DOMINGO VII – C (20 de Febrero de 2022)
Proclamación del santo Evangelio según San Lucas 6,27-38:
6:27 Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus
enemigos, hagan el bien a los que los odian.
6:28 Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que
los difaman.
6:29 Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la
otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
6:30 Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se
lo reclames.
6:31 Hagan por los demás lo que quieren que los hombres
hagan por ustedes.
6:32 Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen?
Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
6:33 Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes,
¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
6:34 Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir,
¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir
de ellos lo mismo.
6:35 Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin
esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán
hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
6:36 Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso.
6:37 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados.
6:38 Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una
buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que
ustedes midan también se usará para ustedes". PALABRA DEL
SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor paz y Bien.
“Examínate a ti mismo antes que Dios te juzgue y obtendrás perdón
el día en que te visite. Humíllate antes de caer enfermo y si has pecado
muestra tu arrepentimiento” (Eclo 18,20-21). Porque: “Dios, nunca desprecia el corazón
arrepentido y humillado” (Slm 51,19). Y “Dios ama el corazón sincero” (Slm
51,8). Además, “Dios no ve las cosas como los hombres. El hombre se fija en
cosas aparentes, pero Dios ve el corazón del hombre” (I Sml 16,7). ¿Por qué Dios
se fija en el corazón del hombre? Porque: “Del corazón proceden los malos
deseos como asesinatos, adulterio, robos, mentiras, chismes… esas cosas
hacen impuro al hombre” (Mt 15,19). “De lo que hay en el corazón habla la boca.
El hombre bueno, saca cosas buenas que atesoran en el corazón y el hombre malo,
del tesoro malo saca cosas malas. De toda palabra que hablen los hombres darán
cuenta en el día del Juicio. Por tus palabras serás declarado justo y por tus
palabras serás condenado.” (Mt 12,34-37). "Traten a los demás como Uds. quieren que se les trate” (Lc 6,31). “sed compasivos como su Padre es compasivo. No juzgues
no serás juzgado, no condenes no serás condenado, perdona y sete perdonara… la
medida que uses la usaran para contigo” (Lc 6,36-38). Así, pues: “El que no
practico misericordia, tendrá un juicio sin misericordia” (Stg 2,13).
Preguntaron a Jesús: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer
para heredar la Vida eterna?" Jesús respondió. Tú conoces los
mandamientos: No cometerás adulterio, no robes, no mientas, honra a tu padre y
a tu madre. El hombre le respondió: "Todo esto lo he cumplido desde mi
juventud". Al oírlo, Jesús le dijo: "Una cosa te falta todavía: vende
todo lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en el
cielo. Después ven y sígueme" (Lc 18,18-22). Respecto a los mandamientos,
preguntaron también: “Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
¿Cuál es el primero de los mandamientos? Jesús respondió: "El primero es:
Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu
espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos" (Mc 12,28-31).
Jesús los diez mandamientos lo resume en dos: Amor a Dios y
amor al prójimo. Incluso los une los dos mandatos en una sola: “Les doy un
mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado,
ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que
ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros"
(Jn 13,34-35). Es decir, que el amor a Dios tiene que pasar por el amor al
hermano. De ahí que Juan dice: “Queridos míos, amémonos los unos a los otros,
porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos
manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por
medio de él” (I Jn 14,7-9). Es más: “Quien dice que ama a Dios y no ama a su
hermanos un mentiroso” (IJn 4,20).
Hoy nos ha dicho que el amor no solo es entre los que nos
aman, el amor verdadero va incluso hasta los que no nos aman: “Amen a sus
enemigos, hagan el bien sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de
ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los
desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados. Porque la medida con que ustedes midan
también se usará para ustedes" (Lc 6,35-38).
¿Saben cuál es el acto más grande de Dios? Su amor por cada
uno de nosotros. Luego el efecto su amor se nos manifiesta en su perdón. A
nuestro Dios no le cuesta trabajo perdonar porque nos ama. A nuestro Dios le
gusta perdonar porque nos ama. Nuestro Dios ha amado hasta el
extremo en su hijo Cristo Jesús (Jn 13,1). San pablo dice: “La
prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía
éramos pecadores. Y ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor
razón seremos librados por él de la ira de Dios. Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que
estamos reconciliados, seremos salvados por su vida” (Rm 5,8-10).
El amor perdona siempre y el perdón nos hace libres. Nuestro
Dios se hizo amor en Jesús de Nazaret y éste se hizo vida y muerte con nosotros
para entregarnos el perdón de Dios. Jesús en el evangelio de hoy, dice:
"Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien
a los que los odian” (Lc 6,27). ¿Hay aquí alguien que no tenga enemigos?
¿Alguien que no sienta el peso del odio? ¿Alguien que no haya sido insultado y
maltratado? Pon esos nombres propios. Repásalos y preséntaselos a Dios. Los
actos que quiere el Señor de ti son: ama, haz el bien, bendice y ora. ¿Le gusta
esta medicina? ¿Quién se toma esta medicina? Los que escuchan y siguen al
Señor. Lo ordinario lo hacen hasta los pecadores. Lo extraordinario, los que
escuchan de verdad a Jesús. Jesús no vino a enseñarnos lo ordinario.