DOMINGO XXXII – B (11 de Noviembre del 2018)
Proclamación del Santo Evangelio según San Marcos: 12,38-44:
12:38 Jesús les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a
quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
12:39 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los
banquetes;
12:40 que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer
largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
12:41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo
y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
12:42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos
pequeñas monedas de cobre.
12:43 Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo:
"Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los
otros,
12:44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero
ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para
vivir" PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.
Recordando el anterior domingo: “Un escriba se acercó a Jesús
y le preguntó: ¿Cuál es el primero de los mandamientos? Jesús respondió:
"El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El
segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más
grande que estos" (Mc 12,28-31). La respuesta de Jesús que da al escriba
quepa exactamente a otra pregunta de fondo: ¿Qué hare para heredar la vida
eterna? (Mc 10,17). Es lo mismo preguntarnos ¿Qué hare para obtener mi salvación?
Ahora Jesús nos ha dicho: Ama a Dios amando a tu hermano. Pero ese amor ha de
ser con obra concreta de caridad: Actitud de la pobre mujer del Evangelio de
hoy.
Dios dijo al rico: "Insensato, esta misma noche vas a
morir. ¿Y para quién será la riqueza que has amontonado?" Esto es lo que
sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios"
(Lc 12,20-21). Les dijo también: "Cuídense de toda avaricia, porque aun
cuando uno tenga todo, la vida de un hombre no depende de su riqueza" (Lc
12,15). Y nadie puede servir a dos
señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el
primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero” (Mt
6,24).
¿Cómo ser rico a los ojos de Dios?: La pobre del Evangelio
de hoy nos da la lección. Dijo Jesús al ver la actitud de la pobre: “Les
aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque
todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, en su pobreza, dio todo lo que
poseía, todo lo que tenía para vivir" (Mc 12,43-44). Esta actitud de la
pobre difiere totalmente a la actitud del joven rico quien preguntó a Jesús:
¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: cumple los
mandamientos…(Mc 10,17). El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he
cumplido desde mi juventud".
Jesús
lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que
tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado,
porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus
discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de
Dios!" (Mc 10,20-23).
Respecto a los bienes materiales o riqueza, Jesús hace
referencia en el siguiente termino: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la
polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los
roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu
tesoro, estará también tu corazón” (Mt 6,19-21). Fíjense que el joven rico (Mc
10,17) al aferrarse a su riqueza solo acumula tesoros en la tierra donde se
corroe, en cambio la Pobre viuda (Mc 12,43) al desprenderse de lo poco que
tenía, acumula tesoro en el cielo.
La pobre y viuda del evangelio, compró con dos monedas de
poco valor el Reino de los cielos y en cambio el joven rico no le alcanza toda
su riqueza para hacerse del Reino de los cielos. Es decir la riqueza, como el
dinero no es de por sí ni bueno ni malo, todo depende cómo se use. Si se usa
motivada por el egoísmo, la riqueza es motivo de tropiezo o perdición, si se
usa motivada por el amor, es medio de salvación.
San Pablo también hace referencia al tema en los siguientes términos: “El que
siembra tacañamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra
con generosidad, cosechará abundantemente. Que cada uno dé conforme a lo que ha
resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que
da con alegría” (II Cor 9,6-7). O aquel episodio: “No se engañen, nadie se
burla de Dios. Se recoge lo que se siembra. El que siembra para satisfacer su
carne, de la carne recogerá sólo la corrupción; pero el que siembra según el
Espíritu, del Espíritu cosechará la Vida eterna. No nos cansemos de hacer el
bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos. Por lo tanto,
mientras estamos a tiempo hagamos el bien a todos, pero especialmente a
nuestros hermanos en la fe” (Gal 6,7-10).
En el A.T. el dar está relacionado con la cantidad, así por
ejemplo el Señor dijo a Moisés: “Habla en estos términos a los levitas: Cuando
ustedes reciban de los israelitas los diezmos que yo les asigné como herencia,
reservarán la décima parte como una ofrenda para el Señor: esto les será tenido
en cuenta a título de contribución” (Num 18,25-27). O sea, basta que se dé la
décima parte, califica en la voluntad de Dios. Pero en el N.T. no es suficiente
que se dé la décima parte, sino del todo. Ejemplo: ”Les aseguro que esta pobre
viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo
que les sobraba, pero ella, en su pobreza, dio todo lo que poseía, todo lo que
tenía para vivir" (Mc 12,43-44).
En suma, el Evangelio de hoy nos presenta a esta pobre
viuda, aparentemente intrascendente, que Jesús nos presenta como un modelo de
vida cristiana. Con los rasgos siguientes: a) Las cosas no son como son sino
como las vemos. Todo se ve según los criterios con los que miramos las cosas.
Si las miramos desde el egoísmo o si las miramos desde el amor y la
generosidad. b) No es cuestión de dar cosas, sino con qué corazón las damos. No
es la cantidad, sino la calidad del dar con amor. c) depende qué es lo que
damos a los demás. Podemos dar lo que nos estorba en casa y ya no nos sirve,
esa es una manera de desentendernos de ello.
Podemos dar aquello que nos sobra o podemos dar aún de aquello que
nosotros necesitamos. Incluso, podemos dar pasando nosotros necesidad y lo que
tenemos para vivir. Esto lo llamaría, no dar cosas sino darse a sí mismo.
“Nada trajimos al venir al mundo, y al irnos,
nada podremos llevar” (I Tm 6,7). Pero saben ¿Qué vamos a llevar? Al cielo
llevaremos lo que hemos gastado para el Señor en sus pobres, así nos lo
reitera: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pobres de
mis hermanos, lo hicieron conmigo hereden el Reino de los cielos". Luego
dirá a los de la izquierda: Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que
fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no
me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber.” (Mt 25,40-42). Es
decir; muy por el contrario, dejaremos en esta tierra todo lo que ahorramos
motivado por el egoísmo, es decir lo perdemos todo.