DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO – C (10 de febrero de 2019)
Proclamación del santo evangelio según San Lucas 5,1-11:
5:1 En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor
de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del
lago de Genesaret.
5:2 Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago;
los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
5:3 Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le
pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la
multitud desde la barca.
5:4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar
adentro, y echen las redes".
5:5 Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la
noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las
redes".
5:6 Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que
las redes estaban a punto de romperse.
5:7 Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra
barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos
barcas, que casi se hundían.
5:8 Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y
le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".
5:9 El temor se había apoderado de él y de los que lo
acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
5:10 y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de
Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora
en adelante serás pescador de hombres".
5:11 Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo
todo, lo siguieron. PALABRA DEL SEÑOR.
Estimados amigos en el Señor paz y bien.
Los dos domingos anteriores hemos reflexionado sobre la
jornada inaugural del ministerio de Jesús en Nazaret. En el bautismo, una voz
llego del cielo y dijo: “Tu eres mi hijo amado, yo te he engendrado hoy” (Lc
3,22). Luego, Jesús leyó su misión en la Palabra de Dios escrita en el profeta
Isaías (Is 61) y anunció el cumplimiento de las promesas de Dios en la persona
de él: “Hoy se cumple estas profecías que acaban de oir”(Lc 4,21). Luego vimos
la primera reacción del pueblo: El rechazo que se produjo en la sinagoga y
Jesús se abre paso entre la gente les advierte: “Nadie es profeta en su
tierra” (Lc 4,23-30). A pesar del
rechazo radical, Jesús permanece fiel a su misión de anunciar la Buena Nueva
del Reino en Cafarnaúm y en las sinagogas de Judea (Lc 4,31-44). Después de
esta presentación primero del Padre que habla desde la nube y luego el mismo
Hijo dice: “Hoy se cumplen estas profecías” (Lc 4,21). Comienza ahora la
narración de la misión de Jesús en Galilea (Lc 5,1-11). En primer paso es el
llamado de Simón Pedro y sus compañeros para la misión.
El evangelio de hoy nos reporta tres escenas en el mensaje:
1) Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro, y echen las
redes" (Lc 5,4). 2) “Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús
y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador" (Lc 5,8). 3)
“Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de
hombres" (Lc 5,10).
“Jesús llamó a los que él quiso. Ellos fueron hacia Jesús, e
instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Mc
3,13-15). “Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: Aléjate de mí, Señor,
porque soy un pecador" (Lc 5,8). "No son los sanos los que tienen
necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo
quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores" (Mt 9,12-13). Entonces, el lugar
privilegiado para el encuentro con Jesucristo son nuestros propios pecados. Si
un cristiano no es capaz de reconocerse pecador y salvado por la sangre de
Cristo, Crucificado, es un cristiano a medias, es un cristiano tibio. "Conozco
tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso,
porque eres tibio, te vomitaré de mi boca” (Ap 3,15-16).
Jesús le ordena a Simón remar mar adentro (Lc 5,4). Se
provoca entonces una pesca milagrosa. Pedro reacciona y dice Señor apártate de
mi que soy un pecador” (Lc 5,8). No obstante la confesión de Pedro, Jesús le
hace una promesa a Simón: “No temas, en adelante serás pescador de hombres” (Lc
5,10), la cual provoca como reacción el seguimiento del primer apóstol y de sus
compañeros: “Dejándolo todo lo siguieron” (Lc 5,11).
La predicación de Jesús a la orilla del lago desde la barca
de Simón (5,1-3)
“Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se
agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que
estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban
las redes. Esta escena describe lo que es el mundo sin Dios. Todos hacen por su
cuenta el trabajo como pueden y el trabajo es insulso, no produce lo necesario.
Pasamos día y noche en el trabajo con la reden la mano. Y persisten las
necesidades. ¿Qué falta?
No se trata de seguir corriendo, hace falta hacer un alto en
el camino de la vida y reflexionar ¿Qué busco en la vida? ¿Dónde pesco? ¿Cuándo
pesco? ¿Cómo pesco? Los creyentes hacemos un alto en la semana, son los días
domingos. Los domingos damos una mirada a lo alto para escuchar al maestro y
escuchar su voz: “Rema mar adentro y echa la red” (Lc 5,4). Pero de la gente que
no tiene fe, sigue trabajando los domingos y seguirán con las redes vacias.
El llamado de Simón (Pedro) y sus compañeros (Lc 5,4-11)
Notemos cómo tiene relevancia el diálogo entre Jesús y
Simón. Hay cuatro intervenciones: 1) Jesús habla dos veces. La primera para
darle una orden Lc 5,4: “Rema mar adentro y echa la red para pescar” y la
segunda para hacerle una promesa Lc 5,10: “No temas. Desde ahora será pescador
de hombres”. 2) Simón también habla dos veces. La primera vez Simón hace una
afirmación Lc 5,5: “Maestro, hemos pasado toda la noche y no hemos pescado
nada; pero, en tu palabra, echaré las redes”; la segunda vez le hace una
solicitud Lc 5,8: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador”. Veamos
también la manera como Simón se dirige a Jesús: la primera vez lo llama
“Maestro” y la segunda “Señor”.
El mandato de Jesús: “Rema mar adentro” (Lc 5,4) es un
mandato que va contra la lógica humana. Los pescadores saben que la pesca es de
noche y que de día no se hace nada. “La orden es de ir a pescar anticipa lo que
se dirá en la promesa: la tarea apostólica del “pescador de hombres”. Simón va
a aprender ahora lo que significa ejecutar una misión encomendada por Jesús. La
acción de Simón y la pesca milagrosa (Lc 5,5-7): Simón le respondió:
"Maestro, hemos pasado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu
palabra, echaré las redes y así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que
las redes amenazaban romperse. Pedro muestra su sorpresa. Habían trabajado toda
la noche y no habían pescado nada. Lo habían hecho durante el tiempo en el cual
todavía era posible capturar peces. Cuando llega el día, las posibilidades de
éxito son prácticamente nulas. Para un conocedor de la pesca en el lago, como
los es Simón, es claro que Jesús está pidiendo un imposible. La objeción de
Simón tiene sentido. Sin embargo, Simón cree en la Palabra de Jesús y arriesga
a una empresa que, si se analiza desde el punto de vista humano, es
descabellada. Lo importante es que Simón lo hace con una declaración de
confianza en el poder de la Palabra de Jesús, a la manera de las invocaciones
del Salmo 119: “Confío en tu Palabra... En tu Palabra esperaré”.
Simón llama a Jesús “Maestro”: En boca de un estudiante,
designa al instructor, a quien dispensa un saber. Jesús es, efectivamente, un
“maestro”; así se ha comportado en Lc 5,1-3. Donde es descrito como maestro que
enseña el Reino de Dios a la multitud apostada en la orilla, desde la barca.
Designa también a alguien que dispone de un poder, así como lo tiene el jefe de
un equipo. En este sentido, Jesús da órdenes y dirige la maniobra de los
pescadores de manera tal que superan todas las expectativas. Lucas nos da
detalles del efecto: “gran cantidad de peces”... “las redes amenazaban
romperse”... “las dos barcas casi se hundían”. Todo esto es el punto de partida
de la impresión que se lleva Simón de Jesús y del asombro de los compañeros.
Valga anotar que la ayuda que prestan los compañeros de la otra barca insinúa
la eclesialidad que implica el trabajo apostólico.
Simón Pedro, cayó a
las rodillas de Jesús, diciendo: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre
pecador” (Lc 5,8). Es que el asombro se había apoderado de él y de cuantos con
él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Simón Pedro cae (de
rodillas) ante Jesús y nos da una preciosa lección sobre lo que es la oración
de un discípulo. Simón Pedro reconoce a Jesús como “Señor”. Este segundo título
supera al primero, el de “maestro”. En pocas palabras, el jefe de la barca y
sus marineros admiten que la eficacia de la pesca no proviene solamente de sus
fuerzas. Sin el “Señor”, su trabajo habría sido infructuoso. Escuchando la
Palabra del Señor y ejecutando su voluntad, ellos se convierten en servidores
eficaces del Reino de Dios. Ante la presencia del “Santo de Dios”, Simón se
reconoce como un pobre pecador, reconociendo así su indignidad. La verdad de
Jesús lleva a Simón a descubrir su propia verdad. Un excelente ejemplo de
camino penitencial. Pero Jesús no hará caso de la solicitud de “alejarse”, más
bien sucede todo lo contrario.
Al respecto de quienes son los elegidos del Señor, San Pablo
dice: “Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay
entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos
ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para
confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los
fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a
lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por él, ustedes están
unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros
en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está
escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor” (I Cor 1,26-30).
En delante de pescador de oficio a pescador de hombres (Lc
5,10). Jesús dijo a Simón: “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres”.
Poco antes, Simón había conocido a Jesús como aquel que quiere que la gente
acoja su Buena Nueva. Ahora, aunque de modo todavía impreciso, Jesús le hace
entender que su misión será participar en esta acción: anunciar la Buena Nueva
de la salvación a todos los hombres. Dos anotaciones importantes hay que hacer
en la frase de Jesús: 1) La expresión “No temas” puede ser entendida como una
expresión de perdón. Jesús asume a Simón como él es, aun sabiendo de su
fragilidad. 2) La expresión “pescador de hombres” nos remite a Jeremías 16,16,
donde se refiere al que congrega al pueblo de Dios disperso después del exilio.
Por lo tanto apunta a la misión de apóstol de formar la comunidad.
“Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo,
le siguieron”. Cuando comparamos el comienzo del seguimiento de Simón y sus
compañeros con el relato de los otros evangelios, vemos cómo Lucas acentúa la
radicalidad con la expresión “dejándolo todo”. El abandono de los bienes, a
partir de aquí se convierte en un pre-requisito para el discipulado. El
desprendimiento del discípulo es total, es decir, su confianza en el nuevo guía
de su vida es absoluta. Por él se lo deja todo, de él se lo recibe todo. ¿Por
qué habría que dejar todo para seguir al Señor? En otro episodio se nos dice:
“No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni
dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento”
(Mt 10,9-10). Y es que el trabajo por el reino de los cielos y su
recompensa desde lo material está garantizada:
“Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua
fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin
recompensa" (Mt 10,42). Dijo Jesús: “El que por mi deje casa, hermanos o
hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más en esta vida y en
la otra obtendrá como herencia la Vida eterna” (Mt 19,29).