajado toda la noche y no habían pescado nada. Lo habían hecho durante el tiempo en el cual todavía era posible capturar peces. Cuando llega el día, las posibilidades de éxito son prácticamente nulas. Para un conocedor de la pesca en el lago, como los es Simón, es claro que Jesús está pidiendo un imposible. La objeción de Simón tiene sentido. Sin embargo, Simón cree en la Palabra de Jesús y arriesga a una empresa que, si se analiza desde el punto de vista humano, es descabellada. Lo importante es que Simón lo hace con una declaración de confianza en el poder de la Palabra de Jesús, a la manera de las invocaciones del Salmo 119: “Confío en tu Palabra... En tu Palabra esperaré”.

Simón llama a Jesús “Maestro”: En boca de un estudiante, designa al instructor, a quien dispensa un saber. Jesús es, efectivamente, un “maestro”; así se ha comportado en Lc 5,1-3. Donde es descrito como maestro que enseña el Reino de Dios a la multitud apostada en la orilla, desde la barca. Designa también a alguien que dispone de un poder, así como lo tiene el jefe de un equipo. En este sentido, Jesús da órdenes y dirige la maniobra de los pescadores de manera tal que superan todas las expectativas. Lucas nos da detalles del efecto: “gran cantidad de peces”... “las redes amenazaban romperse”... “las dos barcas casi se hundían”. Todo esto es el punto de partida de la impresión que se lleva Simón de Jesús y del asombro de los compañeros. Valga anotar que la ayuda que prestan los compañeros de la otra barca insinúa la eclesialidad que implica el trabajo apostólico.

 Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador” (Lc 5,8). Es que el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Simón Pedro cae (de rodillas) ante Jesús y nos da una preciosa lección sobre lo que es la oración de un discípulo. Simón Pedro reconoce a Jesús como “Señor”. Este segundo título supera al primero, el de “maestro”. En pocas palabras, el jefe de la barca y sus marineros admiten que la eficacia de la pesca no proviene solamente de sus fuerzas. Sin el “Señor”, su trabajo habría sido infructuoso. Escuchando la Palabra del Señor y ejecutando su voluntad, ellos se convierten en servidores eficaces del Reino de Dios. Ante la presencia del “Santo de Dios”, Simón se reconoce como un pobre pecador, reconociendo así su indignidad. La verdad de Jesús lleva a Simón a descubrir su propia verdad. Un excelente ejemplo de camino penitencial. Pero Jesús no hará caso de la solicitud de “alejarse”, más bien sucede todo lo contrario.

Al respecto de quienes son los elegidos del Señor, San Pablo dice: “Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor” (I Cor 1,26-30).

En delante de pescador de oficio a pescador de hombres (Lc 5,10). Jesús dijo a Simón: “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres”. Poco antes, Simón había conocido a Jesús como aquel que quiere que la gente acoja su Buena Nueva. Ahora, aunque de modo todavía impreciso, Jesús le hace entender que su misión será participar en esta acción: anunciar la Buena Nueva de la salvación a todos los hombres. Dos anotaciones importantes hay que hacer en la frase de Jesús: 1) La expresión “No temas” puede ser entendida como una expresión de perdón. Jesús asume a Simón como él es, aun sabiendo de su fragilidad. 2) La expresión “pescador de hombres” nos remite a Jeremías 16,16, donde se refiere al que congrega al pueblo de Dios disperso después del exilio. Por lo tanto apunta a la misión de apóstol de formar la comunidad.

“Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron”. Cuando comparamos el comienzo del seguimiento de Simón y sus compañeros con el relato de los otros evangelios, vemos cómo Lucas acentúa la radicalidad con la expresión “dejándolo todo”. El abandono de los bienes, a partir de aquí se convierte en un pre-requisito para el discipulado. El desprendimiento del discípulo es total, es decir, su confianza en el nuevo guía de su vida es absoluta. Por él se lo deja todo, de él se lo recibe todo. ¿Por qué habría que dejar todo para seguir al Señor? En otro episodio se nos dice: “No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento” (Mt 10,9-10). Y es que el trabajo por el reino de los cielos y su recompensa  desde lo material está garantizada: “Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa" (Mt 10,42). Dijo Jesús: “El que por mi deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más en esta vida y en la otra obtendrá como herencia la Vida eterna” (Mt 19,29).

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