DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR - B (24 de marzo del 2024)
Proclamación del Evangelio según Marcos15,15- 39:
(Lectura breve)
15:15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les
soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera
crucificado.
15:16 Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir,
al pretorio y llaman a toda la cohorte.
15:17 Le visten de púrpura y, trenzando una corona de
espinas, se la ciñen.
15:18 Y se pusieron a saludarle: “¡Salve, Rey de los
judíos!”
15:19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían
y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
15:20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura,
le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.
15:21 Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que
volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.
15:22 Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.
15:23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.
15:24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a
suertes a ver qué se llevaba cada uno.
15:25 Era la hora tercia cuando le crucificaron.
15:26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena:
“El Rey de los judíos.”
15:27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su
derecha y otro a su izquierda.
15:29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la
cabeza y diciendo: “¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres
días,
15:30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!”
15:31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre
ellos junto con los escribas diciendo: “A otros salvó y a sí mismo no puede
salvarse.
15:32 ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la
cruz, para que lo veamos y creamos.” También le injuriaban los que con él
estaban crucificados.
15:33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la hora nona.
15:34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: “Eloí,
Eloí, ¿lema sabactaní?”, - que quiere decir - “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me
has abandonado?”
15:35 Al oír esto algunos de los presentes decían: “Mira,
llama a Elías.”
15:36 Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en
vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: “Dejad, vamos
a ver si viene Elías a descolgarle.”
15:37 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.
38 Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
15:39 Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había
expirado de esa manera, dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.” PALABRA
DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el señor paz y bien.
“He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo
pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza… pondré
mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y
ellos serán mi pueblo” (Jer 31,31-33). “Ha llegado la hora en que el Hijo del
hombre sea glorificado” (Jn 12,23). Llego la hora de la nueva y definitiva
alianza, la hora la la salvación de la humanidad. La mayor prueba del amor de
Dios por la humanidad (Rm 5,8).
“No hay amor más grande que el que da la vida por su
amigos (Jn 15, 13). “Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 13,34). El
amor no es un sentimiento, es una decisión, una opción. Jesús que es la
manifestación del amor de Dios, dio libremente
su vida por cada uno de nosotros. “Como el Padre me amó,
también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si
cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn 15,9-10). Decimos
que Jesús tenía que morir, que su muerte fue un acto del destino.
No. Jesús decidió predicar y vivir amándonos, eligió el amor a nosotros,
decidió amarnos a todos y esta decisión le llevó a la muerte.
El Mesías ha venido, no para vencer a los hombres, sino para
vencer el mal que hay en el hombre. Ha venido para liberarlo de todo lo que le
oprime: “Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el
principio. Pero, el Hijo de Dios vino para destruir las obras del Diablo” ( I
Jn 3,8). ¿Cómo lo ha hecho?: “Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las
Escrituras”( I Cor 15,3). De esta forma nos redimió o nos justificó. Y la razón
de esta actitud de Dios es que: “Dios es amor” ( I Jn 4,8). Por eso dice San
Pablo: “La prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros todavía
pecadores, Cristo murió por nosotros en la Cruz” (Rm 5,8).
Escenas del suceso de la Pasión:
1. Cuando vamos a comenzar a revivir la Semana Santa, la
Iglesia, como que nos previene: Todo esto va a tener un final feliz, la
Resurrección. Por eso con la Procesión de los Ramos celebrada con ritmo
festivo, al aclamar a Cristo como el Hijo de David que viene en el nombre del
Señor, adelantamos su Resurrección.
2 "Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos, y
Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas
cortadas en el campo" Marcos 11,1. "Decid a la hija de Sión: Mira a
tu rey, que viene a tí humilde, montado en un asno" (Mat 21,1). En
cotraposición a los reyes victoriosos montando a caballo, Jesús entra como rey
en la ciudad santa humildemente. Es manso y humilde de corazón.
3 Lucas completa la narración de Mateo, contándonos el
llanto de Jesús: "Al ver la ciudad, lloró como gotas de sangre por
ella" (Lc 19,49). A medida que va avanzando hacia la muerte, se aprecia
más la sensibilidad de Jesús, lamentando la desgracia de su patria,
manifestando la ternura por sus discípulos.
4 "Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para
saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oido
para que escuche" (Is 50,4). Escuchar y hablar. Para poder dar vida y ser
fuerte, para soportar insultos y salivazos, para ofrecer la espalda a sus
golpes, para seguir a Cristo, necesitamos escuchar la palabra. Sólo ella nos
dará la fuerza necesaria.
5 "Se burlan de mí, me acorrala una jauría de mastines,
me taladran las manos y pies, se pueden contar mis huesos, se reparten mi ropa,
se sortean mi túnica. Fuerza mía, ven corriendo a ayudarme" (Slm 21).
6. "Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los
sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oirlo se alegraron y le
prometieron dinero" (Mc 14,1). Judas, hombre mezquino y ambicioso, capaz
de traicionar y entregar a su Maestro y desencadenar una tragedia tan enorme
por unas monedas.
El domingo de pasión -más conocido como domingo de ramos-
inaugura la semana santa. De acuerdo con la rúbrica, "en este día la
Iglesia celebra la entrada de Cristo en Jerusalén para realizar su misterio
pascual". Los cuatro evangelistas relatan este acontecimiento y subrayan
su importancia. Jesús es presentado como el Rey-Mesías, que entra y toma
posesión de su ciudad. Pero no entra como un rey guerrero que avanza con su
gran ejército, sino como un Mesías humilde y manso, cumpliendo así la profecía
de Zacarías (9,9): "He aquí que tu rey viene a ti; él es justo y
victorioso, humilde y. montado en un asno".
La procesión. La característica de la procesión es el
júbilo, gozo que anticipa el de pascua. Es una procesión en honor de Cristo
rey; por eso los ornamentos son rojos y se cantan himnos y aclamaciones a
Cristo. La Iglesia realiza los acontecimientos del primer domingo de ramos: lo
que se lee en el evangelio se vive inmediatamente después en la procesión.
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor!; ¡hosanna
en las alturas!" En cada celebración eucarística repetimos esta aclamación
al comenzar la oración eucarística. La venida de Cristo en el misterio
eucarístico acontece diariamente. En la procesión del domingo de ramos, la
Iglesia, representada en cada asamblea litúrgica, sale a recibir y dar la
bienvenida a Cristo de una manera especial.
La procesión nos transmite como una anticipación o
pregustación del domingo de pascua. La alegría y el triunfo de pascua rompe así
la liturgia más bien sombría del domingo de ramos. Las palmas que se bendicen y
se llevan en procesión, son emblema de victoria. "Hoy honramos a Cristo,
el rey triunfador, llevando estos ramos". El responsorio que se canta al
entrar en la iglesia menciona explícitamente la resurrección: "Al entrar
el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos profetizaban la resurrección de
Cristo".
Liturgia de la palabra. Este domingo se llama de dos
maneras: domingo de ramos y también domingo de pasión. Ramos por la victoria y
pasión por el sufrimiento. La procesión es heraldo de la victoria de pascua; en
cambio, la liturgia de la palabra que le sigue nos sumerge en la liturgia del
viernes santo. Cristo vencerá efectivamente, pero lo hará por su pasión y
muerte.
La primera lectura es del profeta Isaías (50,74). Los
sufrimientos del profeta en manos de sus enemigos son figura de los de Cristo.
Su serena aceptación de los insultos e injurias nos hace pensar en la humildad
de Cristo cuando fue sometido a provocaciones aún peores. Es un sufrimiento
aceptado libremente y voluntariamente soportado. Esta idea de aceptación se
encuentra también en la segunda lectura (Flp 2,6-11), que nos dice:
"Cristo se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de
cruz". Repetimos el mismo tema en el prefacio: "Siendo inocente, se
entregó a la muerte por los pecadores y aceptó la injusticia de ser contado
entre los criminales".
La segunda lectura nos hace penetrar con profundidad en el
misterio de la redención. San Pablo, escribiendo a los filipenses, habla del
anonadamiento (kenosis) de Cristo, el cual no sólo "se despojó de
sí mismo asumiendo la condición de esclavo", sino que incluso se humilló
hasta someterse a la muerte de cruz. Esta era lo último de la humillación y el
anonadamiento, hacerse un proscrito, un desecho de la sociedad. Pero san Pablo,
después de sondeadas las profundidades de los sufrimientos de Cristo, eleva en
seguida nuestro pensamiento: "Por eso Dios lo levantó sobre todo y le
concedió el `Nombre-sobretodo-nombre`.