DOMINGO XXXII – B (07 de Noviembre del 2021)
Proclamación del Santo Evangelio según San Marcos: 12,38-44:
12:38 Jesús les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a
quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
12:39 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los
banquetes;
12:40 que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer
largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
12:41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo
y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
12:42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos
pequeñas monedas de cobre.
12:43 Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo:
"Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los
otros,
12:44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero
ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para
vivir" PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.
Recordando el anterior domingo: “Un escriba se acercó a
Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de los mandamientos? Jesús respondió:
"El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma,
con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos" (Mc
12,28-31). La respuesta de Jesús que da al escriba quepa exactamente a otra
pregunta de fondo: ¿Qué hare para heredar la vida eterna? (Mc 10,17). Es lo
mismo preguntarnos ¿Qué hare para obtener mi salvación? Ahora Jesús nos ha
dicho: Ama a Dios amando a tu hermano. Pero ese amor ha de ser con obra
concreta de caridad: Actitud de la pobre mujer del Evangelio de hoy.
Dios dijo al rico: "Insensato, esta misma noche vas a
morir. ¿Y para quién será la riqueza que has amontonado?" Esto es lo que
sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios"
(Lc 12,20-21). Les dijo también: "Cuídense de toda avaricia, porque aun
cuando uno tenga todo, la vida de un hombre no depende de su riqueza" (Lc
12,15). Y nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y
amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo.
No se puede servir a Dios y al Dinero” (Mt 6,24).
¿Cómo ser rico a los ojos de Dios?: La pobre del Evangelio
de hoy nos da la lección. Dijo Jesús al ver la actitud de la pobre: “Les
aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque
todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, en su pobreza, dio todo lo que
poseía, todo lo que tenía para vivir" (Mc 12,43-44). Esta actitud de la
pobre difiere totalmente a la actitud del joven rico quien preguntó a Jesús:
¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: cumple los
mandamientos…(Mc 10,17). El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he
cumplido desde mi juventud".
Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una
cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el
cielo. Después, ven y sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció
y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando
alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar
en el Reino de Dios!" (Mc 10,20-23).
Respecto a los bienes materiales o riqueza, Jesús hace
referencia en el siguiente termino: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la
polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los
roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu
tesoro, estará también tu corazón” (Mt 6,19-21). Fíjense que el joven rico (Mc
10,17) al aferrarse a su riqueza solo acumula tesoros en la tierra donde se
corroe, en cambio la Pobre viuda (Mc 12,43) al desprenderse de lo poco que
tenía, acumula tesoro en el cielo.
La pobre y viuda del evangelio, compró con dos monedas de
poco valor el Reino de los cielos y en cambio el joven rico no le alcanza toda
su riqueza para hacerse del Reino de los cielos. Es decir la riqueza, como el
dinero no es de por sí ni bueno ni malo, todo depende cómo se use. Si se usa
motivada por el egoísmo, la riqueza es motivo de tropiezo o perdición, si se
usa motivada por el amor, es medio de salvación.
San Pablo también hace referencia al tema en los
siguientes términos: “El que siembra tacañamente, tendrá una cosecha muy pobre;
en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente. Que cada
uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la
fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (II Cor 9,6-7). O aquel
episodio: “No se engañen, nadie se burla de Dios. Se recoge lo que se siembra.
El que siembra para satisfacer su carne, de la carne recogerá sólo la
corrupción; pero el que siembra según el Espíritu, del Espíritu cosechará la
Vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su
tiempo si no desfallecemos. Por lo tanto, mientras estamos a tiempo hagamos el
bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (Gal 6,7-10).
En el A.T. el dar está relacionado con la cantidad, así por
ejemplo el Señor dijo a Moisés: “Habla en estos términos a los levitas: Cuando
ustedes reciban de los israelitas los diezmos que yo les asigné como herencia,
reservarán la décima parte como una ofrenda para el Señor: esto les será tenido
en cuenta a título de contribución” (Num 18,25-27). O sea, basta que se dé la
décima parte, califica en la voluntad de Dios. Pero en el N.T. no es suficiente
que se dé la décima parte, sino del todo. Ejemplo: ”Les aseguro que esta pobre
viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo
que les sobraba, pero ella, en su pobreza, dio todo lo que poseía, todo lo que
tenía para vivir" (Mc 12,43-44).
En suma, el Evangelio de hoy nos presenta a esta pobre
viuda, aparentemente intrascendente, que Jesús nos presenta como un modelo de
vida cristiana. Con los rasgos siguientes: a) Las cosas no son como son sino
como las vemos. Todo se ve según los criterios con los que miramos las cosas.
Si las miramos desde el egoísmo o si las miramos desde el amor y la
generosidad. b) No es cuestión de dar cosas, sino con qué corazón las damos. No
es la cantidad, sino la calidad del dar con amor. c) depende qué es lo que
damos a los demás. Podemos dar lo que nos estorba en casa y ya no nos sirve,
esa es una manera de desentendernos de ello. Podemos dar aquello que nos
sobra o podemos dar aún de aquello que nosotros necesitamos. Incluso, podemos
dar pasando nosotros necesidad y lo que tenemos para vivir. Esto lo llamaría,
no dar cosas sino darse a sí mismo.
“Nada trajimos al venir al mundo, y al irnos, nada podremos
llevar” (I Tm 6,7). Pero saben ¿Qué vamos a llevar? Al cielo llevaremos lo que
hemos gastado para el Señor en sus pobres, así nos lo reitera: "Les
aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pobres de mis hermanos, lo
hicieron conmigo hereden el Reino de los cielos". Luego dirá a los de la
izquierda: Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado
para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de
comer; tuve sed, y no me dieron de beber.” (Mt 25,40-42). Es decir; muy por el
contrario, dejaremos en esta tierra todo lo que ahorramos motivado por el
egoísmo, es decir lo perdemos todo.