DOMINGO XXXI – A (05 de Noviembre de 2023)
Proclamación del Santo evangelio según San Mateo 23,1-12
1 Entonces Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
23:2 "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de
Moisés;
23:3 ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan,
pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
23:4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de
los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
23:5 Todo lo hacen para que los vean: agrandan las
filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
23:6 les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes
y los primeros asientos en las sinagogas,
23:7 ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi
maestro" por la gente.
23:8 En cuanto a ustedes, no se hagan llamar
"maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son
hermanos.
23:9 A nadie en el mundo llamen "padre", porque no
tienen sino uno, el Padre celestial.
23:10 No se dejen llamar tampoco "doctores",
porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
23:11 El más grande entre ustedes será el que los sirva,
23:12 porque el que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido". PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados(as) amigos(as) en el Señor Paz y Bien.
De bonitas enseñanzas sobre el cielo no se llega al cielo, sino cumpliendo lo que se enseña: "Felices los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen" Lc 11,28).
El Evangelio de este domingo termina con una invitación a la humildad: "El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mt 23,12). Esta frase adquiere toda su relevancia a partir de lo que anteriormente ha dicho Jesús de los letrados y fariseos: “no hacen lo que dicen” (Mt 23,3), “lían fardos pesados y los cargan pero no mueven ni un dedo para empujar” (Mt 23,4), “todo lo que hacen es para que los vea la gente” (Mt 23,5).
En la contraparte están los que se humillan, los que
tienen un sólo Maestro, un sólo Padre, un sólo Señor. Lo que pretende Jesús no
es quitar determinadas palabras del diccionario, cualquiera se da cuenta
rápidamente que podemos eliminar todas las palabras que queramos, mientras las
ideas sean efectivas en nuestra mente, no servirá de nada porque aparecerán lo mismo
a través de otras palabras. Por eso hay que ir al significado: Maestro es el
que enseña, el que transmite la verdad, Padre el que da la vida, Señor el que
tiene autoridad para mandar. Lo que nos dice Jesús es que nosotros, los
cristianos, sabemos que la verdad es sólo Cristo (Jn 14,6), y nadie más, que la
vida se la debemos a Dios, y a nadie más, que el único que puede exigir nuestra
obediencia es Dios, y nadie más. Todos los demás maestros, padres y señores
tienen una validez relativa, en tanto en cuanto a través de ellos podamos
descubrir y entrar en relación con el único Maestro, Padre y Señor.
Si te preguntas: "¿Cómo saber que una palabra viene o
no viene de Dios? Pues, si lo que el profeta dice en nombre del Señor
y no se cumple lo que dice, esa palabra no viene de Dios¨ (Dt 18,21). La
palabra o enseñanza debe ir acompañada por la obra; si es solo palabra, no
tiene valor, no viene de Dios.
Siguiendo el hilo conductor de nuestra reflexión conviene
reiterar las inquietudes: “¿Qué obras buenas tengo que hacer para obtener la
salvación eterna?” (Mc 10,17). “¿Serán pocos los que se salven?” (Lc 13,23).
“¿Quiénes podrán salvarse?” (Mt 19,25). Y en la búsqueda de respuestas a tales
inquietudes nos topamos en el domingo anterior con aquella escena: “¿Cuál es el
mandamiento principal de la ley?” Jesús respondió: Amar a Dios y al prójimo (Mt
22,36).
“Dios nos ha elegido en la persona de Cristo antes de la
fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia por el amor”
(I Tes 1,4). El amor es estrategia eficaz para nuestra santificación ya que
Dios quiere que seamos santos cuando
dice: “Uds. sean santos porque yo soy santo” (Lv 11,15). ¿Cómo santificarnos?
Dios dice; “santifíquense cumpliendo mis mandamientos” (Lv20,7). Al
santificarnos estamos revestidos con traje de fiesta: “¿Cómo entraste sin traje
de fiesta” (Mt 22,12). Y el traje de fiesta tiene connotación especifica
en la vida de santidad.
Si para revestirnos con traje de fiesta (Mt 22,12) hace
falta sabernos amar unos a otros como Dios nos ha amado (Jn 13,34), ahora
resaltamos otro elemento importante de la estrategia para ser santos.
Cumpliendo con eficiencia la misión: “Id al mundo entero y enseñar el Evangelio
a toda la creación, quien crea y se bautice se salvara, quien se resiste
en creer será condenado” (Mc 16,15). Es decir, depende cuan eficientes somos en
la misión para que mucho o pocos se salven, depende de este trabajo también
nuestra salvación. En este contexto de misión nos preguntamos ¿Qué tipo de
catequesis hacemos? ¿Somos como nuestro maestro Jesús o somos como los falsos
maestros (fariseos)? (Mt 23,3). ¿Cuál es la diferencia entre el maestro
verdadero y maestro falso? ¿Qué diferencia hay entre el creyente autentico y el
creyente falso? Es el tema de reflexión hoy.
“Cuando Jesús terminó de enseñar, la multitud estaba
asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y
no como sus escribas” (Mt 7,28-29). Esta escena contraponemos aquella escena:
“Ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus
obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los
hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el
dedo” (Mt 32,3-4). Con decir palabras bonitas respecto al cielo, o hablar todo
el día sobre Dios, pero sin mover un solo dedo, no lograremos ganarnos el traje
de fiesta, por ende no estamos con facultad de ser parte del banquete de boda
del cordero ((Mt 22,12). Recordemos la enseñanza del maestro: “No son los que
me dicen: Señor, Señor, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los
que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a
los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre? Entonces yo les
manifestaré: Jamás los conocí” (Mt 7,21-23).
¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", y no
hacen lo que les digo? El que escucha mis palabras y las practica. Es como un
hombre que, construye su casa, puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la
creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no
pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha
la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construye su
casa sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se
derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande"(Lc 6,46-49).
Los falsos maestros son los hombres necios que creen que por hablar bonito
sobre Dios se salvaran. “No hacen lo que dicen, dicen una cosa y hacen otras
cosas” (Mt 23,3). Los discípulos y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se
escandalizaron al oírte hablar así? Él les respondió: "Toda planta que no
haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Déjenlos: son ciegos
que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un
pozo" (Mt 15,12-14).
¿Cómo ser discípulos verdadero del maestro, y no ser falsos
maestros? Jesús dijo: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas:
yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá
ni una letra ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la
tierra, hasta que todo se cumpla. El que no cumpla el más pequeño de estos
mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor
en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla lo que enseñe, será
considerado grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,17-19). “¡Feliz el seno que
te llevó y los pechos que te amamantaron! Jesús le respondió: Felices más bien
los que escuchan la Palabra de Dios y la practican" (Lc 11,27-28). “Tengan
cuidado de los falsos maestros, que se presentan cubiertos con pieles de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol
bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol
bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego” (Mt
7,15-19).
El única modo de ser auténticos discípulos del maestro es:
“El que es de Dios escucha las palabras de Dios; si ustedes no las escuchan, es
porque no son de Dios"(Jn 8,47). Luego de escuchar la palabra de Dios
sigue poner en práctica su enseñanza: “Todo el que escucha las palabras que
acabo de decir y las pone en práctica, es como un hombre sabio que edificó su
casa sobre roca” (Mt 7,24). “Ustedes son mis amigos si hacen y cumplen lo que
yo les enseño. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace
su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de
mi Padre” (Jn 15,14-15). “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que
permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada
pueden hacer” (Jn 15,5). Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor,
como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn
15,10). San pablo dice: “Vivo yo pero no soy el que vive, es Cristo quien vive
en mi” (Gal 2,20). Viviendo en el amor de Dios somos hombres de Dios y es el
mejor medio de enseñar.
Jesús nos enfatiza: “Les doy un mandamiento nuevo que se
amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también
ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos:
en el amor que se tengan los unos a los otros" (Jn 13,34). Lo mismo dijo
Jesús a la pregunta ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley? (Mt 22,26) la
respuesta fue: Ama a Dios y ama a tu prójimo. San Juan nos enfatiza: “Quien
dice que ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso” (IJn 4,20).
En nuestra reflexión conviene preguntarnos ¿Qué o cómo
estamos anunciando el evangelio? Como mera teoría o con nuestro testimonio de
vida? Si estamos anunciando a Jesús como teoría, no sirve, incluso se puede
hacer teología pero sin Jesús. Al final cada uno tendrá que dar cuentas a Dios
de como hizo su trabajo evangelizador. Se puede hacer una catequesis
sistemático per si esa catequesis solo es sacramental y no contribuye a la
salvación, pues quizá estemos a tiempo y podemos reorganizar nuestra catequesis.
No se ama lo que no se conoce. Si no conocemos a Dios,
anunciamos un Dios desconocido, y estamos perdiendo tiempo. Para conocer
a Dios tenemos que empaparnos de la palabra de Dios que es Jesús el Señor: “La
Palabra de Dios se hizo carne “(Jn 1,14). “A Dios nadie ha visto jamás, pero el
Hijo que está en el senos del Padre, nos lo dio a conocer” (Jn 1,18). Los
judíos preguntaron: "¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: Ustedes no me
conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi
Padre" (Jn 8,19). Si hacemos una catequesis sin conocer la sagrada
escritura, estamos haciendo una catequesis sin Jesús, por ende sin Dios. De ahí
que las catequesis inician con numerosos niños, y jóvenes, pero terminan con
pocos y de los pocos, nadie sigue y ejerce su fe. ¿Qué está fallando, no
estaremos en la línea de los falsos maestros?: “Enseñan una cosa y hacen otra
cosa” (Mt 23,3).